El impacto de la pandemia del nuevo coronavirus en Panamá está siendo de tal calibre, que los niveles de producción y valor agregado generados por la economía antes de la crisis podrían no verse de nuevo hasta el año 2023, según la agencia Moody’s.
Renzo Merino, vicepresidente y analista senior del Grupo de Riesgo Soberano de la calificadora, explicó a este diario que en 2021 se espera un rebote económico, más que una recuperación como tal, debido a que la base de 2020 es tan baja que cualquier nivel de actividad mayor se va a traducir numéricamente en un crecimiento. En 2022 sí se empezaría a registrar una recuperación económica en términos de inversión y consumo, pero el producto interno bruto (PIB) aún no llegaría a los $66,787.9 millones de 2019.
Esto es porque el impacto causado por la pandemia en la economía está siendo mayor al proyectado originalmente. Merino señaló que cuando la agencia cambió a negativa la perspectiva de la calificación del país el pasado mes de octubre, sus proyecciones apuntaban a una contracción de 10% en la economía. En los análisis que efectuaron para tomar esa decisión aún no contaban con datos que sí se conocen ahora, como las fuertes contracciones del PIB en el segundo y tercer trimestre de 2020, o el débil desempeño del índice mensual de actividad económica, que acumuló una contracción de 17.75% hasta noviembre.
Esos datos llevan a la agencia a proyectar una caída para 2020 en el rango del 15%.
También empeorarán indicadores fiscales y de la deuda. En octubre, la agencia estimaba que la relación entre la deuda y el PIB se ubicaría en 60% al cierre de 2020. La proyección actualizada es que se elevaría hasta un 65% o 66%, un incremento fuerte teniendo en cuenta que en 2019 el indicador cerró en 46.4%.
“Todos los gobiernos van a salir con ratios de deuda más altos de la pandemia, pero en el caso de Panamá, el deterioro ha sido bastante más fuerte”, dijo Merino, quien aclaró que aún hay información que deben entender, como qué parte del aumento de la deuda corresponde a las cuentas fiscales, qué parte a apoyos parafiscales, como por ejemplo programas de garantías, y qué parte a prefinanciamiento para el ejercicio 2021.
Otro indicador de referencia que siguen de cerca las calificadoras es la carga de los intereses de la deuda sobre los ingresos del Estado. Merino dijo que esperan que al cierre de 2020 el indicador sea de 15.7%, muy superior a la mediana de países con similar nivel de calificación de riesgo, que es cercana al 8%.
Así, las métricas están más débiles respecto al escenario base que contemplaba la agencia el pasado mes de octubre. Ese deterioro en la fortaleza fiscal que tenía Panamá “es algo que en ese momento mencionábamos como un posible factor que podría llevar a una rebaja en la calificación. Es algo que estamos analizando”, dijo.
El analista manifestó que cuando la calificación de Panamá subió de Baa2 a Baa1 en marzo de 2019, el país tenía una fortaleza fiscal más alta que la de los pares. “Con este choque, esa ventaja relativa que tenía Panamá respecto a los pares se ha erosionado al punto que Panamá ya no se vería tanto como un Baa1 sino como un soberano con una calificación más baja”.
Consultado sobre qué tan probable es que se concrete una rebaja, dijo que esa es una decisión que se debe tomar en comité y que no podría adelantarse.
El analista añadió que también le estarán prestando atención al desempeño fiscal de este año y a los planes de consolidación fiscal a mediano plazo. Valoró de manera positiva que se haya dado un primer paso para discutir la reforma de la Caja de Seguro Social, porque la pandemia aceleró el deterioro que se venía produciendo en la institución, y también ponderó algunas fortalezas que conserva Panamá, como la flexibilidad en el manejo del gasto, que permitió ciertos recortes -principalmente en inversión- para evitar un deterioro mayor en las cuentas públicas.
También destacó que el país ha mantenido acceso a los mercados de deuda y con condiciones incluso más ventajosas que al inicio de la crisis.
