'Primicia mortal': cuando la televisión es un nido de buitres

'Primicia mortal': cuando la televisión es un nido de buitres


Lou Bloom (Jake Gyllenhaal) es un ladrón de poca monta que, por casualidad, instinto o desesperación, se transforma de un día para otro en un “periodista” de crónica roja.

Las comillas guardan relación a que estamos ante un seudocomunicador social, pues nadie que hace una labor como él, bajo un nulo código de ética, merece un título tan respetable.

El director Dan Gilroy escribe y dirige el altamente recomendable thriller Primicia mortal (Nightcrawler).

El comportamiento irresponsable de Bloom le permite a Gilroy mostrar esa clase de noticiero de televisión que solo quiere ofrecer, sin acaso y sin límites, sangre y tragedia a sus espectadores.

Gilroy, quien debuta como realizador con esta magnífica pieza audiovisual, convierte su ópera prima en uno de los mejores 15 filmes estadounidenses que han evaluado, sin piedad, a esa televisión irresponsable que solo piensa en el raiting a costa de lo que sea.

Primicia mortal se equipara a clásicos en la materia como El show de Truman (1998), de Peter Weir; Network (1976), de Sidney Lumet; Un rostro en la multitud (1957), de Elia Kazan y El desafío: Frost contra Nixon (2008), de Ron Howard, entre otros.

No soy el único entusiasmado con Primicia mortal, ya que fue seleccionada como una de las 10 producciones más destacadas de Hollywood en 2014, tanto del American Film Institute como del National Board of Review.

Tan genial es la dirección de Dan Gilroy como fantástica es la ejecución de su protagonista, un Jake Gyllenhaal que ofrece una

labor increíble, tanto, que su Lou Bloom está al mismo nivel de

excelencia que su Jack Twist en Brokeback Mountain (2005); su Robert Graysmith en Zodiac (2007); su Donnie en Donnie Darko (2001) y su Homer Hickam en Octubre Sky (1999).

Dan Gilroy es otro guionista (fue el responsable de las historias de The Bourne Legacy y The Fall) que decide combinar la escritura con la dirección y lo hace con enorme capacidad en Primicia mortal.

HIENAS HAMBRIENTAS

Este drama criminal confirma lo que más de uno sabe, y otros tantos no se enteran: que desde hace décadas la noticia se mide como un valor de mercado y no como un instrumento para informar y orientar al público.

Se entiende que los medios de comunicación social sean una empresa y como tal esperan ganancias por su labor, pero también hay que recordar que debería estar prohibido llevar a cabo negocios con el dolor y la tragedia ajena, en especial con las desventuras de las clases más desfavorecidas, y eso lo plantea Primicia mortal con un ritmo enloquecedor como desequilibrada está la mente y los objetivos codiciosos de Lou Bloom.

Este sujeto, de encanto natural y estudios informales de negocios por internet, llega a los incendios, accidentes automovilísticos, asaltos y cualquier hecho que involucre algo de sangre y sufrimiento, incluso antes que las ambulancias, los bomberos y la Policía.

Cuando está en el sitio, lo que logra manejando por las nocturnas calles de la ciudad de Los Ángeles como si participara en una carrera de Fórmula Uno, ingresa a las casas o a los vehículos de las víctimas violando cuanta ley sea necesaria, y lo que es aun peor, altera la escena del suceso para que lo ya dramático, lo sea aún más.

Bloom encarna al periodista buitre que tanto abunda por este planeta falto de corazón, a esa hiena hambrienta de fama que comete cualquier delito, moral o ético, con tal de lograr una supuesta primicia, y tergiversa la verdad para que su audiencia se sorprenda con las atrevidas tomas de su cámara y aumente así la sed del auditorio por los siniestros.

PÚBLICO ENFERMO

Primicia mortal no solo ataca la pésima práctica de algunas televisoras, sino que también plantea otra certeza: los consumidores de crónica roja quieren cada vez más sangre, desean satisfacer su imparable morbosidad, porque todos ellos sufren de una enfermedad que puede ser contagiosa: la necesidad de regodearse con el mal ajeno.

Por eso siempre es un dilema en el periodismo hasta qué punto se le da al público lo que quiere, hasta qué nivel se le trata de orientar en lo que debe consumir, y en qué medida los propios medios de comunicación alimentan y crean a un público insensible ante el sufrimiento del otro.

No por menos, esos comunicadores de pacotilla como Lou Bloom son descritos por un policía en Primicia mortal como sanguijuelas, y eso es lo que son.

Aunque, pensándolo bien, es injusto, ya que hay estudios serios que apuntan que las sanguijuelas son aliadas de la ciencia.

Nina (Rene Russo), una de las productoras que apoya la ascendente carrera como periodista independiente de Bloom, plantea en Primicia mortal lo que otros productores irresponsables de seguro practican en sus noticieros o se les pasa por su atolondrada cabeza cuando ven que el raiting de su noticiero va en picada: que sin sangre no hay un gran titular, que entre más sangre, habrá más sintonía, y entre más desastres se le ofrece al televidente como complemento de su desayuno, mejor creerá que le están informando.

Bloom va cada vez más allá a la hora de la cobertura de esas noticias que no deberían serlo. ¿Por qué? Porque el televidente enciende la pantalla chica para conocer cuál es la fatalidad del momento, pues en estos tiempos de comunicación instantánea con los teléfonos inteligentes y tabletas, más las redes sociales, la desdicha de ahora no vale nada porque dentro de una hora, o menos, en alguna parte de este mundo de locos ocurrirá una catástrofe que será incluso mayor que la anterior por su impacto, por la cantidad de víctimas fatales, heridos y daños materiales.

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y en Instagram: daniel.dominguez2006

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