Renata es una mujer profesional, con estudios, una relación estable y planes de vida que no incluían la maternidad. Ella simplemente “nunca sintió el llamado de ser madre”. A pesar de lo que la sociedad le decía, para ella, “ser una mujer completa”, poco tiene que ver con tener hijos. Por eso, cuando se enteró de que estaba embarazada su vida cambió.
Confiesa que entre sus mayores miedos se encontraba no poder sentir amor por su hija, por nunca haber querido ser mamá. “Durante el embarazo no tuve esa emoción de decir que la amaba y ya deseaba conocerla. Cuando nació, no sentí esa conexión de madre e hija. El amor se fue dando poco a poco. Lo tuvimos que construir. Ella sin saberlo y yo haciéndolo día a día”.
El sentir que dejaría de ser quien ella era, que perdería la libertad que tanto disfrutaba y apreciaba, producto de la responsabilidad que iba a tener con su hija, también le causaba temor y recelo. Aún guarda algo de añoranza por dicha libertad, por lo que se sincera y dice que hay días en los que se cuestiona si tomó la decisión correcta al tener a su bebé, pero, también cree que es un pensamiento que muchas madres tienen en algún momento, solo que es un tema del que no hablan, porque socialmente serían tachadas “de malas madres o de malas mujeres”. Aunque, con esa misma sinceridad, asegura que cada vez que ve a su hija, que la abraza, su vida simplemente cambia y no puede evitar sonreír.
Como ella, otras mujeres pasan por la misma situación y con sentimientos y emociones similares. “Después de tener a mi hijo descubrí que la maternidad, más allá de ser algo que se anhela, es un trabajo que se aprende a realizar todos los días”, comenta Mónica, quien no deseaba convertirse en madre, por lo que la noticia de su embarazo la desconcertó. “Yo utilizaba métodos anticonceptivos con mi esposo, porque ninguno de los dos queríamos ser padres. Fue un tema que discutimos y en el que ambos estábamos de acuerdo”, explica, agregando que para ambos ha sido un camino difícil, de aprendizaje, descubrir emociones y habilidades que no sabían que tenía. “A pesar de ser un reto constante, de en ocasiones sentirme perdida, no me arrepiento de tener a mi hijo. Lo amo demasiado”.
Por su parte, Renata, envía un mensaje a las mujeres que al igual que ella la vida las sorprendió con un rol de madre que nunca esperaron tener: “No puedes adelántate o tener ansiedad por el futuro. Cada día tiene su reto y tú como madre vas a encontrar la solución, lo importante es la paciencia y trabajar en ella. Todo niño es diferente y ellos se acoplan a uno”.
El rol de madre
La psicóloga clínica Madelaine Castro Ríos, dice que ser madre con el tiempo ha tomado un nuevo giro, dejó de ser una obligación o requisito que define, distingue y completa a la mujer para convertirse en lo que realmente siempre debió ser: “Una decisión voluntaria y muy probablemente en conjunto de la procreación de un individuo que se traduce en un número significativo de responsabilidades y consecuencias”.
Ella aclara que las mujeres embarazadas, lo hayan planeado o no, pasan por la incertidumbre, el temor, las incomodidades propias del embarazo y de igual manera los innumerables placeres y satisfacciones que conlleva.
Ante esta situación, de afrontar un papel de madre que no se esperaba, la especialista explica que se debe hacer un ejercicio que consiste en negociar con sus planteamientos anteriores, su realidad actual y sus posibilidades futuras, así llegando a un final con determinaciones opuestas al plan inicial. También recomienda ejecutar mentalmente planes de construcción de la nueva vida. Además, recuerda que “la vida es un caminar con planes, aprendizajes y muchos cambios, poder adaptarnos y aceptar las características de los mismos hace una variante muy poderosa en la calidad de nuestro afrontamiento la salud mental propia y de quienes nos rodean”.
Sobre los planes de construcción, en los mismos se establece un código de patrón de vida y de crianza. Por ejemplo, qué tipo de vida se desea llevar a cabo, qué hábitos se desarrollarán como nueva familia, tipos de alimentación, código moral, nuevo estilo de vida (actividades que se pondrán en pausa o en reducción, cuáles cambiarán o desaparecerán, cuáles se agregarán) entre otros reajustes.
Crecimiento
Los especialistas ven a la maternidad como una experiencia de aprendizaje. Para la psicóloga clínica Ana Elisa Villalaz (@anaelisavillalaz) lo importante es poder transformar la experiencia, en este caso el maternaje, de manera tal que se consiga poder crecer a través de ella.
Sobre los miedos que toda mujer pueda sentir sobre la crianza, Villalaz explica “lo ideal es que los adultos aprendan a cultivar la conexión que tienen con el niño, que lo hagan a lo largo del tiempo para que la experiencia de conexión sea una experiencia que enriquezca a ambas personas, tanto de los padres como de su hijo”.
Para generar esa conexión y conectarse con los pequeños, es importante aprender a conocer lo que enriquece al niño. “Cuando uno está en el proceso de llevar al crecimiento a un niño es importante conocer cuáles son los intereses del niño. Cuando es bebé, saber cuáles son las sensaciones que más les gusta y las que menos les gusta. A medida que va creciendo y se desarrolla el lenguaje, entonces, conocer la forma en que piensa”, explica Villalaz, agregando que “de esta manera empiezas a brindar al niño experiencias que le ayuden a conectarse internamente de forma más profunda consigo mismo y te permite conocer y explorar tus propios procesos internos a través de esa conexión con el niño”.
La mayor recomendación que dan los expertos es el acompañamiento médico que vigile y oriente sobre cada etapa, del embarazo y la maternidad. Así como los cursos preparto, la literatura científica o revistas responsables que puedan dar orientación.


