La crisis que ha vivido el país a partir de la aprobación de la Ley 17 de 1 de junio de 2005, orgánica de la CSS, que luego de marchas y cierres de calles por espacio de un mes, ha dado lugar a otra ley que suspende los efectos de la primera y como consecuencia de esto el inicio del diálogo nacional, es apenas la punta del "iceberg" de un problema más profundo, la insolvencia de un modelo político: El gamonalismo neoliberal.
En otras palabras, la coyuntura generada por la huelga nacional de FRENADESSO es tan solo un hito de un proceso de acumulación que se inició en los albores de la década de los noventa del siglo pasado, esto es, la disyuntiva entre la democracia formal, elitista y oligárquica -que ha propiciado un riesgo de legitimidad al alejar y excluir a los ciudadanos de la toma de decisiones públicas- y la democracia participativa.
Sin embargo, para discernir entre lo aparente y lo esencial de la miseria política del Estado y de la sociedad, puesta de manifiesta en virtud de la insolvencia de la Caja de Seguro Social, es indispensable separar los mitos e inexactitudes, de la realidad. En este sentido, la tempestidad política de hoy, ha enfrentado dos visiones o proyectos de nación: Primero, la democracia mediática, que es aquella que se construye a partir de la opinión pública a través de los medios de comunicación social; y, segundo, la democracia participativa, que edifica la opinión pública a partir de la percepción popular. El primer mito derribado en el marco de esta circunstancia es la aparente sinonimia entre opinión pública y opinión popular. Si bien el juicio en general no es una verdad matemática sino simplemente un parecer y la opinión pública un parecer subjetivo del público sobre la cosa pública. El problema consiste en que en la democracia neoliberal casi siempre la opinión pública se fabrica a partir de los medios de comunicación social y no a partir del parecer del ciudadano de a pie.
Es evidente que en esta primera etapa de la confrontación escenificada por el gobierno y el pueblo liderizado por FRENADESSO, este último, le ganó a la administración de "Patria nueva"la lucha de las ideas, esa es la razón fundamental por la que el "video-líder" retrocedió, porque su liderazgo se alimenta de la opinión pública- mediática.
De modo que, en este nuevo escenario político, caracterizado por la terminación de la huelga y la suspensión por 90 días de los efectos de la Ley número 17, orgánica de la Caja de Seguro Social, las fuerzas dirimentes deciden cambiar de táctica y se instala "la mesa de diálogo por la Caja de Seguro Social". Teatro donde cada interlocutor posee su propia agenda política cuyo contenido se distingue por serios errores de apreciación política. Por ejemplo, la vanguardia ideológica de FRENADESSO piensa, ingenuamente, que la derrota propinada -en esta primera batalla- a la administración de la cúpula PRD-PP, es el resultado de una correlación de fuerzas favorable al movimiento popular. Y, ello es un error de apreciación, en verdad, el fenómeno se explica a partir de la conducta política del poder económico, el que en esta ocasión no acompañó al gobierno en su aventura antipopular. Pero esta manifestación del sector privado, no será necesariamente su posición en el nuevo acto político. Porque no es una posición de principios, sino de conveniencia.
En definitiva, la crisis de la CSS es solo el reflejo coyuntural de la insolvencia estructural del modelo político vigente basado en la verticalidad democrática. En este marco, los hombres y mujeres de a pie, en su inmensa sabiduría, saben perfectamente cuál es la bandera de lucha que deben empuñar, es decir, el estandarte de la democracia. Pero no cualquier democracia, sino la democracia participativa fundamentada en los valores de participación, transparencia e integridad propios de la segunda modernidad.
En conclusión, el resultado del diálogo nacional por la salvación de la CSS de un prototipo realmente solidario pondrá en el tapete, en última instancia, la madurez de los gobernantes, de la sociedad civil y del país político y demostrará si los actores políticos están preparados para abandonar el caduco arquetipo político del clientelismo, del populismo y del gamonalismo para abrazar una visión que fomente la participación popular, la "democracia horizontal" y la "democracia continua".
