La pandemia del nuevo coronavirus llevó a la región de América Central a experimentar su mayor contracción económica en la historia, provocando un aumento de los niveles de pobreza.
Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial (BM) para América Latina y el Caribe, dijo ayer que la tasa de pobreza aumentó de 35% a más del 40% entre 2019 y 2020, debido a la pandemia y al impacto de los huracanes Eta e Iota. Al menos 2.5 millones de personas cayeron en la pobreza en el último año, elevando el número total en pobreza a 20 millones de personas.
Para remontar el vuelo y reducir las cifras de pobreza, es fundamental que se registre un mayor ritmo de crecimiento de la actividad económica. Un factor clave para conseguirlo es el aumento de la productividad, entendida como la mayor capacidad de las empresas y de la mano de obra para producir más y mejores bienes y servicios, según el propio BM.
Aunque la realidad de los países de la región varía en algunos aspectos y en el reporte se destaca de Panamá el crecimiento registrado en las tres últimas décadas, el nivel de inversión respecto al producto interno bruto (PIB) y un mayor desarrollo del mercado financiero, en los seis países de la región hay factores que limitan la productividad y, por lo tanto, se requieren reformas para corregirlos.
Jaramillo destacó en su intervención que el comercio es uno de los ejes centrales para el crecimiento de la región, pero los costos no arancelarios siguen siendo altos. “Todavía tenemos un costo de transporte en la región que sigue por encima de las cifras del África Subsahariana”, sostuvo.
Uno de los desafíos comunes en la región, y del que Panamá no escapa, pasa por mejorar la capacidad del capital humano. “Reducir las brechas de conocimientos y habilidades fortalecerá la productividad, la flexibilidad y la capacidad innovadora de la fuerza laboral. También apoyará el desarrollo de industrias modernas que ocupen intensamente a trabajadores altamente calificados, como las tecnologías de la información y la comunicación, así como industrias menos intensivas en habilidades como el turismo”, señala el informe.
Además, se debe impulsar la inversión en infraestructura física y digital, porque una “infraestructura deficiente obstaculiza el crecimiento económico, exacerba la pobreza y la desigualdad y expone a algunos países a fenómenos naturales adversos”.
En este sentido, teniendo en cuenta que en 2020 se elevaron los niveles de endeudamiento de los países y mermó el espacio fiscal, será necesario buscar opciones alrededor de la inversión privada.
La atracción de inversiones privadas, tanto para infraestructuras como para cualquier ámbito de la economía, requerirá una mejora del entorno empresarial y de la calidad de las instituciones.
Además, el informe se refiere a la importancia de modernizar los códigos laborales. Señala que “las normas laborales restrictivas dificultan el movimiento de la fuerza laboral desde actividades menos productivas a otras más productivas, una característica clave para un mercado laboral eficiente”.
Así, terminar con las restricciones del mercado laboral en general y reducir los límites y costos de contratar y despedir deberían ayudar a los seis países de la región, recoge el informe.

