MODA Y TRADICIóN

Las cutarras se modernizan

Las cutarras se modernizan
Las cutarras se modernizan

Artesanales y rústicas, las cutarras descuellan como el calzado nacional por excelencia. En su manufactura se evidencia la destreza de artesanos nacionales, quienes por generaciones han amañado y trenzado el cuero vacuno que compone su estructura.

Sin embargo, evoluciona. Colores brillantes, diseños y estampados, y hasta suelas de plataformas les han dado aires de renovación a este zapato tradicional y sinónimo de folclor panameño.

“Se trata de una nueva propuesta artesanal”, opina Anayansi de Hernández, esposa de Arcelio Hernández, reconocido artesano de la cutarra que reside en la comunidad de Las Palmitas, en Las Tablas.

Los nuevos ejemplares suelen acompañar a piezas y vestidos inspirados en los ajuares tradicionales, explica Hernández, quien mira al calzado como una prenda “que viste”.

Con ella coincide Tzaddy Mendoza, propietaria del local comercial Manos Creativas, en La Chorrera, que en alianza con el artesano talabartero Gabriel Mojica creó el “Proyecto cutarras”, dedicado a confeccionar ejemplares con plataformas coloridas y diseños originales para el público femenino.

“No se trata de una moda, sino de un estilo de vida”, apunta Mendoza, quien mira en estos calzados una oportunidad para apreciar el trabajo artesanal local.

Los nuevos modelos han tenido buena acogida, tanto en la ciudad capital como en el interior del país, donde es posible adquirir algunos ejemplares.

De la mano con estas iniciativas, se crea igualmente un nuevo nicho, en donde lo artesanal encuentra una cabida comercial, sin perder su identidad ni sentido de pertenencia patrio.

Las cutarras se modernizan
Las cutarras se modernizan

“Un producto artesanal sobre una plataforma comercial”. Así define la comerciante Tzaddy Mendoza a los nuevos modelos de cutarras que distribuye en su local Manos Creativas en La Chorrera.

Desde el lanzamiento de sus modelos en el Macro Fest, el pasado mes de marzo, el calzado se ha convertido en pieza de demanda tanto local como internacional.

Panameñas residentes en Europa, Estados Unidos e incluso desde Kuwait han mostrado interés por los singulares calzados, señala Mendoza.

Una experiencia similar la vivió Miguel Fernández, propietario de La Casa de la Cutarra, también ubicada en la cabecera de Panamá Oeste, quien hace dos años y medio creó un primer ejemplar de cutarra sobre tacón de plataforma.

Para Fernández, el auge ha sido mayúsculo, pues ha recibido propuestas de empresas para fabricar modelos en grandes cantidades. Sin embargo, su sentir es otro, pues prefiere trabajar directamente con el consumidor, explica el artesano con 26 años de trayectoria.

Los nuevos modelos de cutarras introducen el factor innovación a un artículo conocido como tradicional.

De hecho, algunos proyectos culturales como “San7é Cutarras”, liderado por Jonathan Cedeño y Nayleen Quintero, buscan darle un giro moderno al calzado nacional, sin perder su identidad montuna.

“Lo importante es que las personas continúen viéndolas como su modelo original: la cutarra típica bajita”, recalca Fernández.

Modelos

De acuerdo con Tzaddy Mendoza, existen cinco modelos de cutarras. Para elaborar los ejemplares que distribuyen utilizan el llamado “prototipo comercial”, con algunas modificaciones “para adaptarlo al pie de la mujer”, explica.

Plataformas de colores, altas y de medianas, forman parte de su muestrario estilizado y fabricado por tallas de calzado preestablecidas.

En Las Palmitas de Las Tablas, por otro lado, el artesano Arcelio Hernández crea modelos tradicionales a la medida, que luego son montados sobre la plataforma de preferencia del cliente. “Usamos goma y cuero”, señala su cónyuge, Anayansi de Hernández, quien indica que cada cliente debe llevar su propia plataforma.

Fernández, en tanto, toma la medida del cliente y experimenta con otros patrones que incluyen motivos autóctonos, como las molas gunas.

Oferta y demanda

El cuero es el material principal para la elaboración de estas variantes, cuyos precios oscilan entre 20 y 70 dólares, según sus especificaciones.

Explican los expertos que la hoja de cuero no es barata. “Antes la libra de cuero costaba un poco más de 5 dólares, pero ahora el cuero lo venden por hoja y cada una oscila entre 60 a 65 dólares”, describe Fernández, quien debe desplazarse hasta la ciudad de Chitré para adquirirlo.

Hernández, por su parte, señala que de una hoja se pueden crear de 20 a 25 sandalias.

El trabajo de Hernández comienza cada día a las 3:00 a.m., primero para crear las cutarras tradicionales y luego a las 7:00 a.m. para elaborar las variantes de plataforma.

Los comerciantes, empero, coinciden en que la demanda ha sido buena, sobre todo entre un público joven, entre los 25 y 35 años, como es el caso de Mendoza, quien pronto planea diversificar sus modelos en las ciudades de Panamá y Colón.

“Es una forma de apostar al ganador”, prosigue Mendoza, quien mira con ojos positivos cómo el calzado tradicional masculino ha calado en el vestir femenil contemporáneo.

“Creo que es la fórmula perfecta para que la juventud se interese más por las tradiciones istmeñas, pero desde su propio lenguaje y forma de ver el mundo”, puntualiza la empresaria.


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