Las recientes suspensiones de vuelos hacia Venezuela por parte de varias aerolíneas han vuelto a poner en debate la seguridad de la navegación aérea en esa región. De acuerdo con reportes operativos, distintas aeronaves han registrado intermitencias e interrupciones en sus sistemas de navegación, lo que ha llevado a las compañías a detener temporalmente sus operaciones como fue el caso de Copa Airlines, Wingo y Satena, que atribuyeron las cancelaciones a esa causa.
Expertos en tecnología han descrito que sobre los cielos venezolanos hay una especie de muro electromagnético que está causando interferencias en en el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, del inglés Global Positioning System).
Las interferencias han aumentado entre octubre y lo que va de diciembre coincidiendo con el aumento de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y Venezuela.
Los ejercicios militares y operativos contra el narcotráfico ejecutados por las tropas estadounidenses asentadas en el Caribe desde agosto se ha acrecentado, al punto que la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) alertó sobre los riesgos de volar en el espacio aéreo cercano al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, que sirve a la ciudad de Caracas. Lo que posteriormente declaró el presidente Donald Trumps, que debía considerarse como un espacio aéreo cerrado.
Específicamente Satena, la aerolínea estatal colombiana indicó este jueves que las irregularidades detectadas en las señales de navegación podrían ser causadas según alertó el Notam de la FAA, por las actividades jamming (interferencia intencionada de señales de radio o satélites para bloquearlas) y spoofing (ciberataques) que están afectando señales GPS, dentro de un área específica del Caribe y a diferentes niveles de vuelo.
Un mapa de la plataforma Flightradar24 muestra el nivel de interferencia que puede haber sobre el sistema GPS. En el caso de Venezuela hay días en los que se se refleja un nivel alto en algunas zonas de ese país, principalmente hacia el Aeropuerto de Maiquetía y algunas zonas del Caribe venezolano.

Un reportaje de Bloomberg publicado la semana pasada alertaba del incremento de esas interferencias que podrían estar afectando los sistemas de aeronavegabilidad y adicionalmente las comunicaciones.

Para comprender el alcance real de estas afectaciones, el capitán Omar Bonilla, asesor del Departamento de Operaciones de la Autoridad Aeronáutica Civil de Panamá, explicó al diario La Prensa, cómo funcionan estos sistemas y qué riesgos implica su deterioro o afectación por interfencias para los vuelos de las aeronaves.
Tres pilares de la navegación moderna
Bonilla explicó que las aeronaves comerciales, como los Boeing 737 y otros aviones de transporte, operan con tres sistemas principales:
Navegación autónoma a bordo, que no depende de señales externas.
Navegación basada en radioayudas en tierra, mediante balizas y estaciones que envían información geográfica a la aeronave.
Navegación satelital, que utiliza constelaciones como GPS (Estados Unidos), Galileo (Europa), GLONASS (Rusia), sistemas asiáticos e indios, sumando hoy más de 118 satélites en operación.
Estos tres componentes permiten que el avión conozca su posición con precisión en tiempo real y ejecute rutas y aproximaciones seguras.
¿Qué está fallando en el espacio aéreo venezolano?
Según el experto, las alertas registradas por las aerolíneas provienen de una degradación de las señales satelitales, que puede ser causada por fenómenos naturales —como la ionósfera o tormentas solares— o por interferencias externas.
Cuando la información recibida por satélite no coincide con la navegación autónoma ni con la terrestre, y la discrepancia supera los parámetros permitidos, la aeronave activa una alerta indicando que la precisión no es confiable.
“El avión compara las tres fuentes. Si una está fuera de rango, avisa que no está obteniendo la precisión necesaria. Es una alerta para decir: esto no está del todo confiable”, señaló Bonilla.

El capitán aclaró que esta situación no implica un riesgo de pérdida de control o desorientación total, pero sí afecta operaciones críticas como las aproximaciones en aeropuertos con menos infraestructura de precisión, como es el caso del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía en Venezuela.
Mientras que aeropuertos como el de Tocumen, en Panamá cuentan con múltiples aproximaciones satelitales y de radioayudas de alta precisión, en Maiquetía dos de las tres pistas operativas dependen de aproximaciones de no precisión, sin guía vertical.

En condiciones degradadas, esto incrementa la carga de trabajo para las tripulaciones y reduce las tolerancias para ejecutar un aterrizaje seguro, especialmente con baja visibilidad o lluvia.
“A medida que te acercas a la pista necesitas mayor precisión. Si no la encuentras, es posible que no puedas aterrizar porque no estás alineado o no tienes una condición estabilizada”, explicó Bonilla.
¿Es viable que exista un ‘muro electromagnético’ interfiriendo?
Consultado sobre la posibilidad de interferencias intencionales, Bonilla explicó que sí es técnicamente posible que señales externas distorsionen las señales satelitales, comparándolo con ondas en el agua que chocan entre sí:
“El satélite envía la señal correcta, pero si en un área se generan otras señales que interactúan con ella, la distorsionan y degradan su integridad”.
No obstante, reafirmó que esto no significa que un país esté “apagando satélites”, algo que va contra acuerdos internacionales y afectaría múltiples sectores como transporte marítimo, terrestre y telecomunicaciones.
¿Pueden los aviones seguir volando?
La navegación degradada no impide que las aeronaves vuelen a niveles altos, pero sí limita las operaciones en zonas montañosas o cercanas al terreno en este caso a los aeropuertos, donde la precisión es esencial.
El experto explica que los pilotos están entrenados para abortar aproximaciones si el sistema indica que no puede garantizar la posición dentro del margen seguro.
Por ello, cada aerolínea evalúa su riesgo operacional y decide si mantiene o suspende vuelos hacia áreas afectadas.
“Si una empresa considera que la precisión no es adecuada para su operación, lo más óptimo es no utilizar ese espacio aéreo. No es que el avión se vaya a perder, pero la incertidumbre de la posición aumenta”, puntualizó.
Las anomalías registradas en el espacio aéreo venezolano son un fenómeno real de degradación de señales de navegación o interferencias, cuya causa puede ser natural o externa. Aunque los aviones cuentan con múltiples redundancias y la seguridad no se compromete gravemente, sí se incrementa la complejidad operacional, especialmente en aeropuertos con menos infraestructura de precisión.
Esto explica la decisión de algunas aerolíneas de pausar temporalmente sus vuelos, mientras continúan los análisis para determinar la estabilidad del entorno de navegación en la región.


