Panamá, un destino divertido para aprender español

Panamá, un destino divertido para aprender español


Yu-Chung Ou, de 25 años, es un taiwainés que ha encontrado fascinación por aprender el español en territorio canalero.

Lleva siete meses viviendo en Panamá y es uno de los estudiantes del Centro Acreditado por el Instituto Cervantes de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Panamá. Cursa el nivel C2, para el cual se necesitaría haber pasado dos años de estudios y prácticas del castellano, según explica la catedrática Irina Nemtchenok de Ardila, del proceso de absorción de la lengua española a la fecha dominada por 548 millones de personas en el mundo.

Yu-Chung ahora sabe que su nombre traducido al idioma de Cervantes significa León. Lo pone entre paréntesis en su firma cada vez que la escribe. Más allá de sumar un idioma a su currículum académico, está convencido de que el español le ha “ampliado su visión respecto al mundo”, pero más importante aún es que ha desarrollado “tolerancia para lidiar con las diferencias culturales”.

 

Balance mundial

El español es la lengua oficial de 20 países y el grupo de personas que lo pone en práctica supone el 10% de PIB mundial.



Los estudiosos predicen que el español convertirá en 2050 a Estados Unidos en la primera potencia hispanohablante del mundo. En otras palabras, el idioma será dominante entre sus habitantes como lengua materna o propia.

 

En Panamá hay al menos 13 instituciones dedicadas a la enseñanza del español para extranjeros, según encontró en un estudio la actual directora de la Academia Panameña de la Lengua, Margarita de Vásquez. Dentro de la lista, se ubican tres entidades como reforzadoras de personal especializado en la instrucción lingüística.

Los cursos de español son cada vez más competitivos y atractivos. No se limitan a los horas dentro del aula de clases, lidiando con la gramática y la escritura, sino que se abren a más experiencias ligadas al entorno cultural y la convivencia cotidiana. Esto como respuesta a la demanda, situada en grupos cuyas edades oscilan entre los 20 y 40 años. Sin embargo, Julio Santamaría, de la escuela Habla ya Panamá, defiende que no solo los jóvenes quieren aprender el idioma. El perfil de jubilados angloparlantes con ganas de aprender español es un nuevo nicho motivado, ya sea por que “les gusta aprender algo nuevo o porque buscan mudarse a un país de habla hispana”, afirma.

Español, una lengua dinámica 

Las escuelas de español no son nada nuevo, pero sí el enfoque con el que intentan atraer a más estudiantes foráneos, insertando las actividades turísticas en los programas formativos.

Las escuelas abundan y se instalan en sitios estratégicos como el Casco Antiguo, para aprovechar su variada agenda de eventos culturales en el icónico barrio, y otros abren sucursales en Boquete o Bocas del Toro, donde el olor a montaña o la brisa veraniega son sus emblemas.

 

 

Tiempos modernos

El terreno ganado por el español en el mundo empuja a más extranjeros a unirse al idioma traído del viejo mundo.



Aprender español en Panamá es sinónimo de aventura. Las academias que no están en el corazón del turismo, hacen alarde de la accesibilidad que goza el istmo para estar en la mañana en una playa del Caribe, y en la tarde en una del Pacífico.

El español no solo lo estudian extranjeros que vienen a quedarse en países hispanohablantes. También los hay quienes trabajan en su país de origen y les favorece contar con la herramienta lingüística para obtener una promoción a un cargo. Es el caso de la estadounidense Megan Collins, de 33 años, que decidió aprender la lengua española en la escuela Spanish Panamá, ganadora del certificado de excelencia 2016 de Trip Advisor, un medidor en eficiencia de servicio y trato al extranjero.

Collins lleva tres meses absorbiendo conocimientos y alcanza el nivel intermedio de la formación. Sustenta que en la empresa para la cual labora, con sede en Estados Unidos, cada vez es más común atender a clientes latinoamericanos, lo que la ha motivado a aprender el idioma.

El director de Spanish Panamá, el canadiense Joseph Ennis, casado con una panameña, calcula que los alumnos interesados en los cursos de español son 50% provenientes de Estados Unidos y Canadá. El otro 50% restante se reparte entre países como Suiza, Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia, Inglaterra, Italia, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Japón, China, Taiwán, Rusia, Brasil, y una minoría está representada por África.

El afincado concepto de inmersión entre la oferta puede llevar a los alumnos a convertirse en voluntarios de instituciones benéficas a cambio de ganar experiencia y desenvolverse con el idioma nuevo. En la escuela Habla Ya Panamá les facilitan la entrada a programas con los que pueden ayudar a la comunidad en un algún aspecto de carácter social. “Desde enseñar inglés a niños de escuelas públicas, ayudar con la educación del reciclaje, visitar hogares de ancianos o apoyar a personas con capacidades especiales”, enumera Julio Santamaría, promotor de la escuela Habla Ya Panamá. El paraguas es tan amplio que incluso han desarrollado un programa de jardinería urbana y permacultura, mediante el cual esperan difundir en la población local el conocimiento para producir sus propios alimentos.

Dificultades

Para Mauricio Breton, de la escuela Español en Panamá, lo que más cuesta es enseñarle a los no hablantes de español “el modo subjuntivo, puesto que este tipo de gramática no existe en algunos países”.

La catedrática del centro acreditado opina que a algunos les favorece aprender varias lenguas. “El bagaje cultural adquirido en el aprendizaje permite comprender, intuir y dominar más rápido un nuevo idioma”.

 

Los costos como las amenidades contenidas en los programas de español para extranjeros son diversos. Algunos más económicos si se toman en forma grupal, están entre $9.75 y $13.75 la hora. También hay una diversa clasificación entre una academia y otra sobre la definición del nivel básico, intermedio o avanzado.

Sin embargo, lo que no se descarta de la experiencia es que los alumnos aprenderán siempre divirtiéndose.

 

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