Recientemente, el economista Guillermo Chapman, divulgó una propuesta para la recuperación económica del país. Allí, el economista apunta insistentemente a las perniciosas prácticas mercantilistas entre el gobierno y particulares. Esa forma envilecida de hacerse de negocios con el Estado, a través de concesiones monopólicas, protección arancelaria excesiva, licitaciones amañadas, y todo el arsenal de con que el gobierno compensa a sus favoritos, y en las que hay una simbiosis de prestaciones de lado y lado.
Estas prácticas, casi una ciencia del mal, han sido ampliamente documentadas, y se han definido en inglés, con un término muy preciso, “crony capitalism” o sea capitalismo de “pasieros”, de “panas”, de “compinches” o como lo precisó Chapman, de “amiguetes”.
La propuesta económica ha dado mucho de qué hablar. Pero los populistas, demagogos, (y demagogas) de la Asamblea, las pseudo izquierdas que pululan en las universidades públicas y los sindicatos, creen que el documento señala y endosa la práctica de los “amiguetes” únicamente a las empresas privadas y al sistema de mercado. Todos estos, se ríen de la candidez de Chapman. Pero como siempre, no han entendido nada. Por favor tomen nota.
El capitalismo de compinches, es un cáncer que pulula en toda economía carente de competencia, de transparencia y de rendición de cuentas. Y aquí, en Panamá es bastante más común dentro del sector público y el sistema político, que en el ecosistema empresarial. Además, causando daños irreversibles a la sociedad, mucho más profundos que darle a un amigo una concesión de tienda en Tocumen.
¿Qué tal si empezamos por el sistema de transporte? ¿Es o no es un gran negocio de “amiguetes”? Los cupos del transporte colectivo selectivo del país se manejan por unos cuantos “compañeros sindicalistas” que ordeñan a los choferes y palancas, encareciendo de paso el transporte al pueblo y las posibilidades de reformar debidamente esta estafa. Lo que pasa allí es cosa sabida y no solo un exministro de gobierno sino tres, han detallado el tráfico de influencias y plata, que al final termina en un partido político o un diputado de turno.
¿Y qué tal la Lotería? Y no me refiero al Gordito, que como Jesús, se perdió tres días y apareció. Me refiero a todo el engranaje de intermediarios y agentes entre el que compra un chance y la plata que finalmente entre a la institución. Allí hay una larga historia de “amiguetes” que venden, revenden o distribuyen un producto que casi se vende solo. Ahora también hay amiguetes con “información privilegiada” que espulgan los billetes devueltos después que juega el sorteo. Y lo cobran.
Y los “amiguetes” del Ejecutivo donde sobresalen los diputados, con amplios poderes de nombrar miles de botellas en cuanto despacho público hay, dilapidando los ingresos del país, y entorpeciendo el buen funcionamiento del gobierno. ¿Y qué tal los miles de “amiguetes” con licencias con sueldo? Allí sobresalen los “amiguetes” alcaldes con licencia y sueldo, dos veces.
Cuando los sindicalistas se refieren a la propuesta de Chapman con sorna, cabría preguntarse sobre “encompinchamiento” de SUNTRACS y CAPAC que resulta en un oligopolio con altas barreras de entrada a nuevos constructores, usualmente pequeños y a nuevos sindicatos, al pastel de una industria altamente subsidiada. Con un poco de apertura, allí habría al menos la posibilidad de competencia, costos competitivos de la mano de obra y mejores precios en las viviendas del país.
¿Y qué tal la docencia universitaria estatal? Allí abundan los “amiguetes” que usufructúan de cátedras que hace años han debido pasar a las nuevas generaciones, mejor preparadas y menos obtusas. Estos son los que se oponen a subir la edad de jubilación del programa de IVM, pero cobran una buena pensión, bien complementada con un contrato con la universidad, per “secula seculorum”. Aquí merece una mención especial la UNACHI, donde no hay ninguna relación entre las capacidades de los docentes, sus beneficios salariales y su jerarquía. Aquí son todos “amiguetes” del PRD, por el PRD y para el PRD.
El espacio me impide extenderme, pero hay “amiguetes” políticos donde gestione el Estado. Desde nombramientos hasta las concesiones de generación eléctrica. Y todos haciendo un gran daño a la economía y a la integridad de la sociedad.
Amigo lector, si encuentra algunos con negocios insólitos, grandotes y que valga la pena contar, contácteme por esta vía y prometo incluirlas en el inventario del Dr. Chapman. Las pistas son fáciles, plata, poca transparencia, competencia anulada y ninguna rendición de cuentas. Allí estarán los “amiguetes”.
El autor es director de la Fundación Libertad