Pocos minutos antes de ser asesinado, cerrando una multitudinaria concentración a favor de la paz, Isaac Rabin, con su voz gruesa y fuera de tono, cantaba junto a dirigentes y artistas la Canción de la Paz (Shir La-Shalom):
"No digan que el día vendrá/ traigan ese día, porque no es un sueño/ y en todas las plazas de la ciudad / alienten por la paz".
Aquella noche de noviembre de 1995, las certeras balas del asesino pusieron fin a la vida del primer ministro del Estado de Israel y Premio Nobel de la Paz, pero no pudieron matar su legado ni acallar su poderoso mensaje de paz.
Un ejemplo de eso lo podemos apreciar estos días, aquí en Panama, en el marco de la IV Feria Internacional del Libro, donde el colegio Isaac Rabin (cuyo plantel docente me enorgullezco en pertenecer) haciendo honor precisamente a su nombre, presenta una iniciativa extraordinaria para fomentar una cultura de paz, la "Campaña contra los juguetes bélicos" que cuenta con el apoyo de Unicef y del Ministerio de Educación.
"Si queremos vivir ¿por qué jugar a matar?", cuestiona el panfleto que me entregaron en el stand del Ministerio de Educación, donde alumnos y profesores del colegio Isaac Rabin cuentan con un espacio para difundir su propuesta.
"Jugar con armas es malo", me dijo una niñita que apenas sobrepasaba la altura de la mesa donde estaban los libros cuando llevé a mi hijo de tres años y medio a entregar su pistola de agua. "Por eso, si traes tu juguete bélico y lo pones ahí (señalando un tinaco), te regalamos un libro", agregó su compañerita. Y, efectivamente, tras dejar su juguete, mi hijo eligió un hermoso libro de un viaje a la luna.
Otro alumno, este de secundaria, nos explicó la idea de la campaña como una forma de combatir la violencia, así como también la continuación del proyecto: "Al final, con todos los juguetes bélicos que recojamos, vamos a hacer una escultura".
Sin dudas la lección es clara. Estamos viviendo inmersos en una cultura de mucha violencia y necesitamos romper este modelo si realmente aspiramos a construir una sociedad diferente en donde el respeto, la convivencia y la inclusión sean sus valores centrales.
Regalar a nuestros hijos armas de juguete no ayuda a desarrollar una verdadera cultura de paz. Cambiemos el molde, pensemos diferente y transmitamos a nuestros hijos, también mediante los juguetes que les damos, la esperanza de construir un futuro más prometedor.
Como cantaba Isaac Rabin sobre la paz: "no digan que el día vendrá, traigan ese día". Estoy seguro de que esta bella invitación a sumarnos a la campaña contra los juguetes bélicos es el primer paso para que ese día llegue y ojalá seamos muchos los que participemos, "porque no es un sueño".
