Halconcito Buitrago, un recogepelotas de la final inolvidable

A cuatro días de la final del Torneo Apertura 2025 de la Liga Panameña de Fútbol (LPF), Ricardo Halconcito Buitrago se permitió una pausa en medio de la concentración para regresar, aunque sea con la memoria, a uno de los días que marcaron para siempre su vínculo con el fútbol: la final del campeonato 1995-1996 entre San Francisco y Plaza Amador.

Tenía apenas 10 años, pero aquella tarde de enero de 1996 ya estaba dentro del terreno de juego. No como jugador, claro, sino como recogepelotas. “Le dije a mis compañeros que yo estaba para el lado del gallinero”. El Plaza Amador era dirigido entonces por su padre, Ricardo Halcón Buitrago.

Ese partido no solo definía al campeón nacional. También quedaría en la historia por convocar a más de 21 mil fanáticos en el estadio Rommel Fernández, algo inédito en ese momento para el fútbol local. “Fue una locura. Aquella final fue impresionante”, recuerda Buitrago con brillo en los ojos. “Era recogepelotas”, confiesa.

Halconcito Buitrago, un recogepelotas de la final inolvidable
Ricardo Buitrago padre e hijo posan junto al mural en Plaza Amador. Archivo

El encuentro terminó 1-1 en tiempo regular y se definió en penales, donde el San Francisco se impuso 4-2. Plaza Amador, con el Halcón Buitrago en el banquillo, vio escaparse el cuarto título desde los once pasos. Su hijo, sobre la pista de atletismo del viejo Revolución, vivió de cerca cada emoción.

Hoy, casi tres décadas después, Halconcito es un veterano del fútbol panameño. Con 40 años y el gafete de capitán en el brazo, asume un rol más discreto en su equipo, aunque aún mantiene intactas las ganas. Incluso bromea al decir que esperar jugar este sábado.

Sobre el presente, fue claro. “Estamos contentos por la manera como llegamos. El fútbol no se trata de merecimientos, pero fuimos constantes en el trabajo”, señaló. Y aunque en 2024 su equipo cayó en las dos finales, no quiere cargar con ese pasado. “La gente dice lo de las dos finales pasadas, pero eso ya pasó. Estamos tranquilos y concentrados”, aseguró.

La final de 1996 no solo es recordada por el marcador o los protagonistas. También lo es por el ambiente desbordado que se vivió en las gradas.

Juan Carlos Delgado, entonces presidente de Anaprof, confirmó que se vendieron 16 mil boletos. Otras 2 mil entradas fueron distribuidas por el INDE (hoy Pandeportes) y Anaprof aportó 2 mil más. Sin embargo, el número real fue mayor.

En su libro Un lleno nunca visto, Delgado relata cómo el control del acceso se perdió y se abrieron los portones. Calcula que al menos mil personas más ingresaron sin boleto.

Hoy, Buitrago espera que el Rommel vuelva a llenarse como en aquel entonces. La historia parece invitarlo: otra final entre el Poderoso de La Chorrera y el Equipo del Pueblo, la misma pasión y la ilusión de que el fútbol vuelva a vivir una locura como la de 1996.


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