Dicen que para los sobrevivientes, los recuerdos de una guerra son otro tipo de memorias. Quedan grabados más allá de la mente, en el interior de cada persona, arraigados en el corazón y retornan con pavorosa claridad cada vez que se les llama.
A los esposos Marcelo y Diana Wasser, no les hace falta decirlo, se les nota en sus ojos cuando recuerdan el día que el grupo terrorista Hamás atacó sus hogares en Israel el pasado 7 de octubre de 2023.
No hacen esfuerzos en recordar detalles, las palabras fluyen con naturalidad mientras su vista fluctúa entre su contexto actual y las imágenes vividas de aquel día.
Un festejo ensombrecido
“Nosotros vivimos en un kibutz (comuna agrícola israelí) que está a uno o dos kilómetros de la Franja de Gaza. El 6 de octubre estamos celebrando el cumpleaños 77 del kibutz, así que mis hijos vinieron con mi nieto de 9 meses a festejar con nosotros y se quedaron a dormir. Al día siguiente (7 de octubre) a las 6:28 a.m. sonó la alarma y teníamos entre ocho a 10 segundos para correr al cuarto seguro (Una habitación de hormigón, con una ventana y una puerta de hierro muy gruesa), fuimos como estábamos, con pijama” recuerda Diana, quien con la naturalidad de alguien que, como ella dice, “está acostumbrado a ver misiles caer por 20 años”, esperaron a que todo terminase en unos 10 minutos. Pero ese día fue diferente y decenas de misiles continuaron cayendo por alrededor de una hora.
Entonces, su esposo Marcelo recibió una llamada de que había caído un misil en su lechería. “Decidí ir solo a la lechería”, continúa Marcelo con los relatos de ese día. “Lo que vi fue un desastre. Vacas muertas, agua que salía por la explosión, el techo destruido. Le dije a los muchachos que trabajan conmigo que se fueran al cuarto seguro de sus casas y que no salieran. De regreso a mi hogar escuchaba disparos, pero, no entendía qué pasaba. Luego me enteré de que los terroristas habían comenzado a entrar a la zona”.
Las historias que les comenzaron a llegar de sus vecinos no hacían más que reflejar un escenario dantesco: “Están quemando mi casa. Nos están disparando. Está entrando humo al refugio. A mi bebe le falta aire. Mi bebé se está poniendo azul”, eran solo algunos de los mensajes, que llegaban uno tras otro, de sus vecinos.
“El kibutz es una granja comunitaria. Un lugar donde nos conocemos todos y nos repartimos las ganancias. Tenemos muchas actividades en conjunto. Son personas muy cercanas que ves todos los días. Esos mensajes fueron terribles para nosotros”, agrega Marcelo.
Horas de agonía
La familia Wasser pasó 12 horas refugiada en el cuarto seguro, sin agua, comida o leche para el bebé, mientras seguían recibiendo mensajes cada vez más alarmantes y carecían de noticias de sus familiares que vivían en otras zonas.
“Escuchábamos afueras los tiros, los gritos. Teníamos dos perros que tratábamos que estuvieran en silencio y que el bebé no llorase, para que no se escuchara que estábamos escondidos. Fueron 12 horas muy difíciles. Con el miedo de saber cuándo iba a llegar nuestro turno y qué iba a pasar con el bebé”, recuerda Diana.
Un ataque indiscriminado
Israel declaró la guerra a Hamás el 7 de octubre tras un ataque indiscriminado del grupo islamista, que incluyó el lanzamiento de más de 4,000 cohetes y la infiltración de unos 3,000 milicianos que mataron a unas 1.200 personas y secuestraron a más de 240 en comunidades israelíes cercanas a la Franja de Gaza.
En ese punto, el rostro de Diana cambia. Una mueca de horror la hace callar momentáneamente. “Después nos enteramos de todas las atrocidades y aberraciones que los terroristas realizaron. Cosas que para mí son casi imposible volver a contar”. Pero continua, quiere que la historia de horror que vivieron se conozca. “El cuarto seguro, es un espacio contra misiles, no contra terroristas. Tiene un picaporte que uno lo mueve para expansión por si cae un misil cerca de la casa y muchos estuvieron sosteniendo por largo tiempo esa manija para que los terroristas no pasarán. Pero, ellos descubrieron que si disparaban hacia el cerrojo lastimarían las manos de los que sostenían y podían entrar”.
Lo que los terroristas hacían una vez lograban entrar, va desde el asesinato, la violación y la tortura. “Mataron a padres frente a sus hijos y a hijos frente a sus padres”, dice Diana con la voz opaca, no necesita decir otra cosa para reflejar lo que hay en su corazón.
Para su fortuna, su familia fue rescatada por el ejército israelí y llevada a un lugar seguro. Sus demás hijos, también corrieron con la suerte de sobrevivir aquel día.
‘La guerra es contra Hamás’
La pareja de esposos reflexiona que no se trata de una guerra entre Israel y Palestina, sino contra el grupo terrorista Hamás. “Hago diferencia entre Hamás y los palestinos, entre nosotros (Palestina e Israel) hay una larga historia que muchos no cuentan. En nuestra zona, por ejemplo, hay una ONG para cuidar a niños palestinos y llevarlos a hospitales judíos. Se les lleva comida, medicamentos, pasan de Gaza a Israel. Por eso hago la diferencia” dice Marcelo.
Si bien, Marcelo es enfático en que “Hamás debe desaparecer”, asegura que espera que algún día ambos países encuentren la paz. “Yo siempre he dicho que la paz se hace con los enemigos, no con los amigos”, comparte, esperanzado que a futuro existan políticos de ambos lados que se sienten a dialogar.
Para ellos, como víctimas y sobrevivientes, la paz se trata de educación. “Hay que educar para pensar que el prójimo que tienes enfrente no es un enemigo. El mundo debe entender que esa es la fórmula de la paz”.


