Esta noche comienza la celebración de la fiesta de Pésaj, la pascua judía, que evoca la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto. La fiesta dura ocho días, durante los que está prohibido ingerir alimentos con levadura. En su lugar acostumbramos a comer matzá –pan ázimo– una galleta plana y crocante, hecha de harina y agua, pero que no ha tenido tiempo de leudar. La Torá (el Pentateuco) nos dice que en la urgencia de la salida los israelitas tuvieron que hornear la masa sin darle tiempo para que leude. Desde entonces la matzá representa el pan de la opresión, el pan del pobre. Es el pan que se parte y se comparte.
El ritual principal de Pésaj es el Séder, la cena ceremonial que se realiza las primeras dos noches y que incluye la narración del relato del éxodo, así como la ingesta de ciertos alimentos cargados de simbolismo (por ejemplo las hierbas amargas que nos recuerdan el sufrimiento de nuestros antepasados, el Jaroset, una mezcla color chocolate que evoca los ladrillos que usaban los esclavos israelitas).
El Seder de Pesaj es el instrumento que la tradición ha creado para cumplir el precepto bíblico: “Le dirás a tu hijo en aquel día: Esto es así, a causa de lo que Dios hizo por mí cuando salí de Egipto”. (Ex 13:8) Contar, narrar, transmitir a nuestros hijos. Por eso el Séder se realiza en el hogar. Los niños son los protagonistas. El despliegue de comidas atípicas los lleva a plantear ¿por qué esta noche es diferente a todas las demás? Y el uso de una variedad de recursos pedagógicos en forma de juegos, canciones y rituales apunta a invitarlos a un ejercicio espontáneo de preguntas en donde las respuestas lo nutren de tradición e identidad.
El Séder es un espacio de encuentro intergeneracional en donde el objetivo no es solo recordar, sino revivir la experiencia de la esclavitud y de la redención divina. Este antiquísimo ritual (algunos piensan que la última cena de Jesús fue un Séder) es además una invitación a reflexionar sobre el significado de la esclavitud y de la libertad en nuestro tiempo. Egipto, en hebreo, se llama Mitzraim. El término viene de la misma raíz que la Tzar, angosto o angustia. Pésaj rememora la salida de la opresión en Mitzraim y a la vez nos convoca a liberarnos de nuestras propias angustias, a romper las cadenas que nos impiden crecer y desarrollar nuestro potencial, como individuos y como sociedad.
