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‘Ningún banco en su sano juicio ejecutará fianzas hipotecarias’, asegura el superintendente Amauri Castillo

‘Ningún banco en su sano juicio ejecutará fianzas hipotecarias’, asegura el superintendente Amauri Castillo

Ante la posible modificación de los préstamos bancarios, revisando las tasas de interés o los plazos de pago, incluyendo periodos de gracia, el superintendente de Bancos, Amauri Castillo, aseguró a este diario que los clientes deben estar tranquilos.

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Modificarían condiciones de créditos Caja de Ahorros anunciará aplazamiento de pagos a los créditos hipotecarios y personales

“No se deben acumular intereses por la falta del pago mínimo en las tarjetas de crédito, no se ejecutarán fianzas hipotecarias y tampoco se harán secuestros. Esta no es la intención de ningún banco”.

De esta forma, Castillo intenta explicar las ventajas financieras que tendrían los clientes que enfrenten problemas económicos a raíz del brote de coronavirus en el país.

Castillo dijo que estas son medidas que cada banco tomará individualmente con sus clientes, dependiendo de cada caso, sin poner en riesgo la estabilidad financiera. En este contexto, detalló por qué no sería prudente condonar las deudas de los clientes bancarios, como se pretende en un anteproyecto de ley presentado en la Asamblea Nacional.

¿Desde cuánto se empiezan a aplicar las medidas anunciadas por la Superintendencia de Bancos de Panamá (SBP) respecto a la flexibilización de los términos de cada préstamo?

En términos generales, las medidas se empiezan a aplicar de manera inmediata. En este momento estamos en etapa de publicación del acuerdo en Gaceta oficial, pero eso ocurre rápidamente. Desde el punto de vista operativo de los bancos, es un tema que se viene trabajando desde el fin de semana, para asegurar que las políticas adoptadas sean operativamente viables.

¿Por qué se habla de posibilidad y no de una orden de estricto cumplimiento por parte de los bancos?

Efectivamente, la SBP lo que ha hecho, de forma prudente, es darle a los bancos las herramientas que le permitan modificar los términos y condiciones de los préstamos. No es facultad de la SBP darle una orden a los bancos, aunque estemos en tiempo de emergencia nacional, como la que se vive hoy. Yo sé que la gente quiere escuchar que la SBP se pronuncie y diga “hay que bajar los intereses, hay que condonar las deudas, pero eso no funciona así”.

¿Por qué no funciona así y cuál es el riesgo de que se haga tal como plantea un anteproyecto de ley en la Asamblea Nacional?

He tenido conversaciones con varios diputados, explicándoles cómo funciona el sistema financiero panameño, que no cuenta con un banco central. La mayoría de los países que han tomado alguna acción con respecto al sistema financiero, han tomado medidas de política monetaria. Pero esa política monetaria la aplica el banco central, que sí tiene un control de tasas de interés, sí tiene un fondo de contingencia para inyectar liquidez en caso de ser necesario. Y sí tiene capacidad de emitir papel moneda. Entonces nosotros, en ese sentido, estamos muy limitados porque no contamos con la arquitectura que tiene cualquier país que sí cuenta con un banco central.

Entonces, ¿qué puede hacer Panamá?

Para maniobrar en este vuelo de mucha turbulencia, lo que decidimos fue: démosles a los bancos las herramientas que le permitan a los clientes nuevos términos y condiciones, entre los que puede estar periodos de gracia. Los bancos tendrán la posibilidad de darle un periodo de gracia. La coyuntura me indica que lo más probable es que esto suceda para los clientes asfixiados por los efectos del coronavirus. Modificar los términos de los préstamos es optativo, porque no todos los clientes tienen el mismo perfil. Habrá clientes a los cuales no les habrán cambiado sus condiciones laborales ni sus ingresos mensuales. Estos casos se analizarán, pero la prioridad será con los clientes que han perdido sus ingresos.

¿Con qué velocidad se analizará cada caso? ¿Esto será vital?

Yo diría que la velocidad es importante, pero más importante es que los bancos tomen conciencia, como en efecto lo han hecho, del sentido de urgencia de las medidas que tienen que tomar para darle alivio, tranquilidad y calma a los clientes. Y eso será sencillo. Resulta que llegó la fecha de pago de la tarjeta de crédito y aunque el cliente no haya hecho su pago mínimo, la tarjeta no le será bloqueada. Y es en ese momento que se pueden dar modificaciones del préstamo. Tampoco se le afectará su referencia de crédito. Si, por ejemplo, hay clientes que no pagaban hace dos meses las cuotas de sus hipoteca, y se les acumula otro mes de morosidad, ningún banco, en este momento -y esto no está escrito- ejecutará la garantía ni quitará la casa. La clase trabajadora puede estar tranquila. Ningún banco, en su sano juicio, empezará un proceso de ejecución de su casa.

Ahora, si me preguntas, ¿cómo lo harán los grandes bancos? ¿Cómo lo harán, que son los que tienen concentración en la cartera de consumo? Pues, ellos no tendrán la capacidad de llamar a todos los clientes. Entonces, lo más probable es que modifiquen de todos los préstamos en el sistema operativo de manera masificada. No hay otra manera, Luego se podrá ver cada caso de forma individual.

Los bancos van a hacer su parte. Y la banca será el mejor ejemplo para que actividades como financieras y mueblerías adopten medidas de flexibilidad para no ahogar a la ciudadanía.

La pregunta que se hacen los clientes es, ¿cómo hacer que la gente crea que esto pueda ser así, si la posición de los bancos siempre ha sido cobrar, por encima de todo?

Estamos ante una situación inédita. En este contexto estamos frente a una situación totalmente diferente. Pero no podemos entrar o pensar ni un solo segundo que la banca debiera condonar deudas, porque el dinero que se presta es de los depositantes, que confían en los bancos. Entonces, como pasa en otros países, aquí no hay un banco central, con recursos y reservas. No contamos con eso, pero tampoco significa que el Gobierno no esté evaluando otras alternativas.

Cuando hablan de alternativas, ¿cuáles serían?

Desde mi óptica, el Estado podría evaluar la posibilidad de tener una línea de liquidez o de contingencia, quizás, administrada por organismo multilaterales.También se habla, como una idea, de usar el Fondo de Ahorro de Panamá (FAP), o ponerlo como una garantía. Pero se necesitaría declarar un estado de urgencia nacional, que no es lo mismo que una emergencia nacional, que apunta más a contrataciones públicas. Cada opción se evalúa en la medida que evolucionen los contagios, pero esto ha tomado una velocidad inusitada. Hay cosas que se tenían pensado hacer en dos semanas, pero todo está pasando muy rápido.


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