El equipo de producción se retiró tan rápido tras la decisión de la semana pasada de retrasar la filmación de Misión Imposible 7, que Paramount Pictures olvidó cancelar la fiesta de bienvenida en el opulento hotel Gritti Palace en Venecia, Italia.
Los pocos trabajadores técnicos rezagados que aparecieron festejaron con cubiertos de plata y porcelana exquisita en un salón de banquetes abandonado.
Este tipo de confusiones, y gastos innecesarios, ha sido característicos de Hollywood por el coronavirus.
El trabajo de producción en las locaciones, a menudo planificado con años de anticipación, se ha reprogramado a un alto costo.
Tras detener la filmación en Venecia, Paramount dijo esta semana que el rodaje programado de Misión Imposible en Roma este mes también se retrasaría.
Incluso películas completas están en problemas: Las salas de cine cerradas en Asia han obligado a los estudios a descartar algunos estrenos y replantear su calendario para el resto del año.
El mayor revés se produjo el miércoles, cuando la secuela de James Bond Sin tiempo para morir se retrasó hasta noviembre, convirtiendo una esperada película primaveral en un film para la temporada de vacaciones. Los auspiciadores de la película analizaron el estado de la industria global de los cines (el cierre del mercado chino y el desplome de la concurrencia en Francia, Italia, Hong Kong y Corea del Sur) y no soportaron lanzar un éxito de taquilla para apenas la mitad de la audiencia potencial.
También se podrían retrasar más películas, con la esperanza que los temores de coronavirus disminuyan en unos pocos meses.

