José Macías rodó sus cortometrajes Whistiger, Kariot y Extremos durante la década de 1980. Eran sobre la soledad, el rechazo y el aislamiento. Su portafolio luego se extendió a grabar videos musicales para bandas de música de sus amigos y después se dedicó a documentar en reportajes su pasión por el paracaidismo hasta llegar ahora a su ópera prima de ficción: Poli amor.
Tuvo la experiencia de hacer estos primeros proyectos en película de 16mm (salvo el paracaidismo que usó el video digital). “Logré disfrutar la experiencia de rodar en emulsión de película. Es parte técnica, y una artesanal, por las carencias de la época, y parte magia”.
Hace cine precisamente por esa fusión de sonidos e imágenes que impacta todos los sentidos. “Y como la imagen es en movimiento, mejor. Tanto la imagen como el sonido pueden ser una copia de la realidad o una representación o alteración de esa realidad. Entonces el cine te lleva más lejos a la hora de expresar su automanifestación, su auto consciencia y su auto expresión”.
Mujeres fuertes
A través de los personajes de Poli amor, que este fin de semana se estrenó en salas comerciales de Panamá, explora el desamor, el amor “y todo lo que hay en el medio. Así Alma sueña que se casa, pero el hombre no aparece. Juana quiere el vestido blanco, el anillo. Malena es libre, quizás demasiado. Miguel es casi normal: quiere saltar en paracaídas”.
“Amar. Casarse. Ser fiel. Decisiones por tomar. Ir a lo nuevo y desconocido. Dejando de lado la monotonía, el conformismo, la apatía; a medio camino entre indecisas y valientes para dar un paso adelante a algo nuevo: saltar e intentar. Usando como metáfora y fondo el paracaidismo Alma, Juana y Malena se enfrentan a sus demonios. Es atreverse e intentarlo una vez más. En fin, saltar al vacío”, comenta.
El guion de José Macías se inspira en historias escuchadas y otras prestadas. “A inicios de la década del 2000, los personajes de Alma, Malena y Juana aparecían en mis madrugadas de insomnio. En mi cabeza arrancaban eternas tertulias sobre la vida, las relaciones y el amor. Filosofía de madrugada (risas). Con el paso del tiempo desaparecieron. Desde aquella época, empezaba a armar las primeras escaletas e ideas sobre esta historia”.
Invita a los espectadores a ver Poli amor porque se encontrarán con una trama universal. “Porque está contada a través de mujeres fuertes y valientes. Una historia sobre el amor para esta fecha de San Valentín, alejada de la película romántica promedio”.

Equipo
Para Poli amor unieron fuerzas creativas Jaguar Films, EGM y Cine-K. Su plantel interpretativo lo conforman Noelia Rothery, Ash Olivera, Yiniva Cárdenas, Wendy Jaramillo, Yelmi Ramírez, Erick De León, Juanxo Villaverde y Elmis Castillo.
Previa su visita al istmo, tuvo su recorrido por festivales como el London Directors Awards, el Prague International Film Awards, el Los Angeles GFFA y el Mittelanmerikanisches Film Festival Vienna. “Fue un buen ejercicio de medición para la película, al ser expuesta a diferentes públicos”.
Poli amor es la prueba fehaciente de que llevar a cabo un rodaje es un camino largo. La fotografía principal la empezó en el 2010. Se detuvo la producción hasta el 2014 y más tarde rodaron el resto. “Esto fue por lograr la única oportunidad de rodar en el aeropuerto de Howard, antes que fuese cerrado al ámbito público”.
El resto de los sitios escogidos para filmar incluyen el Hotel Riande, el aeropuerto de Albrook, discotecas de calle 50 y Vía Israel, así como Mi pueblito Afroantillano y el Coastway.
El título
Ponerle nombre tuvo lo suyo. Al principio se denominó El Estado Plasma. “Es normal que mientras el guion ‘madura’ se cambien títulos, aparte de personajes o historias. Las versiones anteriores tenían 3 historias más”.
Luego pasó a llamarse Salta. “Siempre quise ‘no contar la película en el título’ y así el público no sabía qué iba a ver. Eso los predispone a tener una mente abierta y receptiva. También me gusta que la gente piense y al ver una historia, pueda al mismo tiempo sacar sus propias emociones… algún recuerdo. Que la historia les deje algo en que pensar”.
Además, Salta encajaba con la metáfora y simbolismo del paracaidismo dentro del argumento, una actividad que practica desde los años de 1990. “Desde mis días de los cortometrajes, reconocí que mi forma de escribir es bastante abstracta, semiótica y particular. Me gusta no solo crear diálogos, sino atmósferas sonoras y visuales donde no se dice nada. Me gustan los silencios; incluso que después de ver mis historias, puedan irse con su propia ‘versión de la historia’. Lo que hago navega entre las aguas del cine indie y de autor”.
Es honesto, que en el afiche se lea Poliamor fue idea de otro. “El productor llegó con la propuesta que le presentaron del cambio a este título y la fecha de estreno como forma de poder exhibirla en Panamá para una audiencia mayor. No es nada raro que una película tenga diferentes nombres para diferentes audiencias y países”.
Ayuda
Conseguir el presupuesto fue “imposible. Si bien ganó fondos de Ibermedia, no llegaba ni a la mitad del presupuesto ideal para hacerla cubriendo todos los costos, de forma ‘cómoda’ y sin stress”.
En Panamá hizo la diferencia la ayuda y el apoyo en especias, recursos y contactos.
“Amigos del medio que dieron su granito de arena. Logré tener música original para la película, así como música licenciada de bandas internacionales. Tuve que aplicar al Fondo de Cine Nacional en la categoría de post y gané. Volver a reajustar presupuesto y pedir más favores para poder finalizarla”.
Más en serio que en broma comenta que la hicieron con la mugre, “porque ya no nos quedaban ni las uñas donde se supone que va la mugre (risas)”.
Terminar este sueño cinematográfico lo hizo más viejo y sabio. “Hacer películas es un ejercicio de resiliencia, resistencia y paciencia. Espero haber pasado así sea ‘raspando’ esas materias (risas). También es un ejercicio de fe y creer en uno mismo todos los días, siempre, a pesar de todo. El hacer películas no es glamoroso, ni te deja dinero, ni gloria. Te da alegría, satisfacción y por contradictorio que suene, tranquilidad y manejo mejor el insomnio (risas)”.
Poli amor le brindó lecciones de vida. “Durante el rodaje y poco después, perdí a mi madre y a varios amigos. Una época muy intensa que me puso a tope y a prueba. Ya teniendo la presión del post rodaje y lograr la terminación de la película. Con la llegada de la pandemia, nos quitó la venda de los ojos a todos como individuos y sociedad. Vimos quiénes somos en realidad, para bien y para mal. Ahora, el tiempo tiene un real valor. El que le dedicas a alguien, a algo, como leer esto, por ejemplo, o a ti mismo. Recordamos nuestra mortalidad. Cada alegría o logro, es un día ganado. Aprendí el ‘vivir un día a la vez’. El mañana será incierto, siempre”.

Diez años
Terminar su película lo lleva a otra cavilación: “Muy poca gente realizó que en el 2022 se cumplieron 10 años de la Ley de Cine de Panamá. Nos falta modificar partes de su normativa y del proceso que hagan viable a más proyectos nacionales, el poder llegar a término, estén dentro o fuera del gremio”.
Urge pisar tierra. “Nuestra realidad no es la misma de otras latitudes en donde sí funcionasen esas normas al existir una industria plenamente desarrollada con décadas de existencia. Dejar de imponernos reglas, criterios y requisitos que en la mayoría de los casos son contradictorios e imposibles de lograr en la actual industria del cine nacional”.
Sino el costo que se corre es alto. “Un promedio de 10 muy buenas historias/películas panameñas nunca se podrán hacer. Temo que ese número vaya en aumento”.
Admite que el cine istmeño experimenta una etapa positiva. “Aunque debemos hacer un examen sobre el cuánto y el cómo hemos avanzado. Para que este buen momento lo vivan una mayor cantidad de producciones. Gana la industria local, el público, las salas. Ganamos todos”.

