Iniciando el último trimestre del 2022, al revisar los rendimientos a la fecha de los activos financieros a nivel global, sin duda alguna es el dólar el de mayor retorno. Pues en un año que se ha caracterizado por los altos niveles de incertidumbre geopolítica y fuerte volatilidad en los mercados financieros, que han provocado pérdidas de dobles dígitos en los valores de las acciones y de los bonos, la apreciación de la moneda norteamericana frente a otras divisas fue de 17.0% según el índice DXY, el más alto en los últimos 20 años.
Evaluando la variación del tipo de cambio del dólar frente a las principales monedas, podemos observar que éste se fortaleció en 16.7% frente al euro, que ha cotizado por debajo de la paridad por primera vez en su historia. Mientras que, ante el yen y la libra esterlina el dólar se ha apreciado en 26.3% y 22.1% respectivamente.
¿Por qué ha ocurrido esta apreciación? Según los analistas, la respuesta puede ubicarse en los siguientes elementos:
Incremento en la incertidumbre: históricamente cuando se presenta alguna perturbación ya sea geopolítica o económica, los inversionistas buscan refugio en la economía Norteamérica, incluso ante eventos que se originaron en ese mercado como la crisis financiera de 2008. Con la guerra en Ucrania, el incremento en la tensión Rusia – OTAN y entre China y Taiwán, la demanda por dólares aumentó.
Ajuste en la política monetaria: Para hacerle frente a la inflación, los bancos centrales alrededor del mundo han incrementado sus tasas de interés. Sin embargo, el temor de la recesión en Europa y la potencial crisis energética hacen dudar de la agresividad con la que el BCE y el Banco Central de Inglaterra puedan ajustar los tipos de interés. Mientras que la FED tiene más margen de maniobra, de allí que cuantiosos recursos están demandando títulos del tesoro norteamericano e instrumentos del mercado monetario, fortaleciendo aún más al dólar.
Este fortalecimiento tiene consecuencias negativas para las economías que sus monedas se han debilitado frente al dólar. Por una parte, ante una depreciación, las importaciones se encarecen e impulsan el alza de los precios, generando más inflación. Por otro lado, la política monetaria de estas economías trata de aplacar las presiones inflacionarias con incrementos en los tipos de referencia, encareciendo el costo del dinero para las empresas y las familias, ralentizando el crecimiento económico. Igualmente, con el incremento en los gastos públicos y una moneda débil, la deuda pública de estas economías se hace más costosa en términos de moneda local, además con una moneda más débil, el servicio de los compromisos financieros adquiridos en dólares se incrementa, aumentando el riesgo de impago.
Para la región, un dólar fuerte no es del todo malo, ya que las exportaciones, principalmente de materias primas, se abaratan y las remesas de familias aumentan su poder de compra. Para nuestro país, los beneficios son el fortalecimiento de la entrada de capitales y el amortiguamiento de la inflación.
El autor es financista.

