Mayín la periodista, la política, la de Macaracas, la mujer de múltiples ires y venires. La vida de la diputada de la Asamblea Nacional está plasmada en el libro Mayín Correa, Testigo de la historia, que se presenta mañana miércoles 8 de febrero en el Hotel Sheraton.
Son 300 páginas que narran todos los capítulos de su historia, incluso sus amores. “Mi vida se convirtió prácticamente en una novela. He hecho muchísimas cosas”, aseguró en la radio recientemente.
“Vino de la provincia a vivir en la capital, sin más recursos que el modesto sueldo de maestra de escuela (...) Nunca fue tímida y siempre ha vivido complacida con su personalidad contestataria, a veces ofensiva y colérica, a veces conmovida y profundamente humana. No parece en ella coexistir el término medio para dirimir una contradicción. A veces calla profundamente, a veces explota. “, se lee en las páginas del capítulo IV, titulado La Reportera. En esta sección se plasma su faceta de redactora, editorialista, entrevistadora, de corresponsal. En este capítulo se describe, entre otras cosas, cómo en julio de 1963, terminó recibiendo en el Aeropuerto Internacional de Tocumen a Carlos Julio Arosemena Monroy, quien había sido derrocado de la presidencia de Ecuador, hecho que le generó una exclusiva para el periódico El Espectador, de Colombia.
Allí también se destaca su gran amistad con el periodista Moisés Monchy Torrijos, hermano mayor de Omar Torrijos Herrera. O la hazaña para conseguir una botella de vodka en la Unión Soviética, para dársela como regalo al presidente Marcos Robles. Resulta que la botella terminó quebrada luego de un forcejeo con un agente de aduanas en el aeropuerto. En ese apartado también se narra la incursión del poeta peruano César Calvo Soriano en su vida.
Lo conoció cuando vino a Panamá con su ballet “Perú Negro”. “Al grupo musical lo hospedaron en el Hotel Granada, en la barriada El Cangrejo, y Mayín, vivía en calle F del sector, así que, atraída por la novedad de la cultura negra en Perú, y por sus novedades musicales, pasó a tomarse un café y ahí se hicieron amigos el poeta y ella. Y pasaron los días y el poeta tenía que viajar y se quedó. Y luego, Mayín, comenzó a frecuentar Perú, adonde, además del amor, la llevaron sus ojos curiosos, los golpes de estado y los encuentros de colegas que se volvían jornadas de bohemia capaces de resistir los despuntes plomizos de Lima, la virreinal capital peruana (...)”, se lee en el libro.
Mayín en París. Sus memorias también narran sus periplos por París. En una ocasión fue a darle cobertura a la firma de los acuerdos de paz entre los representantes de Estados Unidos, República Democrática de Vietnam, República de Vietnam, y Frente Nacional de Liberación. En la sala de prensa del lugar donde se desarrollaba el evento, no consiguió una máquina de escribir con teclado en español. Entonces ella recurrió a su condición de ex becaria de la Unesco. En la sede de ese organismo no solo le prestaron la máquina para escribir, allí también se encontró con el amor. “Un señor se le acercó y le preguntó en inglés por su nacionalidad. ‘Parece árabe’, le susurró”, dice una parte de la semblanza. Y así nació otra gran historia.
El libro está disponible en librerías del país.

