El Canal a nivel y el plan estratégico: Miguel Antonio Lee



El Plan Estratégico de Gobierno 2015-2019 (PEG), elaborado por la administración de Juan Carlos Varela, constituye en realidad un marco de estrategia nacional de desarrollo para los próximos 25 años mínimo. Su análisis pone de manifiesto que para la plena ejecución de los programas y proyectos, principalmente los de corto plazo (y en particular los proyectos insignia) se requerirá hacer uso de los ingresos excedentes que genere el Canal ampliado.

Sin embargo, en el caso de los proyectos de mediano y largo plazo, el entorno económico y los supuestos bajo los que se elaboró el escenario de sustentación financiera del PEG han cambiado sustancialmente y continuarán haciéndolo, con una tendencia poco favorable para aumentar o mantener los ingresos excedentes proyectados, finalizada esta administración.

Particularmente, la competitividad del Canal está ya seriamente amenazada, dado que diferentes países están conceptualizando, diseñando o ejecutando proyectos alternativos e incluso superiores al Canal ampliado. Tal es el caso de Egipto, Nicaragua, Estados Unidos, Colombia y México. Otros países están actualizando sus infraestructuras portuarias para atender los servicios ligados al tránsito de buques y el comercio incrementado. Ambas situaciones le restan negocios presentes y potenciales al Canal ampliado y a su hub logístico.

Aún más negativo es que, sin haber iniciado operaciones, el Canal ampliado se queda obsoleto, en la medida que se construyen nuevos buques portacontenedores, sobre todo los super Post Panamax (de entre 18 mil y 22 mil TEUs), de los que ya hay algunos en operación, y muchos otros han sido ordenados por las principales navieras del mundo.

Estos últimos no pueden utilizar el Canal ampliado por su limitación física, y ni siquiera pueden cruzar debajo del Puente de las Américas. Tampoco utilizar los puertos panameños, a falta de infraestructuras operativas, físicas y espaciales adecuadas.

Por ende, si nuestro país no asume una actitud más proactiva, dentro de pocos años los ingresos del Canal no solo pueden dejar de crecer, sino que corren el riesgo de reducirse, con un consiguiente impacto en los programas y proyectos contemplados en el PEG.

Así pues, es imprescindible que la actual administración siente las bases para dejar listo, cuanto antes, un proyecto para la construcción de una cuarta esclusa o de un Canal a nivel. La primera de estas opciones se perfila muy complicada, porque hay serias limitaciones operativas en materia de disponibilidad de agua, debido a restricciones en la capacidad de almacenamiento del lago Gatún y por la incertidumbre respecto al régimen de lluvias a causa de los efectos del cambio climático. Otras dificultades incluyen: pocas tierras libres, nuevas modificaciones a las dimensiones del Canal ampliado, y afectaciones al funcionamiento de este durante la etapa de construcción.

La alternativa de un Canal a nivel presenta ventajas como la disponibilidad de buenos estudios sobre rutas y construcción que solo requerirían de una actualización tecnológica, territorial y ambiental, para validar su viabilidad en este siglo XXI. El Canal a nivel se construiría sobre un territorio no congestionado, lo que permitiría que tenga dimensiones mucho mayores y se diseñaría un hub de Servicios Logísticos de Valor Agregado (SLVA) –puertos y servicios– a requerimiento. La tecnología actual permite la excavación mediante medios convencionales, mitigar los impactos ambientales y gestionar el tema de las mareas.

Un Canal a nivel de grandes dimensiones, en operación a finales de la década de 2020, que funcione solo o de forma conjunta con el ampliado, además de consolidar el boom económico que experimentaría el país durante su etapa de construcción, también haría posible aumentar la demanda de tránsitos y servicios más allá de mediados de siglo, asegurando así los ingentes recursos financieros que el país requerirá para desarrollarse en un mundo cuya economía sufre cambios radicales.

Actuar con un sentido de urgencia es lo más responsable. La ejecución de esta nueva obra aseguraría nuestro crecimiento económico por lo menos durante los próximos 50 años; así avanzaríamos en las metas de progreso social y humano, cuya mejor expresión debe ser la eliminación definitiva de la pobreza extrema en Panamá en el siglo XXI.

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