Exclusivo Suscriptores

Ramón H. Jurado, mi amigo

Ramón H. Jurado, mi amigo

Todavía conservo el ejemplar de San Cristóbal, que leí en 1986. Estaba en tercer año, en el Instituto Comercial Panamá, y recuerdo vívidamente una escena en la que uno de los personajes pierde un brazo al introducirlo por accidente en una de las máquinas de caña. Aquella imagen, su descripción aséptica y brillante, perdura como un fotograma de cine en mi memoria.

La amistad que se entabla con los escritores es siempre de tinta. Incluso con aquellos que terminas frecuentando, arranca con un vínculo en blanco y negro, lector, y por vía de la admiración por lo que escriben. Y da igual que estén vivos o muertos. La mía con Ramón H. Jurado dura desde aquel 86 y desde el mismísimo arranque de la novela: “Las ocho de la mañana, supongo”.

Si San Cristóbal, publicada en 1943 (va para 80 años la novela), era así de vibrante, cuando llegué a Desertores (1949), la cosa se puso mejor y nuestra amistad creció. Su construcción histórica de la vida de Victoriano Lorenzo me acercó a la figura de un personaje que solo conocía de los libros de Estudio Sociales, y que muchos años después, teniendo en mente su novela, pude poner en conexión con un excelente ensayo de Jorge Conte Porras, Meditaciones en torno a Victoriano, en el cual, si la memoria no me falla, no hay ninguna alusión a la novela de Ramón H. Jurado, pero sí a Tú sola en mi vida, cosa que llama la atención.

Pero mi amistad con Ramón quedó sellada para siempre cuando leí la que creo es una de las mejores novelas panameñas: El desván. “Yo nací en el miedo”, dice Federico Calvo, el protagonista. Una atmósfera inquietante, un escenario exiguo, el terror, la enfermedad, la muerte, la existencia humana como reflexión y problema.

Años después encontré en Madrid un ejemplar de A través del tormento (1936), que escribió Francisco Clark (en quien se inspira Ramón H. Jurado para su obra), y del que dice lo siguiente: “Su libro, olvidado y al margen de la memoria panameña, es un hermoso alegato sobre la mansedumbre”. No hemos cambiado mucho en materia de memoria cultural.

Entonces el escritor se hace amigo. Uno frecuenta su obra, la discute, la recomienda, se entrega a su estudio, siempre como lector, buscando las costuras del milagro, el truco y el oficio de la confección de tres grandes obras literarias (aparte de sus cuentos). Y va cayendo uno en la cuenta de que otros escritores recomiendan también al amigo Ramón y lo hacen por parecidas razones. Uno siente que con este autor a encontrado la advocación bajo la cual sentarse a ejercer el propio oficio.

Y sin querer, uno imita a los amigos de tinta. Como Enrique Vila-Matas, Ramón H. Jurado dedica todas sus obras a la misma persona: su mujer. En la premura por leer, uno pasa por encima del nombre de la mujer que, no solo ama al escritor, sino que también de pasaba a máquina los manuscritos. Y me encuentro imitando sin saberlo el hábito yo también, con la sana costumbre de mis amigos de tinta, dedicando lo que escribo a la única que de verdad conoce el revés de la trama: Jilma, Paula, Marga.

En el centenario de mi queridísimo Ramón, no quiero dejar pasar la oportunidad de compartirles una frase que aparece en Desertores, página 173, muy elocuente: “A veces llega a ser tan inmensa nuestra vida falsa, que terminamos por confundirnos aceptando la espuria por la auténtica”. En esto tampoco hemos cambiado: seguimos siendo pura pose, pura ficción.

La mirada inteligente de este autor imprescindible, sigue siendo necesaria. Sus obras continúan mostrándonos perspectivas de nuestra condición que son relevantes, no solo en materia literaria, sino también en el ámbito de la reflexión vital. Sus ensayos siguen dejándonos argumentos para la discusión y la búsqueda de respuestas.

Ojalá que podamos seguir no solo leyendo su obra, sino también estudiándola, fijándola críticamente, quitándole de encima la categoría de “libro escolar” para convertirlo en lectura que se debata y se converse, que permee nuestra cultura. El rescate de los clásicos panameños es una asignatura pendiente, y Ramón H. Jurado, mi amigo, es un excelente comienzo de esa tarea.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Jueza imputa cargos y ordena detención domiciliaria a empresario por presunto peculado en perjuicio de Conades. Leer más
  • Reprogramación de pagos del Ifarhu 2025: quiénes cobran este lunes 15 de diciembre. Leer más
  • El antiguo Figali volverá a manos privadas tras 16 años bajo administración estatal. Leer más
  • Ministerio Público investiga presunta corrupción en el otorgamiento de trabajo comunitario a La Parce. Leer más
  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Naviferias del IMA esta semana en Panamá y Panamá Oeste: conozca los puntos precisos. Leer más
  • Bonificación de fin de año de la Universidad de Panamá 2025 aún no se paga: ¿qué pasó?. Leer más