Desde la tragedia de Romeo y Julieta (1597) escrita por Shakespeare, pasando por la obstinación de Orgullo y Prejuicio (1813) de Jane Austen, hasta -por qué no- el injusto destino en Bajo la misma estrella (2012) de John Green, se puede decir que el amor es sin duda un tema universal en la literatura. Ese sentimiento que describen es capaz de mover montañas y que nos lleva muchas veces a desafiarnos a nosotros mismos.
Pero ¿qué pasa cuando no es la enemistad, el orgullo o la enfermedad la que nos separa del ser amado, sino el tiempo, 200 años de distancia?
Outlander narra la historia de Claire Beauchamp, una enfermera que tras sobrevivir los desastres de la Segunda Guerra Mundial en 1945, viaja de luna de miel con su esposo a Escocia, donde intentarán retomar su matrimonio y sus vidas, sin contar que el destino les tenía un nuevo giro. Claire es transportada al pasado, a un Escocia en guerra que busca su libertad, llena de violencia, supersticiones y peligros. Ahora, siendo ella una sassenach (forastera) en un mundo que no es el propio, deberá decidir si encontrar la forma de regresar a su presente o afrontar la idea creciente de que su corazón siempre perteneció al pasado.
El plato fuerte del libro es su trama romántica. Aunque los tríos amorosos no son novedad, la autora de la novela, Diana Gabaldon, apuesta por la añoranza, los recuerdos y la impotencia para sujetar lazos, y la inocencia, valentía y misterio, para amarrar otros. En su nuevo mundo, Claire conocerá al joven Jaime, quien se convertirá en su amigo, cómplice y responsable de hacerla dudar sobre los votos de amor que le hizo a su esposo Frank.
Gabaldon, quien publicó este libro en 1991, entrega una obra que deleita por la armonía entre la historia y la fantasía, lograda a través de sus páginas.
Describe, sin mucho alarde, pero con conocimiento del tema, regiones y situaciones de una tierra mística y cómo las ansias de poder la bañaron con sangre.
Pero los parajes y datos históricos son apenas escenarios por donde se extiende la trama que va en un vertiginoso in crescendo, llevando a los personajes a situaciones extremas y obligando al lector a decirse en más de una ocasión, de seguro al igual que Claire: “Son otras costumbres, es otra época”.
Y es precisamente el constante choque de estos dos factores los que convierten a la lectura en una travesía llena de subidas y bajadas, y enriquecen de forma vasta a los personajes. Ya que, aunque la trama recae directamente sobre los hombros de la señora Beauchamp, los acompañantes secundarios gozan de argumento y motivos suficientes para competir por el protagonismo.
ACERCA DE LA SERIE
Estamos, pues, ante un libro rico en historia que logra explotar el folclore escocés sin caer de lleno en la fantasía manteniendo un hilo argumental realista, y que había sido tristemente ignorado por los lectores hasta que la serie de televisión lo revivió.
Cabe destacar que no se debe tomar este libro, como sucede con muchas narraciones basadas en hechos reales, como una referencia estricta de la historia.
Cuando lees Outlander escuchas las gaitas, ves los kilts y te dejas atrapar por una región que parece indomable. Te seduce la magia, regresas al pasado y te vuelves una de esas personas que creen que el amor es capaz de vencer hasta las barreras del tiempo.
