Como una gigantesca ave tropical multicolor de forma indefinible y amplios vuelos, bañada por el océano Pacífico, el Museo de la Biodiversidad (Biomuseo), llegó para quedarse, luego de irrumpir en el horizonte citadino.
El inicio formal de operaciones de este proyecto sin precedentes, que fuera puesto en papel por el laureado arquitecto canadiense Frank Gehry y convertido en realidad luego de un arduo proceso de recolección de fondos, logística y ejecución, marca un hito en la historia cultural, natural y arquitectónica de Panamá.
“Se puede declarar que la obra está más que lista y operativa para que los miles de visitantes puedan empezar a circular por los espacios”, indicó el ingeniero César Kiamco Castillo, uno de los constructores del proyecto y miembro del cuerpo de activistas que promueve la difusión de la nueva megaestructura que reposa en la calzada de Amador.
Además de un “imán para el turismo extranjero”, el Biomuseo es de visita obligada para los panameños que deseen actualizar su visión histórica natural del país, dijo Kiamco.
“Panamá no es solo el Canal y la presencia de los españoles desde 1502; Panamá es fundamental para la vida en el mundo, en la Tierra como hoy la conocemos”, indica Kiamco. Lo explica así: “Cuando se crea Panamá, se crea la Corriente del Golfo, (vinculada al clima mundial) y las especies pasaban del norte al sur, entre ellas los primeros homínidos”.
A diferencia de otros centros especializados en temas educativos juveniles, el nuevo museo es para todo público y está proyectado para tender un puente hacia las futuras generaciones, entre ellos los niños y a los jóvenes de las escuelas primarias y secundarias del país.
El museo es un verdadero imán. Por ejemplo, hay cupos reservados para grupos estudiantiles hasta el mes de marzo del año 2016 y la lista de colegios que inscriben a sus alumnos sigue incrementándose, informan fuentes de la organización.
La obra, que se está equipando y construyendo por etapas, y que implica un incremento sucesivo de sus salas de exhibición internas y espacios externos, representa, a juicio de César Kiamco, una inversión de al menos $90 millones, a lo largo de los 10 años que han transcurrido desde el boceto inicial que dio forma a la idea, hasta el arranque de operaciones al público. La etapa A fue la inaugurada ayer.
Una de las preguntas planteadas por expertos curadores y administradores es el financiamiento, vital para la proyección eficaz del Biomuseo en el tiempo.
La presidenta de la Fundación Amador, Pilar Arosemena de Alemán, declaró anoche en la gala de recaudación para la segunda fase del museo, que el presidente Juan Carlos Varela se comprometió en nombre del Estado a apoyar la segunda etapa.
Aclaró que se utilizará una fórmula similar a la de la fase A, en la que “el Gobierno aportó cerca del 80% y el sector privado 20%”. Arosemena desconoce cuál será el aporte exacto. Pero estima que el Gobierno podría aportar unos $10 millones o $12 millones, teniendo en cuenta que esta fase podría costar unos $15 millones. “Estamos por verlo”, acotó.
El Banco de Desarrollo de América Latina y la Fundación Amador, encargada del desarrollo y mantenimiento del Biomuseo, firmaron desde hace un año un acuerdo de apoyo técnico para la formación de guías. El director del Biomuseo, Víctor Cucalón, dijo en ese momento que el proyecto cultural devolvería a la sociedad “el costo y el trabajo” técnico que involucró su construcción.
ESTRENO VARIOPINTO
La presencia de adversarios políticos no restó brillo a la jornada inaugural. Bajo la nueva estructura coincidieron el presidente de la República, Juan Carlos Varela, y su predecesor Ricardo Martinelli. También asistieron, entre otras figuras públicas, la expresidenta Mireya Moscoso, en cuya gestión se dieron los primeros pasos para la construcción del proyecto.
El Biomuseo es la primera obra arquitectónica construida en Latinoamérica por Frank Gehry, famoso por diseñar obras tales como el Museo Guggenheim de Bilbao, en España.
El museo cuenta con el apoyo técnico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Un diseño 'único' inspirado en los colores del país
Posterior al acto de apertura del Biomuseo, en la mañana de ayer, Copa Airlines inauguró en la planta baja de esta obra la galería “La Huella Humana”, una sala semiabierta que ha donado al museo y que los visitantes podrán apreciar de forma gratuita. Las 16 columnas coloridas con superficie de vidrio que componen la exhibición brindan detalles sobre la evolución humana en el istmo de Panamá y sus interacciones con la naturaleza a través del tiempo.
La aerolínea aprovechará su plataforma como hub de las Américas para promover este nuevo ícono turístico, indicó Marco Ocando, director de mercadeo y comunicaciones de Copa Airlines, quien destacó la relevancia cultural del Biomuseo para el desarrollo y la educación de la juventud, y su aporte al conocimiento científico de la biodiversidad.
El arquitecto Anand Devarajan, socio de la firma de Frank Gehry, encargada del diseño del museo, explicó que se trató de hacer un diseño único en sus formas, orientación y colores, en el que se consideraron elementos como la vegetación en el espacio externo, la ventilación natural, la vista del Canal y de la ciudad de Panamá. La geometría es una interpretación de la biodiversidad y los colores vibrantes de los edificios y los antiguos autobuses “diablos rojos” sirvieron de inspiración para darle ese toque criollo que buscaban y que aporta identidad cultural a la obra.
Por su parte, Bruce Mau, diseñador de las galerías permanentes, destacó el valor del Biomuseo al estar dedicado a la biodiversidad, y señaló que se tomó en cuenta los cambios del surgimiento del istmo de Panamá para transmitir que el país está comprometido con la vida. Se incluyó la transformación cultural de las personas como un elemento que contribuirá a que el público vea el mundo de otra forma y se logre así el impacto deseado con esta obra. Frank Gehry no estuvo presente en la inauguración del Biomuseo debido a conflictos con su agenda.
TAMARA DEL MORAL
