DAVID, Chiriquí. Gonzalo Brenes pronto cumplirá los 95 años. Su barba totalmente blanca y su voz agotada por las nueve décadas le dan una imagen similar a la del padre tiempo.
El autor de cancioneros infantiles dejó de impartir clases de música este año, no por un retiro voluntario, sino porque la Ley Faúndes lo obligó a salir de la Universidad Autónoma de Chiriquí.
Pero su mente aún está clara y aunque sería un atropello exigirle que recuerde cada fecha y detalle de su prolija carrera como compositor e investigador del folclor, estuvo anuente a conceder una entrevista a La Prensa en su apartamento de El Terronal en la ciudad de David.
¿Pensó usted alguna vez que La cucarachita mandinga tendría tal importancia en el mundo del teatro panameño?
Jamás. Nunca. Yo hice ese trabajo... Voy a contarle: Cuando fui nombrado en el Instituto Nacional yo acababa de llegar de mis estudios en Alemania becado por el gobierno de Panamá. Me fui en 1927 y regresé en el 31. Entonces no me nombraron en Panamá enseguida, porque no había puestos para mí.
Regresé a David y en 1932 me eligieron diputado primer suplente. Me entreviste con el presidente Harmodio Arias y le expliqué que el Estado panameño había gastado un capitalito en educarme en Alemania y si no no me daban trabajo iban a hacer un mal negocio.
Inclusive pensé en irme a trabajar al extranjero, pero lo que quería no era ser diputado, sino trabajar en la especialidad que había aprendido en Europa y entonces Arias arregló una plaza para mí con el doctor Octavio Méndez Pereira.
Pedía la Sección Normal, la que forma maestros, pues yo quería que mi trabajo trascendiera de los maestros al pueblo panameño. Una vez que llegue al Instituto Nacional lo primero que me puse a hacer fue componer un cancionero panameño que le dijera al niño panameño algo y no canciones extrañas.
La poetisa que me ayudó en ese momento fue Ofelia Hooper, una condiscípula del Instituto Nacional y comencé a trabajar produciendo El caballito moro y La paloma titibú, canciones muy conocidas.
Después hice una presentación en el aula máxima del Instituto Nacional con un coro de niños de primer y segundo año. Yo terminé diciéndole al auditorio que eran maestros todos.
También les dije ya ven el trabajo que he emprendido, yo lo que necesito es el apoyo de todos ustedes y, sobre todo, de aquellos que tengan vena poética, estos que me hagan textos para canciones nuevas para los niños de Panamá.
Entre los que se encontraban en el auditorio estaba Rogelio Sinán; estaba recién llegado de Europa, cuando terminamos se me acercó y me dijo: Mira yo te voy a ayudar, yo te voy ayudar, cuenta conmigo y le dije a todos los maestros: no olviden las dramatizaciones y precisamente el folclor brinda temas buenos para las dramatizaciones, por ejemplo La cucarachita mandinga, yo se lo dije a los maestros de una vez.
Entonces Sinán, por supuesto, acogió la idea y como un mes después se me acercó y me entregó un rollo de papeles y me dijo: aquí te entrego algo, ve a ver si puedes hacer algo. Venía La cucarachita mandinga redactada en forma de guión de teatro. Seguidamente empecé a llevarle a los estudiantes las tonaditas de La cucarachita mandinga que yo iba componiendo para que las cantarán y estaba descifrando las tonadas escritas en música, y los estudiantes aprendiéndoselas. Te digo... que enseguida acudieron profesores del Instituto a ayudarme y a colaborar conmigo.
El Dr. Moscote fue el que consiguió el Teatro Nacional para la presentación y estuvo en la función de estreno en 1937.
¿Lo ayudó esto a seguir?
Por supuesto, mientras tanto seguí con mis demás canciones. Posteriormente fui trasladado a Santiago de Veraguas a la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena que estaba estrenándola el doctor Juan Demóstenes Arosemena; ya no era Harmodio Arias el presidente.
Luego me fui a David y de David a Costa Rica, donde estuve trabajando en la escuela de niños Rafael Mora. Toda la vida estuve componiendo canciones y en Costa Rica compuse canciones inspirada en temas locales.
¿Cree qué las composiciones para música típica y teatro han mantenido la calidad de las primeras décadas del siglo XX?
¡No! Me he dado cuenta, pero me parece que no, porque eso de música típica hay que discutirlo ¿Qué significa en realidad? Él termino de música típica surgió de aquellos tiempos y se refería a la música panameña de inspiración folclórica para diferenciarla de la música que venía de Cuba, Santo Domingo, Colombia.
¿Qué tiempo le toma hacer sus investigaciones sobre el folclor y la música panameña? y ¿cuál era su método de investigación?
Mira, las investigaciones sobre el folclor es una cosa aparte. La empecé con un amigo mío muy querido llamado Sergio González Ruiz. En 1955 me llevó en el barco Canajagua para Mensabé y llegamos a Las Tablas en sábado de Carnaval. Me quedé alelao ante una tuna que iba pasando por la calle frente a la casa de la familia González Ruiz.
Era una tuna encantadora, yo me quedé lelo y le dije a Sergio ¿por qué eso? Y me dijo, bueno por eso te traje para que te des cuenta cómo es la música de nuestra patria. Allí me quedé todo el Carnaval en la casa de Sergio, muy bien atendido y empecé a copiar y a transcribir sus letras.
Después de esa etapa me fui para Costa Rica y cuando regresé volví a ser nombrado en la educación y en esa época seguí adelante hasta el día que dejé de trabajar. Las grabaciones las hice yo después cuando estaba en el Ministerio de Educación en el departamento de Bellas Artes y publicaciones. Entonces le pedí a la dirección que me dieran una grabadora y recibí la colaboración de ellos, con esto y los rollos de cinta; empecé a hacer grabaciones.
En eso Manuel F. Zárate y Dora de Zárate habían tenido un triunfo muy grande en el Ricardo Miró con la obra La décima y la copla en Panamá que eran viejos amigos míos; se juntaron conmigo y Manuel me dio una cinta que él había grabado y me enseñó a grabar.
Luego empecé a viajar al interior con Manuel Zárate y con Dora de Zárate, me alojaba en su casa en Guararé, me trataban como un hermano, yo toda la vida los recordaré hasta que muera, por lo nobles y buenos que fueron conmigo. En todos los Festivales de la Mejorana en Guararé estaba Gonzalo Brenes trabajando.
¿Puede detallar alguna de sus obras?
Obras mías. Tengo obras instrumentales para piano, tengo obras para conjunto musicales, para instrumentos de viento, como clarinete. También tengo obras que son solas, solilogios para clarinetes. Las obras mías están en la Biblioteca Nacional.
¿Qué representa para usted el homenaje que recibió?
Qué sé yo, ni me acuerdo en qué consiste. Mis sobrinos Brenes lo tienen todo, ellos guardan todo.
