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‘Dejen de usar a Estados Unidos como pretexto para no cambiar’: Pascal Saint-Amans

‘Dejen de usar a Estados Unidos como pretexto para no cambiar’: Pascal Saint-Amans
Sobre la renuncia de los dos funcionarios técnicos principales que intentaban sacarnos de las listas, Saint-Amans destaca que si esa es una señal de que la vieja guardia regresó, será un retroceso importante en nuestra reputación. Archivo

Pascal Saint-Amans, director del Centro de Política y Administración Tributaria de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), es una de las figuras más visibles en el concierto internacional sobre transparencia e intercambio de información fiscal. En esta entrevista, da algunas de las claves por las que el país sigue en las listas.

Reconoce que se ha progresado en los últimos años en la adopción de estándares internacionales, pero también recuerda la reticencia e influencia de algunos grupos de abogados para no evolucionar.

Aunque en los últimos años Panamá ha aprobado muchas leyes en esta materia, apunta que no se trata del volumen, sino de que se cumplan efectivamente.

Pide que se deje de usar a Estados Unidos como pretexto para no cambiar, “porque ellos sí tienen reglas”, y califica como preocupante la reciente salida de funcionarios técnicos que lideraban la estrategia del país para salir de las listas.

¿Cómo evaluaría el ritmo y la velocidad de Panamá en implementar estándares internacionales de transparencia fiscal?

El ritmo ha sido extremadamente lento durante años, aunque en los últimos dos años ha habido algo de progreso. Se ha visto un vínculo del país con el proceso, a pesar de que todavía se espera el resultado del registro de beneficiarios finales…

¿Por qué tomó tanto tiempo empezar a generar cambios?

Porque Panamá, bajo la influencia de sus abogados tributarios, decidió no adherirse a los estándares. El país se mostró reacio al cambio porque tiene una mezcla entre negocios legítimos e ilegítimos, y los que pedalean los ilegítimos se esconden detrás de los legítimos diciendo “eso es lo que hacemos en Panamá”. Eso se volvió un juego entre los abogados que no cumplían, pero tenían mucha influencia.

¿La estrategia de Panamá era no cumplir?

En efecto. Por momentos hasta parecían estar contentos de no cumplir, y eso le costó al país buena voluntad y reputación. Los Panama Papers no solo trataban de Panamá, pero tampoco fue un accidente que se llamaran así. Se denominaron así porque Panamá se convirtió en el niño símbolo de las jurisdicciones fuera de cumplimiento. Panamá pensó que la única pauta posible era la de Estados Unidos, no las demás jurisdicciones offshore. Panamá perdió la oportunidad de mostrarle al resto del mundo, incluyendo a Estados Unidos, quiénes eran sus competidores principales. Igual que las jurisdicciones caribeñas, Suiza, Singapur, Luxemburgo, que sí cambiaron.

¿Y por qué decidimos cambiar?

Porque entendieron que si no lo hacían, también iban a perder nuevas y grandes inversiones.

¿Cuáles siguen siendo nuestras principales fallas, tomando en cuenta que se han aprobado varias leyes para adaptarse a los estándares?

En efecto, Panamá ha cambiado muchas leyes, pero no se puede perder de vista que venían de una opacidad total. Tenían que pasar muchas leyes, igual que lo hizo Estados Unidos, país que tanto les concierne a los panameños. Más allá, el tema no es el volumen de leyes, sino si las leyes se cumplen. Y en eso, a Panamá le falta mucho camino por recorrer.

Una de las áreas más sensitivas es el registro de beneficiarios finales…

Sí, y Panamá inicia desde un punto extremadamente bajo. Debe mejorar su nivel. Esto guarda relación con la obligación que tienen el negocio fiduciario y los abogados de asegurar que se mantenga información actualizada acerca de quiénes son los beneficiarios finales. Guarda relación también con la agilidad con la que Panamá pueda compartir esa información con sus socios. A Panamá eso se le ha dificultado por su bajo estándar. Incluso, para varios casos del escándalo de Mossack Fonseca no pudieron dar respuesta. Ahí hay una deficiencia… y están lejos de cumplir.

¿Cuál es su opinión de que ese registro de beneficiarios finales no exista, pese a que la ley que lo creaba se aprobó en marzo de 2020?

Puede haber buenas y malas razones para estar demorando ese tiempo. La buena puede ser que están instaurando un sistema que sea eficaz, y eso toma tiempo. La mala tiene que ver con la conversación que, según entendemos, ha tomado lugar en Panamá en el último año, y es la batalla de influencia entre los que entienden que tienen que dejar de jugar y empezar a cumplir, y los que quieren cumplir solo con el mínimo. Yo quisiera que el atraso sea por las buenas razones.

¿Cumple Panamá cuando recibe una solicitud de intercambio de información?

Ha mejorado, pero todavía hay casos en los que los socios no están satisfechos con las respuestas. Y eso hay que ponerlo en perspectiva, porque otros países como Singapur y Suiza ahora juegan cumpliendo las reglas y siendo transparentes. Y esos países se quejan de Panamá y dicen que si ellos cambiaron, debe haber un campo de juego con reglas justas e iguales para todos.

Hay países que también tienen limitantes en su régimen, pero no están en las listas. ¿Se nos mide a todos con la misma vara?

Sí. Algunos dicen que hay un doble estándar, pero hay uno solo. Panamá es un gran país y hay buenos negocios. No es solamente una isla que da servicios offshore. Pero existe la tendencia a la paranoia y a medirse solo con Estados Unidos. Y no es falso que Estados Unidos también tiene mucho que progresar. Pero tienen un historial de intercambiar información. Lo hacen masivamente con muchos países del mundo y han mejorado dramáticamente. Hoy, si alguien tiene actividades ilícitas en Estados Unidos, corre el riesgo de ser descubierto y procesado, y de que se confisquen sus activos. Eso los hace completamente distintos…

Antes de la salida de Obama, Estados Unidos introdujo la obligación sobre entidades inscritas en Delaware de aportar información legal.

Sí. Y más recientemente, introdujeron una ley sobre beneficiarios finales. Invito a Panamá a la precaución y a que dejen de usar a Estados Unidos como pretexto para no cambiar. No se obsesionen con medirse con ellos, porque ellos sí tienen reglas. Deben reconocer que el mundo tiene reglas. Yo entiendo lo orgullosos que los panameños pueden sentirse de su país, pero en algún momento el orgullo puede convertirse en arrogancia. Y te lo dice un francés: nosotros sí que sabemos de arrogancia.

¿Por qué Panamá tiene calificación de parcialmente cumplidor con la OCDE y cuándo podría cambiar esa calificación?

La calificación refleja un progreso que no es genial pero es un progreso. Hay un largo recorrido por recorrer para estar en cumplimiento. Tomamos en consideración distintos criterios, pero el que más diferencia hace es el registro de los beneficiarios finales. Panamá está tarde en el intercambio de información, y sabe qué hacer para corregirlo.

¿Siente usted que en Panamá la parte política tiene el mismo compromiso que los funcionarios técnicos?

En la última interacción que tuve con Panamá personalmente, hace 18 meses, mi percepción fue que había una decisión política firme de remover al país de las listas. En la administración pasada tuvimos dificultades, porque se veía una falta de confianza. Con este gobierno percibí que esa falta de confianza se estaba intentando cambiar. Yo espero que no haya cambios, ya que eso podría cambiar la buena voluntad de la comunidad internacional.

¿Qué mensaje recibe usted con la renuncia de los dos funcionarios técnicos que estaban a cargo de sacarnos de las listas?

Esas son malas noticias. Una cosa es que se vaya uno; otra cosa es que renuncien dos. Dani Kuzniecky estaba creando el vínculo entre los políticos y los técnicos. Su renuncia manda un mensaje extremadamente preocupante a la OCDE y a los otros socios de Panamá que estaban convencidos de que Panamá iba por buen camino. Y me sorprende, porque la decisión política era ignorar a los abogados que no querían que el país cambiara. Si esta es una señal de que la vieja guardia ha regresado, será un retroceso importante en la reputación del país.

¿Y qué opinión le merece que en reemplazo de Kuzniecky hayan designado a una exabogada de Mossack Fonseca?

Habrá que juzgarla en base a sus acciones, pero nuevamente, esto toma lugar en un contexto en el que se trata de reestablecer la confianza y el cambio de personal puede representar serios riesgos. Receta para el desastre.

¿Cuánto nos afectan los Pandora Papers, reputacionalmente hablando?

Los Panama Papers fueron más negativos. Los Pandora Papers son similares, pero no tienen tanto tema fiscal. Pero la razón por la que te vas a una jurisdicción offshore es porque tienes algo que esconder... Si Panamá aparece en los próximos documentos que se filtren, seguirán rezagados en mejorar su reputación.

Ustedes llevan años estableciendo estándares para contrarrestar la evasión fiscal, pero siguen apareciendo escándalos. ¿Han servido los estándares?

Sí ha habido escándalos, pero aun cuando se siguen usando las offshore para fines ilegítimos, la gente está más en cumplimiento. Hay un riesgo más concentrado, más limitado en actividades criminales. Por eso es importante que Panamá se mueva, porque los negocios malos ponen en riesgo los negocios legítimos. Los abogados que piensan que pueden mantener los otros negocios también están poniendo en riesgo su país.

¿Lo que organizaciones como la OCDE quieren es que Panamá pase de un sistema fiscal territorial a uno universal?

No existe tal solicitud. Lo que queremos es asegurar que las multinacionales tributen al menos el 15%. Es el estándar y Panamá estuvo de acuerdo. Eso no quiere decir que Panamá tenga que cambiar su sistema fiscal, aunque podrían aprovechar para recolectar más impuestos. Dicho sea de paso, Panamá debe cobrar más impuestos para financiar su desarrollo. Es cierto que obtienen ingresos del Canal, pero aún así, entre más robusto sea el sistema tributario, mejor será el país.

Para concluir, su mensaje a Panamá.

Después de años de ser los malos de la película, han logrado crear buena voluntad y confianza con la OCDE. Sin embargo, invito a Panamá a concretar los cambios. Tienen que unirse al resto de la comunidad internacional, porque no tienen nada que ganar no cambiando. Panamá es un centro financiero importante, pero la confianza se gana. Mi mensaje enfático es que confiamos en ustedes. No nos defrauden, porque la confianza es muy difícil de recuperar. Hay personas que no quieren cambiar, pero esas personas son el pasado. Escojan el futuro.


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