Las elecciones del 5 de mayo de 2024 marcan un parteaguas entre dos épocas de la política panameña. El país transitó de una era en la que los partidos políticos tradicionales (PRD y Panameñismo) eran los protagonistas principales de todas las elecciones, hacia un rompimiento de ese “bipartidismo”.
Así, en el periodo democrático, en 1994 gana la presidencia un candidato del PRD; en 1999 la ganó una candidata del Panameñismo, en el 2004 la vuelve a ganar un candidato del PRD. En el año 2009 se deja ver una fisura, en la que el candidato ganador no pertenece a ninguno de los dos grandes partidos, pero tuvo el apoyo del Panameñismo, en el 2014 repite el Panameñismo, y en el 2019 lo recuperó el PRD. Por supuesto que todas estas veces que ganaron tanto el Panameñismo como el PRD lo hicieron en coaliciones,
Ahora, en el 2024, la elección fue ganada sin la participación del PRD o del panameñismo. Es más, los dos primeros candidatos de esta elección, es decir, Mulino y Lombana recibieron 58.83% de los votos, sin apoyo del Panameñismo ni del PRD. Ambos partidos tradicionales entran en una franca implosión.
El Panameñismo pierde diputaciones en el área metropolitana, las gana en las zonas rurales, y el PRD pierde sus cuarteles de invierno, las 5 alcaldías más grandes del país, pierde tanto diputaciones como representantes de corregimientos en la zona metropolitana.
El efecto sistémico del torneo electoral ha sido esencialmente un cambio generacional en las caras y lealtades de diputaciones y gobiernos locales, mientras que a nivel presidencial la tendencia fue hacia dos fuerzas políticas definidas por sus fundadores. José Raúl Mulino es el rostro electoral de Ricardo Martinelli, mientras que Ricardo Lombana lideró el voto alternativo.
Mulino presidente
Los votos más importantes que recibió José Raúl Mulino se manifestaron antes del torneo electoral. Primero estuvieron los 2 votos de los magistrados del Tribunal Electoral Luis Guerra y Eduardo Valdés, y por supuesto los 9 votos de las magistradas y magistrados de la Corte Suprema de Justicia que defendieron el derecho de Mulino a correr a la presidencia, sin haber pasado el proceso de primarias y sin estar acompañado de un candidato a la vicepresidencia de la República.
La propaganda electoral de Martinelli y Mulino fue la más disciplinada de todas. Su primer mensaje fue que Mulino era Martinelli, y que Martinelli era Mulino. Pasada esa etapa, se enfocaron en un solo mensaje central el “chen chen”, es decir, la economía personal de uno de los segmentos más empobrecidos y vulnerables de la población panameña.
El voto de Mulino fue motivado por razones económicas, no ideológicas. A diferencia de la campaña de Martinelli y Mulino, las otras campañas cambiaban de jingle a cada rato, alteraban sus eslóganes, las líneas visuales eran erráticas, y en ocasiones la propaganda pasaba por aburrida y repetitiva. No es un accidente, que Lombana, que casi no tuvo propaganda, llegara en segundo lugar.
El tercer aspecto de la campaña Martinelli Mulino fue irónicamente que era contestataria, a pesar de que estaba en todas partes todo el tiempo, la campaña incluía un cierto elemento de desafío cómico y ridículo, cuando el expresidente lanzaba arengas o hacía declaraciones políticas en la sede de la embajada de Nicaragua, sin rubor alguno.
Las instituciones tales como el Tribunal Electoral y el Ministerio de Relaciones Exteriores quedaron como caricaturas, ya que en los tres meses de campaña y asilo, no pudieron evitar que el exmandatario violara la Convención de Montevideo de Asilo Diplomático y la Convención de Viena de
Relaciones Diplomáticas
A la vez, Martinelli afirmaba en su campaña publicitaria que todos los casos judiciales en su contra eran persecución política. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, sobre todo si nadie la refuta. Las instituciones como la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General de la Nación, la Presidencia de la República y todos los demás candidatos presidenciales se quedaron callados o mencionaron el tema intermitentemente, permitiendo que Martinelli construyera una “verdad” social que ayudó a Mulino a ganar la elección.
El voto cruzado
Al postular relativamente pocos candidatos fuertes a los cargos de diputados, alcaldes y representantes de corregimientos, el partido Realizando Metas hizo posible que alguien votara por la coalición Vamos para diputado y votara para RM para presidente. Incluso los candidatos para esos cargos de otros partidos pedían el voto a su favor, y le decían al votante que podía optar por cualquiera para presidente. Es evidente que la relación Vamos-Moca, le consiguió muchos votos a Vamos funcionando muy bien en una sola dirección, pero no fue todo lo recíproco que pudo ser.
Veamos algunos números: en el 2019, Ricardo Lombana obtuvo el 18.84% de los votos y Ana Matilde Gómez obtuvo el 4.77%, entre ambos sumaron 23.21% de los votos. En el 2024, Lombana obtiene el 24.59% de los votos, es decir, apenas 1.38% más que el margen de votos totales obtenidos por los independientes en la elección anterior. Esto significa que, para efectos prácticos, Lombana obtuvo un porcentaje similar al de todos los votos independientes de las elecciones de 2019. El partido Moca solo obtuvo 4 diputados, en estas elecciones.
El movimiento Vamos obtuvo 19 diputados. Hagamos una comparación con el número de diputados que obtuvo Rómulo Roux y el partido Cambio Democrático en el 2019, sacaron 30.99% de los votos y obtuvieron 18 diputados únicamente. En comparación, los 19 diputados de Vamos equivaldrían a una votación similar a la que obtuvo Roux en el 2019. Esto implica que Vamos se benefició con un caudal de votos, entre los que había una porción distinta a la que recibió Lombana.
El voto cruzado fue la razón por la que Mulino no arrasó en la Asamblea Nacional, ni en los gobiernos locales. Las fuerzas independientes, al haber sido el resultado de su propio esfuerzo de recolección de firmas, recaudación de recursos y movilización de sus allegados, no se sentían verdaderamente comprometidas con un candidato presidencial. Si en los próximos meses o años se manifiesta un proceso de transfuguismo en la Asamblea Nacional, o en los gobiernos locales, será evidente que muchos de los recién llegados arribaron al puerto sin una brújula ética ni compromiso con las causas reales de sus votantes.
El error de 1994
Prácticamente, desde que inició la campaña, todas las encuestas publicadas, e incluso las que circulaban en redes sociales, daban a Mulino el primer puesto. Sin embargo, con las encuestas del 2024 ocurrió el mismo problema que con las de 1994: equivocaron el segundo lugar. Recordemos que las encuestas nos vendieron el concepto de que había “trillizos” estadísticos, es decir, que Lombana, Roux y Torrijos, estaban empatados dentro del margen de error de las encuestas.
Algunas de las más recientes pusieron a Torrijos en segundo lugar, y a Lombana en cuarto, mientras que otras pusieron a Roux aventajando a Lombana y a Torrijos. Ninguna de las encuestas publicadas identificó claramente a Lombana como el segundo lugar con 8.57% de votos por encima de Torrijos, lo que significa tres veces el margen de error.
En relación con Roux la diferencia en votos fue de 13.22%, lo que equivale a cinco veces el margen de error. No había trillizos, lo que pudo causar que el llamado voto “útil” se fuera con Martín o con Rómulo.
Supóngase que el voto útil fue tan solo un tercio del voto recibido por Martín y por Rómulo, sería el equivalente al 5.33% de los votos de Martín y al 3.79% de los votos de Rómulo. Sumadas ambas cantidades equivalen a 9.12% de los votos. Si Lombana sacó 24.59%, ese 9.12% adicional hubiera significado un total de 33.71% de los votos, lo que lo hubiera puesto a Lombana a solo 0.53% de Mulino, es decir, poco más de 12 mil votos de diferencia. En las elecciones de 1994 las encuestas pusieron a Mireya Moscoso en cuarto lugar, cuando en realidad estaba en el segundo puesto. Moscoso volvió a correr en 1999, ganando dichas elecciones contundentemente, Ese pudiera ser un viejo camino para Lombana.
José Raúl Mulino es el tercer presidente elegido de forma consecutiva sin una clara mayoría de todos los votos emitidos. En este club se une a Juan Carlos Varela y a Laurentino Cortizo, quienes también estuvieron en el margen del tercio de los votos emitidos.
En un escenario en el que más de 6 de cada 10 panameños votaron por otras opciones, Mulino debería buscar la gobernabilidad de su mandato por medio de los más grandes consensos posibles, respetando las instituciones existentes y haciendo cumplir sus decisiones, construyendo un gabinete de unidad nacional, y respetando todos los derechos y libertades ciudadanas, por encima de cualquier otro valor.
Aunque Mulino ganó por ser el designado de Martinelli, no tiene por qué amarrar el destino de su presidencia a la suerte del exmandatario. La historia del mundo está llena de ejemplos de vicepresidentes que se convirtieron en mandatarios, y cambiaron la línea de lo que venía realizando su predecesor. En esta circunstancia histórica, corresponde a José Raúl Mulino tomar la decisión más importante de su gobierno: hacer lo suyo, o dejar que sea de Ricardo Martinelli. Las metas de Mulino no pueden ser las metas de Martinelli.

