El problema de acceso a agua potable en muchas comunidades en Panamá, escuelas, hospitales y áreas remotas tiene en las nuevas tecnologías una herramienta aliada para crear soluciones prácticas y amigables con el medioambiente.
Durante el Foro de Agua 2025 organizado por La Prensa, expertos en el tema analizaron en el panel ‘Soluciones para un futuro azul: innovación, tecnología y acción ciudadana’ distintas propuestas y casos de éxito que ya se aplican en el país para dar respuesta a la crisis hídrica.
Desde prácticas empresariales responsables con la reutilización del agua, hasta el desarrollo de tecnología para la recolección de agua de lluvia, cosecha de agua y el uso de la inteligencia artificial, aplicaciones tecnológicas y análisis de datos en tiempo real, están al servicio del país y la comunidad indicaron expertos.
Francisco De Arco, fundador de Rainwater, planteó un panorama crítico.
“Todavía mueren niños por ingerir agua de mala calidad”, alertó al exponer que el acceso a agua potable sigue siendo un reto en comarcas indígenas y comunidades rurales.
Recordó que, mientras construir una planta potabilizadora puede costar más de 200 millones de dólares, instalar un sistema de captación de agua de lluvia cuesta apenas 25 a 30 dólares por persona.
Entre los resultados más impactantes, De Arco destacó que ya se han captado más de 25 millones de litros de agua de lluvia, beneficiando a más de 60 escuelas y comunidades en Panamá. “Con menos de 3 millones de dólares logramos que decenas de escuelas tengan acceso permanente a agua de calidad”, subrayó. Esta solución ha permitido reducir la deserción escolar, garantizar huertos educativos y fortalecer la seguridad alimentaria con sistemas de riego eficiente y energías renovables.
El especialista recordó que el agua de lluvia es un recurso seguro y subutilizado: “Cuando cae del cielo, viene transparente. Es agua de alta calidad, tanto que en algunos países se embotella como agua gourmet”.
Explicó que con sistemas de almacenamiento que alcanzan hasta un millón de litros, varias escuelas en Panamá ya cuentan con autonomía de 4 meses en época seca, evitando cierres por falta de agua e incluso ahorrándole al Estado cerca de 14 millones de dólares anuales en distribución de cisternas.
De Arco resaltó el papel de la innovación y la cooperación internacional: proyectos de economía circular en la cuenca del Canal de Panamá, convenios con la FAO, Naciones Unidas y empresas privadas, así como iniciativas con energía solar. “La crisis hídrica no se resuelve con medidas reactivas, sino con soluciones tecnológicas y sostenibles. Captar agua lluvia descentraliza el recurso, empodera a las comunidades y garantiza un futuro con agua para todos”, afirmó.
Tecnología y datos en tiempo real
Durante su intervención, Rocío Vega, CEO de Esri Panamá, resaltó cómo la tecnología de punta y la inteligencia geográfica se han convertido en herramientas esenciales para la gestión eficiente del agua en Panamá y el mundo.
Explicó que, gracias al uso de sensores, satélites y plataformas de análisis, hoy se cuenta con un verdadero “sistema nervioso” capaz de generar datos en tiempo real sobre el ciclo hídrico, permitiendo un monitoreo mucho más preciso de los caudales, la cobertura vegetal y la calidad del recurso.
La CEO de Esri Panamá destacó además el papel de la inteligencia artificial y la analítica avanzada de datos, que han transformado el acceso a la información hídrica. Con estas tecnologías es posible no solo entender el presente, sino también anticipar escenarios futuros a través de modelos predictivos, gemelos digitales y pronósticos de caudales con hasta 10 días de anticipación.
Esto representa un avance sin precedentes para la planificación territorial y la formulación de políticas públicas basadas en evidencia.
Un punto clave de su exposición fue el valor del monitoreo de datos a múltiples escalas, desde la atmósfera hasta el nivel de tuberías en la red de acueductos. Casos concretos como el mapeo de plantas potabilizadoras, la integración de datos de deforestación semanal o el análisis de series históricas de precipitación muestran cómo en la región y en Panamá se pueden aplicar estas soluciones que antes hubieran requerido meses de trabajo y que ahora se logran en cuestión de días.
Vega subrayó que la gestión del recurso hídrico no puede depender únicamente de las instituciones, sino que requiere de la participación ciudadana a través de la ciencia ciudadana. Con aplicaciones y plataformas abiertas, los panameños pueden reportar incidencias, proponer soluciones y aportar datos desde su experiencia local, fortaleciendo así la toma de decisiones colectivas. “Los pequeños actos hechos por muchos tienen el poder de transformar el mundo”, señaló, invitando a ver la tecnología y la colaboración ciudadana como motores de cambio en la protección del agua.
Responsabilidad de todos
Leyson Guillén, consultor y experto en ESG y Sostenbilidad, hizo énfasis en la responsabilidad empresarial en torno al manejo del recurso hídrico.
Señaló que la minería —y en general cualquier industria que use intensivamente el recurso hídrico— debe asumir compromisos claros que van más allá de la producción.
Guillén remarcó que toda operación debe partir de tres pilares básicos:
Cuidado al medio ambiente, con tecnologías que reduzcan impactos y prevengan contaminación.
Participación ciudadana, que permite obtener la licencia social mediante transparencia, auditorías y monitoreo conjunto con las comunidades.
Beneficios económicos para el país, garantizando que la actividad productiva también genere valor compartido en las zonas de influencia.
“La minería responsable es posible; la clave está en combinar innovación tecnológica con responsabilidad social y ambiental”, sostuvo.
Añadió que casos como Quevillaveco en Perú, La Escondida en Chile y Cobre Panamá cuando estaba operativa, muestran que las empresas pueden liderar cambios si incorporan estándares internacionales de sostenibilidad, auditorías permanentes y diálogo genuino con la ciudadanía para la gestión del agua.
Precisó que el proyecto minero en Panamá ubicado en una de las regiones más lluviosas del país, posee un sistema que en el que 78% del agua se recircula gracias a un sistema de bombeo que la devuelve a la planta de procesos.
El experto destacó que por más de 10 años la mina desarrolló un monitoreo participativo con 14 comunidades locales, con laboratorios independientes y sistemas en tiempo real que garantizan transparencia y calidad del agua.

