Libertador, del director Alberto Arvelo, es una película realmente impresionante. Brillante decisión de iniciar las acciones audiovisuales en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, que en este 2014 cumple su edición número 40, con un título tan poderoso como este que comparte diversas dimensiones del militar y político Simón Bolívar (1783-1830).
Pocas veces el séptimo arte latinoamericano maneja tal nivel de producción. Su puesta en escena es para quedarse paralizado, con una fotografía hermosa, dueña de una banda sonora de ensueño, rodada en escenarios reales en una docena de países, más un trabajo minucioso de recreación histórica, y un Edgar Ramírez que le da a su Simón Bolívar una presencia mitológica y heróica.
Libertador, una producción venezolano-española, fue el inicio de un evento anual que en esta ocasión reúne más de 120 películas de Iberoamérica y el lugar de encuentro fue el majestuoso Palacio de Congresos de la Casa Colón en Huelva.
Este título, que representa a Venezuela en la carrera por una nominación al premio Oscar en la categoría de mejor película extranjera, es un viaje por la vida y obra del Libertador, una travesía que abarca sus orígenes, sus derrotas y sus triunfos, todo bajo una atmósfera que va del drama de época al thriller político pasando por el melodrama y la aventura en el convulsionado y definitivo siglo XIX para el continente americano.
Su ambición en pos de enaltecer la figura revolucionaria por excelencia de América Latina hace que Libertador sea épica por todos sus costados, aunque al mismo tiempo la ata a ser un tanto adulatoria a esta inmensa figura, pero esto no molesta tanto cuando recordamos que estamos ante el
ser humano que colaboró grandemente al fin del colonialismo europeo en nuestra región.
Estamos ante la más acabada producción de Alberto Arvelo, que en el pasado ha presentado a hombres rectos como en Una casa con vista al mar (2001) y Habana, Havana (2004).