El presidente electo José Raúl Mulino Quintero, presentó ayer a casi todos los integrantes de su gabinete ministerial actualmente conformado por 10 hombres y 4 mujeres, y con las designaciones pendientes de los Ministros de Educación, Gobierno y de Vivienda y Ordenamiento Territorial.
Aunque una buena parte de los nombres se habían filtrado en días pasados, la confirmación de estas designaciones envió varios mensajes a la opinión pública nacional y a la comunidad internacional.
El primer mensaje lo envió la ausencia de operadores políticos del martinellismo. Si algo tiene en común este gabinete es que es más tecnocrático que político. Mulino está consolidando “su” gobierno y no necesariamente el del partido RM, o el que su fundador hubiera deseado.
El segundo mensaje es lo que en el mundo anglosajón se denomina como “personnel is policy”, lo que quiere decir que la designación de una persona a un cargo es una manifestación expresa de la política pública que se va a seguir.
Si un político con una trayectoria que lo vincula estrechamente con los temas ambientales y con planteamientos antimineros es designado como el futuro ministro de Ambiente, el mensaje implícito es que el cierre de la mina se va a realizar. A su vez, si un expresidente de la Cámara de Comercio, especialista en administración de proyectos de construcción será el nuevo ministro del Canal y secretario de metas, quiere decir que el embalse del río Indio se va a desarrollar.
La designación de Felipe Chapman como ministro de Economía y Finanzas hizo que los bonos panameños subieran de valor y que muchas agencias de noticias internacionales, así como líderes empresariales y políticos en Panamá, expresaran su reconocimiento de que dicha designación envió un poderoso mensaje de confianza.
El tercer mensaje lo envió el gabinete designado en su conjunto: éste bien pudo ser, con algunas excepciones, el gabinete de Rómulo Roux. Con un tono abiertamente proempresarial, un predominio de los varones y significativamente capitalinos, dejan en claro que Mulino no hizo un cálculo electoral o una alianza de intereses para conformar su gobierno.
Esto significa que el mandatario electo sabe perfectamente que los votos que recibió el 5 de mayo pasado fueron prestados, y que la bancada del partido Realizando Metas (RM) no está necesariamente a su servicio.
Poco tiempo después de la presentación de los designados por Mulino, las redes sociales se inundaron con imágenes de una reunión en la embajada de Nicaragua en la que el expresidente Ricardo Martinelli también presentaba lo suyo: dos nuevos miembros “voluntarios” de la bancada del partido RM, los diputados Isaac Mosquera del Molirena y Nelson Jackson del PRD. Se le recordó a la opinión pública que esta bancada apoyaría al diputado electo Luis Eduardo Camacho como aspirante a la presidencia de la Asamblea Nacional.
El malabarismo de Mulino
Los nombramientos no han concluido. Faltan tres ministros, se desconocen los nombres de casi todos los viceministros, y por supuesto las jefaturas y autoridades de institutos, empresas estatales y entes sumamente atractivos como la Lotería Nacional de Beneficencia, la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre, la Autoridad de Turismo de Panamá, la Autoridad Marítima de Panamá y el Servicio Nacional de Migración entre otras. Todas las cabezas de estas entidades deben ser ratificadas por la Asamblea Nacional, lo que representa un gran desafío para el presidente electo.
Por una parte es muy probable que los partidos RM, el PRD, Cambio Democrático, Alianza y el Molirena, conformen el bloque mayoritario del Órgano Legislativo. Esto no le conviene a Mulino, porque se repetiría lo que le pasó a los presidentes Varela y Cortizo con la Asamblea Nacional.
Para que el gobierno de Mulino funcione, el mandatario necesita que se establezca una alianza legislativa, integrada por el Movimiento Vamos, el partido Panameñista, el Movimiento Otro Camino, el Partido Popular, y que haya un puñado de deserciones del PRD hacia esta alianza. De esta forma, esta mayoría podrá servirle a Mulino como una barrera contra los apetitos desmedidos del partido RM y de su fundador. Sería muy fácil negarse a darle curso a una solicitud descabellada de fondos públicos explicando que por ejemplo el diputado Ernesto Cedeño, como presidente de la Comisión de Presupuesto no va a dar la aprobación. Igualmente se daría la misma reacción con la designación de algún procurador, magistrado de la Corte Suprema o del Tribunal Electoral, que intente ser impuesta por el partido RM, y que tenga que enfrentarse a una Comisión de Credenciales presidida por la diputada Walkiria Chandler.
La nueva administración nacerá con dos frentes abiertos. Uno es que el asilado en la embajada de Nicaragua, tendrá altas expectativas que requerirán alguna respuesta, y en segundo lugar están las decenas de miles de personas del partido RM que caminaron las calles, veredas y trillos de este país buscando votos y movilizando a los votantes el día 5 de mayo. Seguramente ellos también esperan atención a sus peticiones y junto a la gran masa que respaldó la idea de que Mulino es Martinelli, estarán a la expectativa de la lluvia de maná, o el “chen chen” prometido en la campaña.
En su discurso de ganador en la noche del domingo 5 de mayo, Mulino continuó con los mensajes de la campaña. En su discurso del jueves 9 de mayo, cuando recibió la proclamación de la Junta Nacional de Escrutinio, Mulino dio un discurso más cercano al estadista que reconoce las grandes tareas venideras. En ese discurso no mencionó a Martinelli ni a la mina. Entre el domingo en la noche y el jueves, Mulino había tenido una infinidad de reuniones y llamadas. Entre tantas comunicaciones se destacó su desayuno con la embajadora de los Estados Unidos Mari Carmen Aponte, y la llamada telefónica que el jefe de la embajadora, el Secretario de Estado Antony Blinken, quien lo felicitó el martes 7. Se conoció que en esa conversación se habló sobre el tema de la corrupción. Esto pudo influenciar el cambio de estilo de la comunicación pública del presidente electo.
Mulino tiene que balancear las presiones internas provenientes del expresidente en su embajada- por-cárcel, las aspiraciones de la masa del partido RM, las expectativas de un país que espera un manejo responsable del Estado, y la constante interacción con los intereses del gobierno de los Estados Unidos, que ahora más que nunca, por la crisis en el Medio Oriente que amenaza al Canal de Suez, y por las olas migratorias por Darién, requiere que Panamá se ponga a la altura de los desafíos globales sin caer en manos de una cleptocracia. Todo esto, y lo que se sume como reacción a lo que se proponga hacer su gobierno sobre la Caja de Seguro Social, la deuda pública, el agua, la educación, la atracción de inversiones, la generación de empleos, el alto costo de las medicinas y el sinfín de los problemas nacionales, enmarcará la administración del próximo presidente.


