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Pateando la mesa: Una ausencia inexplicable

Primero lo primero: felicidades a los pelaos de la Sub-23. Se lo propusieron, lo dijeron y lo cumplieron. Panamá es campeón del Panamericano y lo hizo en casa, con un Mariano Rivera encendido, con la gente metida en el juego y con un equipo que se fajó hasta el último out. Adriel González tiró como los grandes, Edwin Hidalgo y Germain Ruiz respondieron con el madero, y al final el 4-1 contra Puerto Rico.

Ahora bien, la otra cara de la moneda es difícil de entender: ¿cómo celebramos este título y al mismo tiempo aceptamos que Panamá no va al béisbol de los Juegos Centroamericanos en Guatemala ni a los Juegos Bolivarianos en Perú? Eso, sinceramente, me deja un sabor amargo.

El Centroamericano no tiene restricción de edad, así que bien pudo verse como un torneo de desarrollo. Y más cuando tienes a un Sub-23 campeón que pide más partidos. No estamos hablando de una inversión privada millonaria, ni de un calendario que compita con otra liga. La inversión en este tipo de justas es básicamente estatal, con el respaldo del Comité Olímpico de Panamá. Sobran las razones por las que había que asistir.

Renunciar a estos torneos es renunciar a podios casi seguros. En el área, Panamá y Nicaragua son los que marcan la diferencia en el bate y la pelota; una final contra los pinoleros es casi una tradición. Con el nivel que mostraron estos pelaos, lo mínimo era garantizar que siguieran rodando, fogueándose y ganando experiencia.

Es cierto que la mirada está puesta en la Copa América de noviembre, que vamos a organizar, y luego en el Clásico Mundial bajo la batuta de José Mayorga. Pero eso no debió significar darle la espalda a los Centroamericanos y a los Bolivarianos. Son competencias distintas, con objetivos distintos. En vez de restar, podían sumar. La Sub-23 estaba ahí, lista para seguir compitiendo y con hambre de demostrar más.

No se trata solo de medallas. Se trata de continuidad, de que los muchachos sientan que hay un camino más allá de los torneos juveniles. La Fedebeis se ha esforzado en crear un campeonato Sub-23 precisamente para que no se pierda el talento que sale del juvenil. ¿Por qué entonces no darle seguimiento con una vitrina internacional como los Centroamericanos?

Hay otro punto clave: el ciclo olímpico. El béisbol regresa a los Panamericanos en Lima 2027 y estará en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, nada menos que en el Dodger Stadium. Si de verdad queremos llegar con opciones a esas citas, tenemos que aprovechar cada torneo regional como escalón de preparación.

Hoy toca aplaudir a la Sub-23, porque hicieron historia al clasificarse al Mundial. Pero también me toca levantar la voz y preguntar: ¿por qué Panamá, tierra de béisbol, se da el lujo de declinar torneos? Esa ausencia no es un detalle menor y de verdad lo digo que no podemos darnos el lujo de repetir.


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