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TRIBUTO

Delmira Pierce, 100 años de glorias y recuerdos

Delmira Pierce, 100 años de glorias y recuerdos
Delmira Pierce, 100 años de glorias y recuerdos

Así también la presentaban: ¡allí viene el tesoro de Río Candela!, era una manera de rendirle tributo a Delmira Pierce de Racine, una habilidosa jugadora de baloncesto que se ha convertido en una leyenda de este deporte.

Ella reside en Los Algarrobos de Chiriquí y en julio pasado cumplió 100 años de edad. Su voz es clara, también su mente.

Sus palabras endulzan una conversación telefónica, que aunque lejos, la acerca una sonrisa dibujada en su rostro, de esas que se dejan entrever por el tono amistoso al hablar.

¿Cómo hizo para llegar a 100 años?, le pregunto; suelta carcajadas y responde: no fumando, no tomando y agrega: “no hay que olvidar la pastilla de la vitamina E”.

Ella fue una de las integrantes del histórico quinteto femenino panameño que sobresalió en los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se desarrollaron en Panamá en 1938. De esto han pasado 80 años, pero no olvida detalle.

Contó que pudo ser la reina de esa competencia regional; un honor que le cedió a Nani Molina, una de sus compañeras del baloncesto.

“Siempre alguien se acuerda de mí, vivo feliz y con una sonrisa, dando gracias por lo que tengo y por lo que hice durante mi carrera como educadora y como deportista”.


Delmira Pierce, leyenda del deporte panameño.

“El día que ella [Nani] murió, yo llamé al director de deportes y le dije: acaba de fallecer la reina de los Juegos de 1938, hagan algo, un homenaje, ¡uff!, no hicieron nada”.

Delmira Pierce, 100 años de glorias y recuerdos
Delmira Pierce, 100 años de glorias y recuerdos

“A mí me propusieron ser candidata de ese reinado, pero no acepté y entonces sugerí el nombre de Nani, quien fue proclamada”, recuerda el ícono del baloncesto panameño, que próximamente será el personaje principal de un documental y que en 2009, junto a otros atletas, recibió la Medalla Manuel A. Roy al mérito deportivo.

El tesoro de Río Candela no tiene temor de confesar sus problemas, tampoco sus sueños y sus dudas.

Hija de Ricardo y Ana, nacida un 15 de julio de 1918 en Doleguita, le pide a las autoridades que no la olviden. Reclama una mejor pensión y un edificio de varias plantas ubicado en la ciudad capital, donde radicó por muchos años. Asegura que cobra 449 dólares mensualmente y que eso no le alcanza.

Aun así dice que vive feliz y con una sonrisa en su rostro, aunque se quejó porque según su criterio, Panamá se ha convertido en un territorio de fútbol, olvidando aquellos deportes tradicionales como baloncesto, atletismo, natación y gimnasia. “Panamá no es de fútbol”, sentenció.

Pidió inversión para canchas deportivas, entrenadores y un gimnasio con todos sus aparatos para la gimnasia.

Ella sabe de lo que habla, durante su vida como educadora dio clases en escuelas como Santa Familia, Instituto Bolívar, Escuela Profesional y por 25 años en el Instituto Panamericano, así que conoce de las necesidades de los atletas.

Está llena de anécdotas, destacó una derrota contra un equipo de Bella Vista, de la cual se justificó diciendo que por asistir a una carreras de caballos no tuvieron el tiempo necesario para descansar.

“Nosotras entrenábamos con los varones, para ser más fuertes”. Fue entonces cuando mencionó a Mundo Candanedo, los Racine, Pablo Rodríguez, se le escapan sus nombres, como sus oponentes de ese entonces.

¿Por qué entrenaban con varones? Confesó que “eso nos hacía más fuertes y nos daba rapidez”.

Contó que ella tuvo la oportunidad de ir becada a jugar baloncesto a Estados Unidos, pero desistió por su desconocimiento del idioma inglés.

En Los Algarrobos, comentó la profesora de educación física, vive en la casa de unos familiares y que su cumpleaños número 100 lo celebró en la iglesia, agradeciéndole a Dios y a la virgen del Carmen con una serenata.

“Siempre hay alguien que se acuerda de mí, mis días los paso con muchas amistades, sobre todo con los profesores del IPA”, dijo Pierce de Racine, quien volvió a su tierra después de la muerte de uno de sus dos hijos. El otro vive en Europa desde hace 25 años. “Él siempre dice que viene y no viene nada”, agregó.

Reveló que tuvo primero que practicar atletismo, como un requerimiento para que su maestra, Matilde Jaén, en la escuela Sucre de David, le diera permiso para jugar baloncesto. “Yo no quería correr, yo quería jugar baloncesto”, destacó.

En la escuela aprendió a picar la bola, tanto con su mano zurda como con la derecha. En la casa, su hermano Gerardo Antonio Pierce (q.e.p.d.) colocó una canasta para perfeccionar sus tiros y su juego. Recuerda que en un partido anotó 85 puntos.

Su certeza en la canasta y su habilidad para jugar le ganaron vítores para Chiriquí, así recibió el apodo del tesoro de Río Candela en el campeonato nacional. “Yo no sabía por qué y me explicaron que era por un río en mi provincia y por la manera como jugaba”.

También conocida como el Ciclón del Caribe, apodo que le dio el periodista cubano Manolo De La Reguera, por su aporte en los Juegos de 1938, donde fue la máxima anotadora.

De esa competencia se mencionó además a sus compañeras Aida Miró, Olga Yanis, Urania Espino, Carmen Perdomo, Cecilia Franceschi y Josefa Mendizábal, entre otras.


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