Debo admitir que fui a ver Drag School Musical (DSM) con pocas expectativas. Primero, no me gustan los musicales y segundo nunca había ido a un show de Drag Queens. Y en este último punto fue mi gran error, DSM no es un show de Drag Queens, es una obra de teatro donde participan Drag Queens. Pero, sobre todo, es una puesta en escena interpretada por actores que, con mayor o menor experiencia en el rubro, se notan comprometidos en el proyecto y eso lo sienten los espectadores.
Para quienes hayan visto la película High School Musical (2006), que muchos consideran un clásico del cine para adolescentes, estarán familiarizados con la trama: Troy y Gabriela se conocen en un karaoke durante las vacaciones. Troy es una estrella de baloncesto, y Gabriela es la nueva estudiante. Al volver al colegio, se presentan al casting para el musical de la escuela, pero deben superar varios obstáculos.
Y en la adaptación, parodia y puesta en escena de la historia es donde DSM brilla. Primero, hacen un uso inteligente de sus recursos. El escenario es sencillo y aun así juegan con él de tal forma, que logra cambiar de locaciones de forma sencilla y creíble. Una simple vuelta de pared, una escalera colocada en el lugar justo, una luz bien enfocada, y a medida que pasa la obra vamos recorriendo la escuela de la mano de los personajes, sin necesidad de grandes parafernalias que muestran escenarios absolutamente nuevos.
Luego, está la parodia. Sí, ya por el nombre, se debe asumir que se trata de una historia gay, pero esto no quiere decir que sea el centro total de la obra. Es el contexto, pero dentro, encontramos toda una serie de bromas que van desde la política actual, chistes tontos que funcionan muy bien y otros chistes subidos un poco más de tono, pero sin llegar a lo demasiado vulgar. Además, incluyen muchos toques panameños que logran encajar con la historia y le da ese sentido de pertenencia.

En cuanto a la parte musical, quizás allí es donde más ocurre la magia. Cada canción que tocan de HSM es coreada por el público, que como se dijo antes, va a ver una obra basada en una película que marcó su adolescencia.
También cabe aclarar que no solo tocan el soundtrack de la película, sino que incluyen distintos temas actuales de diversos géneros (19 números musicales), lo que le da más frescura y dinamismo a la obra. Hace que aquellos que no vieron la película, no se sientan del todo excluidos por la parte musical, y puedan corear una que otra canción.
Sobre las actuaciones, si bien se mencionó que era obvio que unos tenían más experiencia que otros, fue su trabajo en equipo, el compromiso de cada uno con el proyecto, lo que hizo que todos lograran sacar adelante la obra y hacerla disfrutable. Incluso los que solo salían de “backstage” apoyaban a que el ritmo cómico de la obra funcionara.
Ahora, definitivamente hay que resaltar la presencia de Sharpay Evans, interpretada por Ken Di Doll, sus casi dos metros de altura, su cuerpo robusto, la barba que se dejó para interpretar a un personaje conocido por ser extremadamente femenino. Esta amalgama en su apariencia hacía que se robará todas las miradas, apenas salía al escenario. Y al mismo tiempo logró lo prometido: recrear una niña mimada con ínfulas de grandeza que solo quiere ganar.
Drag School Musical
Fechas: 18, 19, 23, 24 y 26 de mayo de 2024
Lugar: Teatro Guild de Ancón
Hora: 8:00 p.m.
Pero, sin dudas, quien cargó con gran parte de peso de la obra, al igual como pasa en la película, fue Levis Santana, quien interpreta a Troy Bolton. Santana no solo debía parodiar al personaje, sino que también hacía una parodia de su nacionalidad venezolana (sin llegar a lo ofensivo) y además, se parodiaba así mismo. Por lo que sus apariciones eran risas aseguradas para el público. Todo esto, comprometido con su papel y tomándolo en serio, es decir, sin hacerse el tonto para querer causar risas.
Con todo esto, DSM es una oferta distinta, fresca, divertida, que solo pide una cosa: una mente abierta. Sin contar, que la obra en sí busca hacer, de una forma muy recreativa, un llamado de atención sobre la intolerancia, homofobia, transfobia, entre otros males, que todavía existen en el istmo. Es tal vez, sin querer serlo, una forma de protesta y brinda la oportunidad al espectador de acercarse de una forma jocosa al mundo drag y a dejar los estereotipos.
Compartir junto a un público variado, en cuanto a género y orientación sexual, y simplemente reír por un buen rato. Porque si hay algo que nos hace iguales, es que de vez en cuando todos necesitamos reír.