¿Qué nos dicen sobre nosotros las canciones y los poemas del desamor? La comparación de dos clásicos panameños del desamor: el poema “Incidente de Cumbia” y el tamborito “El Moreno Liberal” nos hablan sobre las distintas maneras de expresar y vivir el desamor. El primero es un poema famoso de Demetrio Korsi, que nos cuenta el sufrimiento del tamborero Chimbombó, cuando ve a Meme, la mujer que él quiere, enamorada de otro hombre, que además es gringo. “Es que quiere a un gringo la zamba fatal,” lamenta el poema. El segundo es un viejo tamborito anónimo –pero tal vez escrito por una mujer— menos conocido, pero no menos importante. En este tamborito una voz femenina canta sobre un “moreno liberal” que no la quiere, pero que a ella le “gusta” le “gusta en verdad.”
Aunque ambos nos hablan de tambores, política y desamor, lo hacen desde dos perspectivas muy distintas. El amor de “Incidente de Cumbia” es el amor de la posesión. Si yo te quiero y tú no me quieres, te mato. La mujer es una posesión, que se escapa. Si no es mía y se va con otro, la mato. El poema también es político, y representa el antimperialismo de la primera mitad del siglo XX. Curiosamente, el sentimiento antimperialista sirve para justificar el asesinato de la mujer, que no solo se va con otro, se va con un gringo. Ella no solo le pertenece al negro Chimbombó, le pertenece al país. El limpiar la honra nacional parece casi justificar el asesinato de Meme y su amante. Los sentimientos de Meme no importan, no se mencionan.
Que distinto es el desamor de la cantadora del “Moreno Liberal.” Aquí también hay política. El estribillo dice “me gusta el moreno porque es Liberal.” Eso nos habla de una mujer que dice que lo que más le gusta de este moreno son sus ideas políticas. No sabemos si el moreno era guapo o feo, sólo sabemos que era liberal. Y a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, cuando tal vez se escribió la canción, ser un moreno Liberal significaba pertenecer al partido que había abolido la esclavitud y apoyaba el sufragio universal masculino. Era el partido del arrabal y de la democracia popular.
Pero, a pesar de su tono político, este es también un tamborito de desamor. La cantante dice con voz quejumbrosa “el moreno no me quiere” y después añade con algo de desafío “y a mí que me da.” Y sigue “el moreno es ajeno y a mí que me da…” “por morenos ajenos me van a matar.” El desamor de la mujer es a la vez pícaro y resignado. En ningún momento, ella nos dice que tienen derecho al negro Liberal que le gusta, pero es ajeno. Tampoco menciona querer matarlo. Ella solo expresa su derecho a sus propios sentimientos. Cuando dice “el moreno no me quiere y a mí que me da,” lo hace con cierto desafío, porque para una mujer expresar su deseo es siempre un acto irreverente. Curiosamente, este tamborito también menciona la muerte, pero no la del hombre deseado y ajeno, no. Aunque este tamborito lo canta una mujer, la que puede morir es la mujer. La cantadora dice “por morenos ajenos me van a matar.” Pareciera que la mujer es siempre la que paga cuando se rompen las reglas establecidas, ya sea con la muerte o con el escarnio público.
Pero el enorme desafío de este tamborito, y de otros cantados por mujeres, es recordarnos que las mujeres tienen derecho a escoger quien les gusta, ya sea el gringo de la mulata de “Incidente de Cumbia” o el Moreno Liberal. Y están dispuestas a hacerlo, aunque sepan que a las mujeres que se atreven a escapar y a escoger a quien querer corren el riesgo de ser asesinadas. Por ese se les mataba y, tristemente, lamentablemente, aún se les mata. Y así seguirá siendo mientras se les vea como posesión, como a la mulata de “Incidente de Cumbia” y no como como una persona libre de tener sentimientos como la cantadora anónima del Moreno Liberal.
La autora es profesora asociada del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia
