hoyporhoy_2012-12-17



La miopía que sufre el presidente, Ricardo Martinelli, en la conducción del Estado, en especial cuando se trata de designaciones de funcionarios en cargos sensitivos, lo ha llevado a “meter la pata”, para usar una frase suya que utiliza de manera recurrente.

Dos de esas equivocaciones fueron los recientes nombramientos, a pesar de las críticas, de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia y de un Procurador General de la Nación que, a escasos meses de ocupar sus puestos, debieron renunciar al verse inmersos en sonados escándalos.

Hoy, a 15 días para que Aníbal Salas cumpla su período de 10 años en la máxima corporación de justicia, el velo de secretismo que le ha impuesto al asunto el Consejo de Gabinete hace presagiar que, una vez más, desoirá los llamados de alerta de la sociedad civil para transparentar el proceso de selección.

Con tan repetitivos errores del gobernante, la población exige que la designación del próximo magistrado esté alejada de los cálculos políticos que favorezcan a una figura servil en la Corte Suprema de Justicia, institución cuya independencia es fundamental.

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