La herencia de las hijas de San Vicente

La herencia de las hijas de San Vicente


En las paredes de la antigua casa Santa Familia se nota el paso del tiempo.

La estructura tiene un gran solar en el centro con algunos arbustos y hortalizas, y hace mucho albergó a las hermanas de la Caridad, hijas de San Vicente de Paúl.

Las monjas recuerdan con nostalgia los años vividos dentro de la enorme edificación de unos 3 mil metros cuadrados en donde se dedicaron a ayudar a las personas de escasos recursos.

El edificio luce deteriorado — a pesar de que no es tan antiguo como la mayoría de los del Casco Antiguo de la ciudad de Panamá— fundado en 1673 tras los ataques del pirata Henry Morgan a la antigua ciudad hoy Panamá Viejo.

Esta estructura tiene la característica, o más bien el privilegio, de estar al lado del mar. Y precisamente eso le ha costado el ser castigada por el salitre.

EL PASO DE LAS HERMANAS

Las hermanas de la Caridad, hijas de San Vicente de Paúl, han trabajado en Panamá desde 1875 en diferentes proyectos caritativos y fundaron la escuela de San Felipe en la iglesia San Felipe de Neri — su primera residencia— y después el colegio de la Santa Familia hasta 1996.

Esta institución funcionó como una escuela primaria y después fue el primer ciclo para señoritas por lo cual tuvieron que cambiarle el nombre a colegio Santa Familia.

“Era un sitio muy acogedor con unas 900 alumnas, con un personal muy consagrado que ayudó a la formación de las niñas”, recuerda sor Catalina Delgado, la última directora del colegio.

“Vivíamos en el último piso en un ambiente muy agradable en la orilla del mar, éramos unas 14 hermanas”, dice sor Irma Itza Araúz, quien estuvo en los últimos años de la escuela.

Rosa Jaén, de 71 años, fue alumna de la escuela durante tres años en 1955 y recuerda que había una capilla y una imagen de la virgen de la Medalla Milagrosa.

El uniforme de las estudiantes era blanco y todos los días se rezaba el rosario. El himno se cantaba dentro del gimnasio bajo techo, en donde también se dictaban clases de música.

Sor Catalina explica que durante sus últimos años se convirtió en una escuela de modistería muy conocida en la ciudad.

Aún reúnen a maestras jubiladas que trabajaron con ellas en la antigua escuela Santa Familia en el hogar Monerri, su nueva morada, en El Chorrillo.

En este nuevo sitio se atiende a 100 niños de escuelas locales, con quienes desarrollan programas de apoyo alimenticio y siembra de plantas.

La casa Santa Familia se fue deteriorando y se necesitaba 1 millón de dólares para restaurarla, pero las monjas no pudieron recoger los fondos.

En 1996 las religiosas abandonaron el lugar. Fue vandalizado y se perdieron mosaicos, piezas de los baños, ventanas y puertas.

Del colegio Santa Familia solo queda el nombre, pues al mudarse las monjas no continuaron con la escuela, que pasó al distrito de Betania y quedó en manos de otra directiva.

CENTRO COMUNITARIO

La parte más nueva del edificio -y que quedó en mejores condiciones ahora- son las oficinas de fundaciones.

La primera en establecerse allí fue Calicanto, a finales de la década de 1990.

Esta fundación -creada en 1994- primero estuvo en otra oficina del Casco Antiguo y después se mudó al viejo edificio. Su objetivo es la protección del patrimonio arquitectónico y humano del Casco Antiguo de Panamá.

Ahora hay otras oficinas como Almanaque Azul, Cuarto Rojo, la Asociación Pro Juventud de San Felipe, Alleycat Gym and Martial Arts y El Attelier.

“Lo maravilloso de este espacio es que funciona como un centro comunitario”, afirma la arquitecta Hildegard Vásquez, presidenta de Calicanto.

Vásquez resalta la importancia de que el edificio funciona en pro de la comunidad, en vez de ser utilizado como un bar o restaurante.

EL DISEÑO

Este edificio, que tiene una hermosa vista al océano, fue diseñado en la década de 1940 por el arquitecto estadounidense James C. Wright, de la firma de arquitectos Wright & Schay establecida en 1930.

James C. Wright, que se encargó del diseño y construcción del Club Unión, es uno de los arquitectos conocidos por haber cambiado la fachada del Casco Antiguo, con una gran diversidad de influencias arquitectónicas.

“Es un edificio moderno que contrasta con el resto de la arquitectura colonial que hay en el Casco”, destaca Vásquez. El inmueble será remodelado en un par de años, indicó.

De acuerdo con el plano catastral de 1946, este espacio estaba destinado para la escuela República de Colombia. Para finales de 1950, fue ampliada por las hermanas, quienes construyeron una cancha de baloncesto y adaptaron un espacio que funcionó como comedor para las personas de escasos recursos.

De acuerdo con el testimonio de las hermanas, no hay una fecha establecida del momento preciso en que les fue traspasada la edificación ni cómo se logró el trámite.

LA PLAYA SANTO DOMINGO

La playa conocida como de Las Monjas o de Santo Domingo, justo detrás de la antigua casa Santa Familia, se llenaba de bañistas los fines de semana, a principios del siglo XX, según lo documentan algunas fotos.

La exalumna Jaén recuerda que veía a los bañistas. Sin embargo, las hermanas “eran muy estrictas y no dejaban a ninguna estudiante ir a la playa”. Algunos residentes de la zona todavía retan la contaminación y se bañan allí.

Esta playa también es escenario del desove de tortugas de la especie lora o lepidochelys olivace.

También ha sido el marco de diversas actividades veraniegas, como juegos de voleibol, fútbol y softbol.

El pasado 31 de enero se organizó Un día en la bahía, por parte de Avaca (Asociación de Vecinos y Amigos del Casco Antiguo), en donde hubo concursos de castillos de arena, paddle board, gira a manglares, yoga y taller de malabares.

Desde la playa, la vista parece un cuadro: se ve enmarcada la plaza de Francia con su obelisco, parte de la cinta costera 3 y la calzada de Amador.

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