Apenas salían los países de la profunda crisis de los 70 por el aumento del precio internacional del petróleo y entraban a una década, los 80, que ha sido considerada para muchos como perdida para Latinoamérica, la cual se caracterizó por una fuerte crisis financiera, producto de la deuda externa y política, debido al agotamiento de las dictaduras de la región, en las que los sectores sociales luchaban desde la oposición, reclamando derechos en pro de la democracia.
El año de 1989 cambió el escenario. Así, podemos citar las revoluciones de ese contexto, también conocidas como “El otoño de las naciones”, que significaron levantamientos contra los comunistas, primero en Polonia (1988-1989) y luego se extendería a Alemania Oriental, con el posterior colapso de forma pacífica de Europa del Este (Checoslovaquia, Hungría y Bulgaria, excepto Rumania, que el alzamiento se dio de manera violenta). En China, estudiantes reclamaban mayores libertades, lo que provocó una fuerte represión y que el Estado chino introdujera grandes reformas.
Se creía que con el fin de la guerra fría, mayores tiempos de paz y de seguridad se darían para el mundo. Aún no se terminaba de derribar el Muro de Berlín (noviembre de 1989), cuando más de 25 mil soldados estadounidenses invadían Panamá en la operación militar denominada “Causa Justa”.
En principio, muchos la catalogaron como una operación arriesgada, complicada e inevitable, es decir, una buena causa. Otros la consideraron como una intervención grave y a destiempo, sin objeto concreto. La mayoría de expertos internacionales concluyen que fue una vulneración flagrante de los principios del derecho internacional. De lo que no cabe dudas es que fue la mayor acción militar perpetrada por Estados Unidos de América después de la Guerra de Vietnam y el primer conflicto bélico de la postguerra fría (también el mayor desplazamiento de armamento militar de última generación).
El principal objetivo militar de la invasión fue destruir las Fuerzas de Defensa y capturar al general Noriega. En esta, se pusieron a prueba armas y equipos (caza F-117ª Stealth, helicópteros Apaches, anteojos de visión nocturna) por parte de Estados Unidos. Se tienen registros de más de 400 explosiones ocasionadas por bombas, sólo en la ciudad de Panamá.
Luego de 30 años de la invasión a Panamá, sigue abierta una gran herida en nuestra historia debido al desconocimiento de la cifra exacta de los muertos ocasionados, el vacío en los contenidos educativos sobre las causas, los hechos propios de la invasión y sus consecuencias, la eliminación de la materia Relaciones de Panamá con Estados Unidos y el tan esperado reconocimiento del 20 de diciembre como día de duelo nacional, que hacen que no podamos cerrar un capítulo tardío de nuestra historia.
Es por ello que los panameños tenemos prohibido olvidar los hechos que nos llevaron a vivir tan lamentable invasión y es nuestro deber ciudadano luchar para que estos nunca más vuelvan a repetirse.
Los autores son docentes universitarios