El conocerse y aceptarse son etapas por las que toda persona pasa, aunque no de la misma forma. Y una manera de reconocer, conocer y aceptar la diversidad de cada ser humano es a través del cine.
Con historias que pueden ir desde el descubrimiento de la sexualidad e identidad, la familia, la amistad, los derechos, la discriminación, entre otras, el cine LGBTIQ+ —desde 1916 con la película muda The Wings (Suecia), considerada la primera cinta de esta temática— es una oportunidad para conocer al otro.
“El cine nos ayuda a entender y comprender a las otras personas no importa sus ideas políticas, sus preferencias sexuales, sus creencias religiosas o su lugar de origen”, explica Daniel Domínguez, director nacional de las Artes de MiCultura. “Nos permite romper los prejuicios que nunca traen nada bueno a cuestas y nos colabora al aprendizaje de aceptar a los otros seres humanos tal como son. Por ejemplo, unas de las mejores producciones latinoamericanas recientes es Una mujer fantástica (2017-Chile), que nos ayuda a tomar conciencia de la necesidad de crear políticas inclusivas para la comunidad LGBTIQ+”, agrega Domínguez.
Pero aunque se pueda tratar de un ejercicio de aprendizaje, no siempre es visto con aprobación. “En gobiernos de extremo conservadurismo siempre ha sido difícil manejar ciertas temáticas que ellos califican de inmorales. Desde los años 1950 la temática LGBTIQ+ ha estado presente con mayor libertad en Europa, mientras que en Hollywood esta evolución ha sido más lenta. Desde retratarlos como objeto de burla en los años de 1930 hasta adquirir respetabilidad después del éxito de películas como Filadelfia (1993) o Las horas (2002), entre otras”, comenta el también crítico de cine.
Cine LGBTIQ+ local
En Latinoamérica este tipo de cintas comenzaron a filmarse en los años 1960 y el istmo también ha explorado esta temática con cintas como Todos cambiamos (2019 - Arturo Montenegro) o Vuelve al mar (2018-María del Pilar Blanco H.), que reflejan historias humanas.
Para la cineasta María del Pilar Blanco H., actualmente el “público panameño está mucho más receptivo a producciones LGBTIQ+, ya que este tema se ha popularizado en los medios globales y no causa la controversia, ni la curiosidad, por no decir morbo, de décadas pasadas”.
Para llegar a este punto Blanco H. cree que hizo falta que creadores panameños se atrevieran a contar estas historias y a “descubrir un mundo donde se encuentran más similitudes que diferencias, ya que se habla del sentimiento universal del ser humano, donde todos somos personas en búsqueda de amor, aceptación, donde todos tenemos una voz que se merece ser escuchada y respetada”.

Ella misma es consciente de las vicisitudes que puede haber al rodar una producción de temática LGBTIQ+ en Panamá. “Cuando Vuelve al mar estaba en su etapa inicial, conversé con muchos profesionales talentosos en el campo audiovisual y en varias ocasiones encontré el comentario que yo personalmente no comparto: ‘Panamá no está listo para esto’; otros decían que iba a encontrar oposición de la Iglesia y sociedad con mi producción”, recuerda, pero gracias a patrocinios corporativos, su equipo técnico y actores (todos heterosexuales) que siempre le mostraron su apoyo, sacó adelante su proyecto con resultados positivos.
Uno de los que creyó en su trabajo fue el actor Elmis Castillo, quien explica que aunque hay diferencias entre personajes hetero o gays, como actor estas son apenas un rasgo de todo lo que engloba al personaje. “Para mí es importante saber qué dice el guión, hacia dónde va, qué tipo de mensaje tiene y qué enriquece ese personaje”.
Castillo admite que todavía algunas personas no logran separar al actor del personaje, aunque es algo que ha ido cambiando con el tiempo, al igual que la audiencia que le da oportunidad a este tipo de producciones. “Muchas minorías, ya sea comunidad LGBTIQ+, raciales, mujeres, etc., han utilizado el cine para mostrar cuál es y seguirá siendo su lucha, porque no han terminado. Nadie va a entender qué es un crimen de odio si no lo vive, nadie va a entender qué sufre una persona en un trabajo por ser discapacitado, gay, negro, etc., hasta que lo vive. Muchos piensan que las minorías solo andan por la vida exponiéndose, siendo necios, porque no viven esta realidad, y a través de las películas te hacen entender de una manera entretenida qué está pasando”, reflexiona el actor de Operación Causa Justa (2019).
“Hoy en día hay que hacer de todo para que se detenga el odio, la discriminación y la violencia, y si yo como actor puedo contribuir a eso estoy muy feliz”, dice Castillo.
Un festival de cine
Desde 2007, en Panamá se lleva a cabo un Festival de cine LGBTIQ+, que nació por la necesidad de dar a conocer las realidades de dicha comunidad y para usar el cine como herramienta de educación y sensibilización sobre la diversidad sexual.
Bernabe Ruiz, director del festival, comenta que el evento ha tenido buena acogida y que no solo asisten miembros de la comunidad LGBTIQ+ a las proyecciones, sino amantes del cine y ciudadanos respetuosos de la diversidad y los derechos humanos. Por ello tratan de tener una programación que cubra una amplia gama de temas, desde la ficción hasta documentales, para por medio de las proyecciones cambiar algunas percepciones que pueda tener cualquier persona con relación a un tema ligado a la comunidad.
Sobre la asistencia de personas heterosexuales al festival, Ruiz no se lo atribuye necesariamente a los tiempos modernos, sino a que “la experiencia me ha demostrado que a lo largo de los años siempre han existido y existirán personas que les guste el buen cine y los temas que se enmarquen en el respeto. En cualquier parte de la geografía habrá personas a favor o en contra del cine con temática LGBTIQ+, nosotros somos respetuosos de cada gusto. Inclusive dentro de la misma comunidad existen personas que no les gusta este tipo de actividad”.
En la actualidad, el festival de cine LGBTIQ+ se desarrolla de forma virtual y están por anunciar las fechas para su edición 2021.
Junio es el mes del orgullo LGBTIQ+, en conmemoración al levantamiento de Stonewall, el 28 de junio de 1969 en Nueva York.

