A pocas semanas de que finalice el año escolar, se puede percibir una inconformidad ante los problemas educativos que se dieron en este año y que de una u otra forma afectaron el normal rendimiento de los estudiantes en todo el territorio nacional, pero de manera paralela a estos inconvenientes educativos, hace algunos días salió el informe sobre los acuerdos alcanzados en la XVIII Conferencia Iberoamericana de Educación, celebrada en El Salvador el día 19 de mayo de 2008. Se trata de una primera versión cuyo objetivo es facilitar el debate que haga posible llegar a un acuerdo entre todos los países sobre la educación que queremos para la generación de los bicentenarios.
Al parecer los organismos internacionales no se cansan de poner topes para evaluar la evolución de la calidad de educación. Digo esto porque hace algunos años la Unesco promovía y daba tope para una integración mundial educativa para el 2015, ahora la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos), nos pone una nueva meta en el año 2021, tratando de acentuar la visión de un nuevo hombre educado en tecnología y con mentalidad abierta a la pluralidad.
Pero lejos de estas utópicas pretensiones de estos organismos internacionales, que no logran desarrollar de manera cónsona los objetivos de sus convenios, la realidad en nuestro país en materia educativa se vive en una completa dicotomía, los gobiernos centrales no logran promover una política de estado que socave el meollo del asunto y haga surgir un plan que ayude a germinar una educación de excelencia.
Todo ello debido a las diferencias ideológicas, por un lado los gremios educativos con ínfulas y matices populares y oportunistas, por el otro la empresa privada que adopta posturas económicas sin una base ética. (Léase La teoría de los sentimientos morales, de Adam Smith).
Lo recomendable para que se comience a fundamentar un plan educativo que nos lleve a formar un ser humano con un perfil reflexivo, indagador, buen comunicador y con valores éticos y morales, que asuma y comprenda su sitio en la historia y pueda hacerle frente a los vaivenes de la vida, se debe primero despolitizar el Ministerio de Educación, ya que no es un secreto de que muchos nombramientos de docentes se den a partir de la politización de las vacantes.
Lo segundo sería reorganizar el sistema de obtención de puntos frente a la capacitación docente, todos los años se ve una competencia desleal por obtener puntos, los cuales funcionan para poder tener un rango adecuado a la hora de concursar por las vacantes que sale al inicio de cada año; por ende, no se aprecia el deseo sincero por parte del educador a mantenerse actualizado para el bien de sus estudiantes.
Otro factor a cambiar de manera inmediata es la mala calidad en los programas educativos, se debe convocar a especialistas en cada cátedra para que se elabore un programa que responda a las realidades de nuestra nación en un mundo cada vez más globalizado. También se puede decir que la mala remuneración económica para con los docentes y las infraestructuras en deterioro producto de la desidia de muchos directores de los planteles educativos así como una burocratización excesiva para adquirir fondos económicos que ayuden a estos centros educativos en decadencia a desarrollarse con normalidad durante el año escolar, si realmente se desea una promoción educativa basada en la excelencia.
Solo nos queda esperar que el gobierno entrante ponga el tema educativo como prioridad en su agenda, ya que el progreso y calidad humana de un país depende de la educación de sus ciudadanos.
