La era del estímulo, próxima a finalizar



Los funcionarios del Banco Central Europeo (BCE) están empezando a preguntarse cómo le dirán al mundo que el fin de la era del estímulo está a la vista.

Una propuesta de Yves Mersch, integrante del comité ejecutivo, de rever la orientación del BCE respecto de acciones futuras, ha centrado las mentes de los funcionarios a cargo de la política en el desafío de programar una salida de la flexibilización cuantitativa y las tasas de interés negativas.

Si bien fortalecer la economía de la eurozona podría justificar un cambio en el lenguaje, una preocupación mayor es que esto traería aparejadas condiciones de mercado más ajustadas susceptibles de debilitar las medidas actuales, según ejecutivos de Eurosystem al tanto del tema.

Esto significa que probablemente todavía no ha llegado el momento de dicha revisión para el comunicado oficial del consejo de gobierno, dijeron las personas, pidiendo no ser nombradas, dado que las deliberaciones son confidenciales.

Un portavoz del BCE se negó a hacer declaraciones.

El banco central con sede en Fráncfort se halla en una situación compleja, debiendo justificar por qué la eurozona todavía necesita un estímulo sin precedente, pese a que la inflación general se encuentra cercana a su objetivo y la economía continúa creciendo.

Dicha situación será más evidente en el verano si la recuperación sigue siendo fuerte después de las elecciones en Francia y en Holanda y a medida que cobre forma la política económica estadounidense con el presidente Donald Trump, una preocupación clave para los funcionarios.

La posición actual del BCE, decidida por las reuniones sobre la política del consejo de gobierno cada seis semanas y anunciada por el presidente Mario Draghi en su ulterior conferencia de prensa, es que las tasas de interés se mantendrán como las actuales o en niveles más bajos durante un período prolongado, y hasta haber terminado su programa de compra de bonos por 2.28 billones de euros ($2.4 millones de millones).

Mersch sugirió este mes que al insistir en que las tasas bajarían más, sabiendo que los efectos podrían ser impredecibles, el BCE podría dañar su credibilidad.

En un tono más firme después de expresar una idea similar en noviembre, dijo que no debería haber “ninguna demora en realizar los ajustes graduales necesarios a nuestra comunicación”.

El riesgo para el BCE es que, por justificable que sea dicha posición, teniendo en cuenta los datos entrantes, alimentaría de todos modos la idea de que se acerca un punto de inflexión para el estímulo.

En tanto la inflación de la eurozona es actualmente de 1.8% —cerca de la meta de apenas por debajo de 2%, aunque en gran medida debido a los precios de la energía— cada vez se oyen más voces que exigen una discusión relativa a un cambio en esta postura.

Sabine Lautenschlaeger, colega de Mersch, dijo que está“encantada” con el repunte del crecimiento de los precios al consumidor y quiere “volver a la normalización lo antes posible”.

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