MADRID, España. -El pintor español Francisco de Goya y Lucientes vuelve a ser noticia. Y no sólo porque sus hermosos frescos en la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid están siendo restaurados por 1.6 millones de dólares. También es tema de conversación el descubrimiento de dos pinturas hasta ahora desconocidas atribuidas al maestro, considerado el "padre del arte moderno" y de cuya muerte se cumplen hoy 175 años.
Los dos óleos de motivos religiosos, La Sagrada Familia y Tobías y el ángel, fueron pintados presumiblemente hacia 1787. Fueron encontrados por casualidad en la casa de una familia madrileña, donde colgaban en el dormitorio y el pasillo como cuadros aparentemente sin valor. Hasta el momento, varios expertos analizaron las obras y ninguno dudó de su autenticidad, ni siquiera los especialistas del Museo del Prado, que alberga la mayor colección mundial de Goya. A principios de mayo, los cuadros saldrán a subasta en Madrid por 5.3 millones de dólares.
Goya, nacido en 1746 en Fuendetodos, cerca de Zaragoza, como hijo de un dorador y una mujer de la baja nobleza provinciana, era un adelantado a su época. Su atrevida representación de la naturaleza, el espacio, la luz y los cuerpos humanos era considerada revolucionaria. "Abrió la puerta a toda una serie de estilos que se desarrollaron mucho más tarde, como el impresionismo, el expresionismo e incluso el surrealismo", opina el experto en arte Arturo Ansón. El pintor mismo mencionaba a Velázquez, Rembrandt y "la naturaleza" como sus grandes modelos.
Lo que fascina de Goya además de su técnica es su mirada crítica a la época en que vivía. Era un pintor político, que denunciaba la guerra, la miseria o a la Iglesia. A los poderosos de su época los representaba casi como caricaturas. Así lo hizo por ejemplo en el retrato de gran formato de la familia de Carlos IV, de 1801. Podía darse el lujo de pintar a la reina María Luisa, quien tenía el poder real en la corte, en su arrogante fealdad y al monarca mismo como figurante de mirada atontada. Goya no tenía que temer ninguna reprimenda, ya que como primer pintor de la corte gozaba del reconocimiento de la Corona. Los soberanos incluso se sentían "bien retratados".
En esa época, Goya había atravesado una grave crisis. En 1792, a los 46 años, quedó completamente sordo tras una misteriosa enfermedad, quizá un ataque de apoplejía. Pero ese no fue el único golpe del destino. Cinco de sus seis hijos murieron siendo aún muy pequeños y en 1802 falleció su amante, la duquesa de Alba. Ella lo inspiró para dos de sus cuadros más famosos, la Maja vestida y la Maja desnuda.
Pero también le dejaron profundas heridas espirituales las atrocidades de la guerra de la independencia contra las tropas napoleónicas (1808-1814). Sus impresiones quedaron plasmadas en una serie de 82 grabados, "Los desastres de la guerra", tan realistas que se pudieron publicar sólo 50 años después.
Entre 1819 y 1823, el pintor se retiró a su casa de campo en Madrid. "La quinta del sordo" era el nombre con que se la conocía popularmente. Viejo y enfermo, allí se dejó llevar por sus visiones más sombrías. Pintó las paredes con imágenes oscuras y tétricas, las "Pinturas negras". Pero llegó el momento en que el pintor no soportó más el régimen absoluto de Fernando VII. El rey había vuelto a implantar la Inquisición, que tenía a Goya en la mira por sus Majas.
Con la excusa de someterse a una cura, en 1824 se exilió en Francia. Cuatro años después murió en Burdeos, víctima de una apoplejía.
