Un acuerdo para permitir que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas lleve ayuda a Venezuela, donde se ha estado desarrollando una de las peores crisis alimentarias del mundo durante años, está estancado dado que Nicolás Maduro insiste en controlar la distribución.
El acuerdo, negociado durante ocho meses, permitiría al PMA y a grupos de ayuda internacional llevar alimentos al país, donde una de cada tres personas sufría desnutrición incluso antes de la pandemia de Covid-19, el aumento de las sanciones estadounidenses y la escasez de combustible.
Los negociadores llegaron a un acuerdo tentativo con el Gobierno hace unos dos meses, según tres personas con conocimiento directo de las conversaciones, que pidieron no ser identificadas porque las negociaciones son privadas. Pero Maduro no firma. Lo que está en juego, dicen, es el control de la ayuda. El PMA requiere una distribución neutral y apolítica, mientras que Maduro quiere que se canalice a través de las redes que controla, incluida una para entregar cajas de alimentos a los pobres, percibida como un medio para garantizar lealtad.
También quiere que sus milicias participen en la distribución, mientras que el PMA sostiene que solo pueden estar involucradas en la seguridad, no en la distribución y entrega, según una de las personas.
“Hemos estado discutiendo con el Gobierno de Venezuela sobre el camino a seguir para brindar asistencia a quienes padecen inseguridad alimentaria en el país”, dijo el PMA en un correo electrónico respondiendo a preguntas. El “proceso aún está en curso”, dijo la agencia, y agregó que está guiado por principios de “humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia”.
El canciller del régimen, Jorge Arreaza, dijo esta semana que las negociaciones continúan y el desacuerdo es por las condiciones del PMA, que “no reconocen la soberanía de Venezuela”.
El Ministerio de Información de Venezuela no respondió a solicitudes de comentarios.
No está claro si se puede aún resucitar el acuerdo.

