Dicen por ahí que hay quienes nacen con estrellas, y quienes nacen estrellados. El primero es el caso de la nueva sede de La Casa del Marisco (Restaurante Acha), institución capitalina reubicada en Calle Manuel Ma. Icaza, en pleno sector bancario, donde estuviera el Banco Cafetero. El segundo, es el mío, que "no pegué una": ya explicaré.
El sitio es elegante, sobrio y distinguido, con techos de doble altura, candelabros modernos y una mejor distribución de la colección de óleos que caracteriza al restaurante. Antes, estaban hacinados en un par de paredes; ahora, están repartidos por varios sitios, permitiendo a cada obra o grupo resaltar por sus propios méritos y no verse disminuida por la competencia visual. Manteles, servilleta y loza blanca sirven de punto neutralizante, con la elegancia natural que proporciona el algodón de buen peso. El menú, básicamente, no ha cambiado. Pero yo andaba "salada", porque el intercambio con el salonero que tomó nuestras órdenes estuvo salpicado de "no hay" y "se nos acabó".
Mientras llegaba mi RdT, no muy amante de cositas babosas, aproveché para pedir unos escargots, que estaban absolutamente divinos, con aceite de oliva, ajo y un toquecito de jerez.. Yam yam. Luego, cuando nos dispusimos a pedir nuestras entradas, pregunté por el cóctel de centollo, y me tropecé con el primer "no hay" (fuera de temporada). El segundo "no hay" (and the Oscar goes to…) le tocó a las patitas de cerdo (dentro de temporada, o sea cerca de la Semana Santa, "la gente no lo pide mucho"). Y el tercer "no hay" fue del pecan pie, simplemente "porque se nos acabó".
Saliendo de Mercurio retrógrado, hacia mi buena estrella: la comida (rubro "sí se puede") estuvo absolutamente deliciosa. RdT comenzó con un caldo de mariscos que sabía, definitivamente, a mar. También pidió un revoltijo de huevos con langostinos y hongos, plato favorito de ella y de nuestro otro habitué en los esporádicos peregrinajes a la sucursal de Neptuno, quien esta vez se nos perdió de la mira y no nos acompañó; es muy rico, pero un poquito "pasadito" de precio. Por dieciocho dólares, obtienes treinta y cinco centavos de huevos, un cuarto de libra de langostinos de tamaño medio y un cuarto de taza de hongos. O sea, lo puso la gallina de los huevos de oro, porque probablemente es el plato con mejor margen, ya no del restaurante, sino de la república. Lo que me imagino está bien si tienes tarjeta corporativa, pero si no, prefiero gastar mis cartuchos –y mis dieciocho dólares—en el plato fuerte que pedí yo, unos langostinos rebozados y luego servidos con un exquisito rehogo de langosta finamente molida, con un toque de jerez y tomate absolutamente superlativo. Era la primera vez que probaba el plato, que de seguro pasará a mi lista de musts. Finalmente terminamos con el legendario arroz con leche de Acha, que estaba cremoso, untuoso, la máxima expresión de esa maravillosa alquimia que procede del fogón, y que demuestra que los ingredientes más banales pueden también ser los más sabrosos. Algo así como los huevos pericos. Dixit.
FICHA TÉCNICA
• COMIDA: Muy buena
• SERVICIO: Muy bueno
• AMBIENTE: Elegante, contemporáneo
• PRECIO: $25 en adelante
• RECOMENDADOS: Langostinos con langosta y jerez ($18) y Caracoles a la bilbaína ($10.75),
•ACCESO A DISCAPACITADOS: Entrada de atrás
• TELÉFONO: 264-2644
• DIRECCIÓN: Aárea bancaria. Calle Manuel María Icaza. Frente a Sicilianos Café
• HORARIO: Todos los días de 12:00 p.m a 10:30 p.m. (Cerrado el Viernes Santo y Sábado de Gloria).
