¿Qué es el patriotismo? En términos básicos y concretos, vendría a ser una suerte de sentimiento casi gregario que tiene un individuo o colectividad por su nación; entendida esta como el territorio, su historia y demás imaginarios cívicos que componen su ser sociopolítico.
En Panamá, a pesar de una exaltación casi barroca de lo cívico, se destacan los colores patrios, el culto a la bandera, las marchas escolares y profesionales y los cánticos marciales alusivos a estas fechas. En muchos lugares se realizan actos solemnes que pretenden, al igual que los programas televisivos y radiales, socializar y educar a los ciudadanos en cuanto a la historia, lo que implica destacar gestas, a los próceres y pensadores como Justo Arosemena o caudillos como Victoriano Lorenzo. Además, las obras de poetas como Amelia Denis de Icaza, con su poema Al cerro Ancón; Ricardo Miró, con Patria; y Carlos Francisco Chang Marín, con Que se vayan del Canal, por estas fechas son recitadas por todas partes. Lo mismo sucede con canciones como Patria de Rubén Blades. Este romanticismo, que es una exaltación sentimental y casi revolucionaria del fervor patriótico, más que ser un impresionismo de la efervescencia del ethos nacional, ha sido un catalizador contra la salvaje globalización sociocultural de las ideas importadas, principalmente, de países desarrollados (como Estados Unidos y algunos de Europa), que impulsan, directa e indirectamente, una suerte de ambivalencia moral y sociopolítica, que incide no solo en el deterioro del folclore y en el ideario modernista de Estado-Nación, sino en el respeto y consideración por los símbolos patrios, la idiosincrasia y la historia cívica que nos constituye como una nación.
Así, y a pesar de que algunos historiadores consideran que el ser panameño se forja a partir de 1821, con la independencia propiciada por las élites criollas o en 1903, con la separación de Colombia y el inicio de la época republicana, promovida y orquestada por la burguesía comercial, este espíritu patriótico en su carácter más pragmático e imaginario y en su matiz más generalizada y popular, fue el resultado de la lucha por la soberanía, que no solo implicaba el fin de la dominación de EU, sino la edificación de una historicidad basada en la lucha por el respeto a una sociedad que se constituía como un crisol étnico de expresiones culturales y formas de sentir y pensar su realidad política y cívica. Si bien es cierto que el romanticismo patriótico que manifestamos cada noviembre, no es más que un expresionismo sentimental por lo nuestro, es una oportunidad para vernos como ciudadanos con una misma historia y sentir cívico pero, sobre todo, pertenecientes a una misma sociedad.
