hoyporhoy_2014-10-26



La educación sexual no es nada nuevo. Generaciones la han obtenido de sus parientes, sus conocidos e, incluso, de su entorno. Ello ha dado como resultado los altos índices de madres solteras, abortos, divorcios y otros males sociales que nos aquejan.

En tiempos recientes, los Estados han intentado emprender la ruta de formalizar la educación sexual para proteger a niñas y niños de violaciones y abusos, para prevenir embarazos, enfermedades, y para fomentar una afectividad sana y equilibrada.

Todos tenemos la responsabilidad de vigilar que esta educación sea científica y sea humana, y además, como ciudadanos, somos responsables de complementar los esfuerzos estatales con buenos ejemplos, con respeto y comunicación.

El debate que se está desarrollando en Panamá es solo el comienzo de un largo proceso de sinceramiento y de institucionalización que los panameños nos debíamos hace décadas.

El resultado puede que no complazca a nadie, pero no hay vuelta atrás: la educación sexual debe ser parte del currículum.

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