Un grupo de investigadores panameños trabaja en la conservación de 17 variedades de maíz criollo o calilla.
A través del proceso de polinización controlada los investigadores lograron rescatar los simientes de maíz calilla, tuza morada, tuza blanca, pollito y caracol.
Las semillas de maíz criollo están conformadas por un endosperma duro y resistente al ataque de plagas como el gorgojo, lo que resulta favorable para los agricultores locales.
Al ser el maíz una planta de polinización cruzada, el material genético de las variedades criollas utilizadas en Panamá se ha contaminado con otras variedades extranjeras. De allí nace la necesidad de rescatarlas, manifestó Omar Alfaro, encargado del proyecto de conservación de cultivos nacionales del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (Idiap).
La investigación y recuperación de las propiedades de las semillas criollas se desarrolló en la finca experimental del Idiap, ubicada en en Ollas Arriba de Capira, provincia de Panamá Oeste.
En el país existen aproximadamente 10 mil hectáreas cultivadas con maíz criollo. Una cifra inferior si se compara con las 20 mil hectáreas que se cultiva de forma mecanizada, manifestó Alfaro.
Las semillas de maíz criollo, que tienen un rendimiento promedio de 30 quintales por hectárea, se cultivan bajo el sistema de siembra a chuzo.
Los productores de subsistencia y los pequeños agricultores -específicamente de la comarca Ngäbe Buglé- son los que utilizan con más frecuencia este tipo de semilla, dijo el funcionario del Idiap.
Los pequeños agricultores también siembran la famosa capachín, semilla que se caracteriza por tener una mazorca con granos de diferentes colores.
En Panamá se consumen cada año cerca de 9.3 millones de quintales de maíz, de los que solo 1.5 millón de quintales es producción local y los 7.8 millones restantes se importan.
En el ciclo agrícola 2014-2015 se sembraron en el país 17 mil 981 hectáreas de maíz y muchos agricultores utilizaron las distintas semillas criollas.