Fernanda y Amanda intentan recomponer sus vidas en Panamá, pero hace unos años fueron víctimas de una red de trata de personas con fines de explotación sexual que operaba desde Cúcuta, en Colombia, y que fue desarticulada en agosto de 2021.
En 2013, cuando tenía 18 años de edad, Fernanda vio un anuncio en un diario local de Cúcuta que decía: “se necesitan chicas descomplicadas”. Ante la falta de oportunidades laborales en esa zona fronteriza entre Colombia y Venezuela, la joven contactó a la persona responsable del anuncio, una mujer de unos 40 años de edad, a la que posteriormente llamaría Mamá Johana.
Mamá Johana le ofreció a Fernanda que se hospedara en su vivienda en Cúcuta, donde además de prostituirla le exigía que le cuidara a su hijo, es decir, también desempeñaba labores como empleada doméstica. Allí comenzó la pesadilla de la joven mujer, pues, cuando intentó abandonar a su proxeneta, le dijeron que si se fugaba matarían a su familia.
En ese momento se percató que se trataba de una red de trata de personas, ya que a Mama Johana la acompañaba su esposo, su madre y un amigo de la familia y responsable de la parte de seguridad de la red. Este último sería el responsable de acabar con la familia de la joven en caso de que intentara denunciarlos ante las autoridades.
En entrevista con La Prensa, Fernanda narró que el dinero que se hacía al día en Cúcuta debía entregarlo de forma íntegra a Mamá Johana. “Ella era peor que un monstruo, porque si tuviera corazón o sentimientos no hace lo que hizo conmigo. Ella me esclavizó. Yo no recibía ningún peso luego de estar con 30 y 40 hombres durante un día”, se lamenta.

Durante esos años, Fernanda conoció a Amanda, una adolescente de 17 años de edad que la red de trata de personas captó en Cúcuta. Amanda era madre soltera y tenía a su mamá con padecimientos de salud, por lo que necesitaba conseguir dinero lo más pronto posible. En su caso, Amanda narra que recibía un mínimo porcentaje de su trabajo y que también fue amenazada de que si contaba lo que estaba ocurriendo o intentaba abandonar a Mamá Johana, matarían a su bebé y a su madre.
De acuerdo con Amanda, la proxeneta era un ser maligno y lleno de perversión: “ella es un monstruo, es un animal, lo peor que ha parido la tierra. Es una persona que daña con tanta maldad, tanto física como sicológicamente, a las mujeres. Nos denigró mucho mientras estuvimos con ella”.

El viaje a Panamá
A mediados de 2016, tanto Fernanda como Amanda viajaron a Panamá, junto a Mamá Johana. Su estadía en el país sería mucho peor de lo que vivieron en Colombia, ya que no sólo debían trabajar de día, si no también hacerlo por las noches. Ambas calculan que trabajaban 20 horas al día, para entregar a Mamá Johana un estimado de $400 o $500.
Incluso, una vez arribaron al país, la red de trata de personas les retiró los pasaportes y les advirtieron que cada una, además de sus cuotas diarias, debía cancelar una deuda de $3 mil en concepto de pago de boleto de avión, alquiler de un apartamento en el corregimiento de Bella Vista y otros gastos producto de su traslado a Panamá.
Para cumplir con los pagos, las dos jóvenes fueron obligadas a trabajar durante el día en el edificio que está ubicado frente a la plaza 5 de Mayo, popularmente conocido como Dynasty, en honor al nombre del almacén de venta de ropa que opera en su planta baja. En el lugar, donde ya había docenas de mujeres ofreciendo servicios sexuales, las tarifas oscilaban entre $10 y $15 por estar con un hombre 15 minutos.
Amanda describe el sitio como el “centro del mal”, donde llegaban hombres “muy sucios”, pero también de “saco y corbata”. Todo el tiempo que permanecían en el edificio eran monitoreadas por miembros de la red y cuando los días eran malos les pedían que bajaran los precios. “A mí me tocó sostener relaciones por $3”, asegura Amanda a este diario.
Una vez se acercaba la noche, las dos chicas tenían que abandonar las inmediaciones de la plaza 5 de Mayo y trasladarse de inmediato, para cumplir con un segundo turno en ciertas áreas de Bella Vista, lo que conoció como “la zona bancaria”, donde la cuota que les establecieron era entregar mínimo $200 por noche.
Durante esa terrorífica experiencia, hay un momento que Amanda y sobre todo Fernanda todavía no pueden olvidar. Era el año 2017 y explica Fernanda que fue forzada por la red a tener relaciones sexuales con un turista, sin preservativos, y quedó embarazada. Al darse cuenta de la situación, indica la joven que Mamá Johana le practicó un aborto: “me golpearon y me dieron medicamento hasta inducir el aborto. Al día siguiente, me mandaron a trabajar nuevamente”.

Más jóvenes
Además de Fernanda y Amanda, la red de trata de personas comenzó a reclutar a más jóvenes que enviaban desde Colombia y Panamá. Dentro de ese grupo había chicas de Venezuela que, ante la crisis económica que vive ese país, decidieron migrar a Cúcuta, donde también fueron captadas a través de los anuncios de Mamá Johana.
En 2018, una de esas jóvenes —a la que llamaremos Margarita—, con poco meses de estar en Panamá, optó por fugarse del edificio en la plaza 5 de Mayo, junto a otra amiga, y contar lo sucedido a dos agentes de la Policía Nacional.
A diferencia de Fernanda y Amanda, Margarita se armó de valor, porque era nueva dentro del grupo y, como era una venezolana que había migrado sola a Colombia, los miembros de la red no la amenazaban o intimidaban con hacer daño a su familia.
Tras la denuncia de Margarita, autoridades del Ministerio de Seguridad y del Ministerio Público comenzaron una investigación, pero cuando llegaron a la residencia de Mamá Johana, ella ya no estaba. Se llevó a Fernanda y a Amanda, a quienes continuó prostituyendo en Ecuador.
Fuga y vuelta a Panamá
Como estaba siendo buscada por las autoridades panameñas y también colombianas, Mamá Johana trajo a Ecuador a su madre, para que la ayudara a vigilar a ambas jóvenes. Allí, las chicas, hartas de la vida que llevaban, se armaron de valor y se escaparon para Colombia.
Pasaron meses escondidas en Colombia y en febrero de 2019 decidieron volver a Panamá para también presentar una denuncia, eso sí, lejos de los miembros de la red. Acá recibieron el apoyo de las autoridades del Ministerio de Seguridad y el Ministerio Público. También autoridades policiales de Colombia visitaron el país en 2020 para llevar a cabo diligencias y profundizar la investigación. Sin embargo, fue hasta agosto de este año que capturaron en Cúcuta a Mamá Johana y a los demás integrantes de la red.
Como parte de esas diligencias descubrieron que el grupo delincuencial trajo a Panamá al menos a 100 mujeres con fines de explotación sexual. Fernanda dijo a La Prensa que ella llegó a contar, durante su estadía en Panamá, a unas 50 jóvenes.
Amanda sostiene que de momento decidió quedarse en Panamá, porque todavía tiene miedo de viajar a Cúcuta y además se dio cuenta que el país no es sólo ese pedacito “oscuro” que le dieron a conocer en la plaza 5 de Mayo o en la zona bancaria.
También dejó una reflexión: “es muy duro vivir con todo esto y se me nubla la cabeza con todos los pensamientos del pasado relacionados con abortos y maltratos. Si yo decidí contar mi historia es porque no quiero que más jóvenes vivan lo que yo viví. Ahora tengo que sobrellevar esto por mi familia y más mujeres”.
En cuanto a Fernanda, aún trata de superar el daño físico y psicológico que le causó Mamá Johana y manifiesta que también se armó de valor para narrar lo sucedido, porque tiene una hija y no le gustaría que fuera víctima de explotación sexual u otro tipo de delitos. “Cada día que pasa es una nueva oportunidad y, aunque no es fácil, trato de sanar mis heridas”, subraya la joven en una banca de la plaza de la Independencia en San Felipe, a pocos kilómetros del área donde vivió momentos de tristeza y sufrimiento.
La directora de la Oficina Institucional contra la Trata de Personas del Ministerio de Seguridad, Dayra Campos, precisó que en 2019 atendieron 46 casos de trata de personas; en 2020, 36, y en lo que va de 2021, otros 36. Además, detalla que entre 2018 y 2021 se dio asistencia psicosocial, asesoría legal, asistencia médica, alojamiento, formación educativa y profesional a 30 personas (17 mujeres y 13 hombres) víctimas de la trata.
En palabras de Campos, muchas personas ven en Panamá la oportunidad de cumplir un sueño, pero se chocan con otra realidad, como fue el caso de Amanda y Fernanda.
La Fiscalía Especializada contra la Delincuencia Organizada solicitó una asistencia judicial a Colombia para determinar si una vez los procesados cumplen su pena en ese país, pueden ser extraditados y enfrentar cargos por trata sexual en Panamá.
(Se usaron nombres ficticios para proteger a las víctimas)
