Los méritos de Rubén (permítame tutearlo y perdone la licencia, señor Blades) están por encima de las ejecutorias sumadas de todos los miembros de cualquier comité, que, por cierto, más allá de las festividades oficiales del centenario y una vez pasado el boato y el festín, quedará en el olvido al igual que sus ilustres y desconocidas señorías, no así el arte y el valor de Rubén que trasciende y habla por sí solo y que por más de 30 años le ha cantado a los hombres y mujeres de nuestro país, de nuestro continente y del mundo. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
En el centenario, cantaremos recordando a Ubarraga Mania Turí, Antón Mandinga, Bayano, Pedro Prestán, Buenaventura Correoso y Victoriano Lorenzo, confundidos y hechos uno en Cipriano Armenteros, a galope por el puente de Calidonia.
En el centenario está Prohibido olvidar el Lamento del cazanguero de las personas privadas de libertad, salidos de las esquinas de San Felipe y El Chorrillo, parados eternos, ahora en San Miguelito o San Joaquín, donde quiera que esté el Solar de los aburridos.
En el centenario cantaremos y bailaremos con los que siempre estarán: Pedro Navaja Obarrio, Josefina Wilson, Alberto Aguate, Ligia Elena, Carmelo, Manuela y Ramiro, Adán García. Todos y todas tan vivos y reales, retratos de nuestra carne y nuestros huesos, sin los que no habría pasado ni un lugar común en la memoria para recordar de dónde venimos y para dónde vamos, más allá de 100 años.
En el centenario, a pesar de los que cada cuatro años se aparecen prometiendo, saludando y el voto buscando, recordaremos que patria son tantas cosas bellas.
Ay ... maestra vida, qué difícil es aprender que ...el plástico se derrite si le da de lleno el sol.
