El aumento de ingresos asociado a la reactivación de la economía y la estabilización del gasto provocaron una reducción del déficit fiscal en 2021, tras haberse disparado en 2020. Pese a la reducción, la brecha entre ingresos y gastos sigue siendo importante.
Los ingresos del sector público no financiero sumaron $11,564.7 millones, cifra que representa un aumento de $1,670.5 millones o 16.9% en comparación con el ejercicio anterior, informó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Crecieron tanto los ingresos del gobierno central como de la Caja de Seguro Social (CSS). El MEF señaló que la CSS “presentó un crecimiento importante de $360.2 millones, debido a la recuperación del sector privado en la recaudación de cuotas regulares y especiales, asociada a la reactivación paulatina en los contratos de trabajos”.
El aumento de los ingresos hizo que el balance fiscal de 2021 cerrara con un déficit de $3,522.8 millones, es decir, $1,698 millones o un 32.5% menos si se compara con los $5,220.8 millones del cierre de 2020.
El déficit fiscal equivale a 5.53% del producto interno bruto (PIB) nominal del cierre de 2021, estimado en $63,718 millones.
El resultado está, por lo tanto, dentro del límite establecido en la Ley de Responsabilidad Social Fiscal, que marcaba para 2021 déficit máximo en el rango entre 7% y 7.5% del PIB.
El economista Luis Alberto Morán dijo que la reducción del déficit fiscal es algo positivo, pero también destacó que debe ser parte de una programación que sostenga esa reducción de manera paulatina.
Lo dice en referencia a la senda de consolidación fiscal que establece la propia Ley de Responsabilidad Social Fiscal, que para este 2022 reduce el techo de déficit a un 4% y lo sigue haciendo gradualmente en los próximos años hasta llegar a un 1.5% en 2025.
La agencia de calificación Fitch Ratings afirmó recientemente la calificación soberana de Panamá y en su comunicado señaló que “espera que el Gobierno cumpla con el objetivo de déficit de la Ley de Responsabilidad Fiscal revisada en 2022”. No obstante, también consideró que el cumplimiento podría resultar cada vez más difícil en años posteriores.
A pesar de la reducción del déficit, el desbalance en 2021 es aún considerable y, según Morán, refleja la falta de disciplina fiscal y de una hoja de ruta, lo que hace que cuando vienen shocks externos el país quede vulnerable.

Gasto
Si los ingresos aumentaron sustancialmente en 2021, los gastos se mantuvieron estables, con una ligera reducción de $27.5 millones o 0.2% para totalizar $15,087.4 millones.
De ese total, el gasto corriente o destinado a las operaciones del Estado, incluyendo los intereses de la deuda, sumó $12,017.3 millones, un aumento de $632.5 millones o 5.6%.
Mientras que el gasto de capital se redujo hasta $3,070.1 millones, una caída de $660 millones o 17.7%. El MEF señaló que este resultado es “producto de una baja ejecución del gasto en inversiones físicas y transferencias al sector privado, priorizando en gran porcentaje al Programa Panamá Solidario”. Los pagos a este programa social, que incluye bolsas de comida, bonos físicos y vales digitales a familias afectadas por la crisis, totalizaron $1,133.1 millones en 2021, según el MEF.
Morán dijo que “los gastos siguen siendo altos” y advirtió de que se refleja una gran dependencia que se está generado con este tipo de programas. “Si no hay apoyo a las empresas y no se crea trabajo, hay que incrementar los subsidios, pero esto no es eficiente. Lo ideal sería ejecutar un plan económico que genere empleos, que fomente la inversión pública y confianza al sector privado”, sostuvo.
Se refirió, además, a una recuperación desigual, en la que hay sectores que están generando más ingresos, mientras otros siguen rezagados y con empresas que todavía presentan secuelas por la pandemia.
El economista advirtió de dos riesgos a los que se expone la economía nacional: uno se denomina la “trampa del ingreso medio” y consiste en países que se estancan y pierden competitividad después de haber llegado a cierto nivel de ingreso tras un periodo de crecimiento económico.
El otro se denomina “la paradoja de la abundancia”, que está relacionado a las economías que empiezan a explotar materias primas y esto hace que se concentren en actividades extractivas y se descuiden otros sectores productivos, como puede ser la industria, el agro o la tecnología.

