Para algunos, un metrosexual es simplemente un hombre que se preocupa por su imagen. Para otros, es una persona con problemas de identidad sexual. Lo cierto es que para gustos, los colores. Hay mujeres a la que les gustan esas características, y hay otras a las que no.
Patricia y Manuel son novios desde hace un año. Ella está feliz porque, a diferencia de sus novios anteriores, este la acompaña de compras y al salón de belleza. “Que mi novio sea metrosexual me ha resultado fantástico. Cuando vamos de compras me ayuda a escoger lo que mejor me queda y conoce las tendencias de la moda, pero no deja de ser un varón”, dice.
En cambio, Carla cuenta que terminó con su novio porque no se sentía “la mujer de la relación. Sentía que andaba con un homosexual”.
Según los expertos -cita un artículo de EFE-, los metrosexuales “están en equilibrio con su lado femenino, y no temen demostrarlo”.
Sin embargo, para la psicóloga Indira Salomón, el término metrosexual es un acercamiento a la homosexualidad. “Hay quienes usan el término para ocultar su homosexualidad. En algunos casos pueden caer en un nivel de feminidad competitivo con la mujer”, añade.
Sin embargo, aclara que el hecho de que un hombre sea aseado y mantenga una imagen pulcra no significa que sea homosexual, “pero deben haber limitaciones, como sacarse las cejas o pintarse el cabello”.
El sociólogo Milciades Pinzón explica que un hombre que acompaña a su pareja de compras y se arregla las uñas no necesariamente es gay. Pero, advierte, cuando gusta de su imagen más que de la imagen de su novia, hay problemas.
Para la psicóloga Rose Mary Reyes, la clave está en el balance. El problema, dice, “es cuando centran su vida en el cuidado de su físico y caen en el egocentrismo. Eso afecta su relación”.
Un estudio de las universidades de St. Andrews (Escocia) y Durham (EU) reveló que a las mujeres les atraen más los hombres con características faciales femeninas (facciones suaves, labios carnosos, ojos grandes y cejas en curva) que masculinas (ojos pequeños, mandíbula cuadrada y nariz grande). A los “machos”, dice el estudio, los perciben como “menos fiables y peores padres”.