El 21 de diciembre de 1989, Alfredo Maduro estaba en su casa, cuando recibió una llamada telefónica del personal de su empresa. Le avisaron que una turba quería ingresar a Lindo & Maduro utilizando un camión para tumbar el portón.
Maduro no podía salir a la calle, ya que había sido amenazado por los Codepadis. Pero la llamada lo inquietó. Decidió arriesgarse y le pidió a un sacerdote que lo acompañara a sus oficinas. Cuando llegó, se encontró a desconocidos dentro de sus depósitos, cargando mercancía. Otros le pasaban al lado, llevando pantallas de computadora, sillas, teléfonos y hasta útiles de oficina.
“Fue muy impactante ver a personas, sin ninguna necesidad, aprovechándose del momento para llevarse la mercancía para sus casas”, recordó.
Con ayuda de su personal, desalojó a los delincuentes a punta de gritos y, como pudo, cerró las puertas destrozadas. El personal se ofreció para dormir esa noche ahí, por si regresaba la turba.
Lindo & Maduro fue apenas una de las tantas empresas saqueadas después de la intervención militar estadounidense y que dejó pérdidas millonarias en todo el país. Ni Ricardo Martinelli, que años después fuera presidente de Panamá, se libró de aquello.
Martinelli acababa de abrir el Super 99 de El Dorado cuando ocurrió la intervención militar estadounidense. Seis de los nueve establecimientos que entonces tenía la cadena, fueron saqueados. Los únicos que quedaron fueron los de Santiago, Calidonia y Paitilla. En este último, el propio Martinelli contó una vez que tuvo que defenderlo en persona, con ayuda de empleados y vecinos. Sus pérdidas las cifró en 8.5 millones de dólares.
EL CÁLCULO
Según un estudio de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá -que presidía Maduro-, el saqueo dejó daños por 432 millones 193 mil dólares. La peor parte se la llevó el comercio: el 80% de las pérdidas correspondieron a ese sector; el 10.7%, a la industria; el 4.8%, a los servicios, y el 3.9%, a empresas dedicadas a otro tipo de actividad.
La Cámara calculó esa cifra con ayuda de unos formularios que llenaron sus propios agremiados. Para febrero de 1990, había recibido 2 mil 42 formularios. La cifra calculada es muy inferior a los 700 millones de dólares en pérdidas que inicialmente la propia Cámara había reportado, informalmente, al Ministerio de Comercio e Industrias.
Geográficamente, el saqueo tuvo más intensidad en las provincias de Panamá y Colón. Solo en la Zona Libre y France Field, las pérdidas se situaron en 47 millones de dólares.
En esos mismos formularios, los agremiados calcularon en 333 millones 529 mil dólares sus necesidades de financiamiento.
Una de las escenas que más impactaron a Maduro fue ver a los empleados de almacenes, supermercados y compañías que habían sufrido saqueos, acomodando, limpiando y recogiendo para calcular sus daños y reiniciar operaciones cuanto antes.
“Caminé por toda la Vía España y la Avenida Central, y todos los dueños, aunque muy afligidos, estaban muy entregados a la labor de reconstrucción”, recordó.
La clase trabajadora también hizo su sacrificio. Maduro resaltó que muchos trabajadores aceptaron arreglos de pago y reducción de sus jornadas laborales, hasta que la actividad comercial se estabilizara.
“Esta acción les dio a muchos empresarios la oportunidad de volver a inyectarle capital a sus locales, como también para comprar inventario nuevo”, señaló.
Al cabo de seis meses, el 95% de los negocios se había recuperado.
“No creo que ningún otro país, después de haber pasado por una invasión y un saqueo casi total, haya llegado a tener al sector comercial y al sector industrial operando a los niveles mencionados”, remarcó.


