“Había una vez…” un joven de 16 años que pensaba en inglés, pero amaba en español.
Guitarra en mano –que le regaló su madre a los 17–, Horacio Valdés componía canciones en inglés, el idioma que hablaban en el colegio donde estudiaba en Inglaterra, pero su lengua materna lo llamaba y sabía que había partes de su corazón que no podía expresar en otro idioma que no fuese el español.
Componía, tocaba y cantaba, y para los 18 años ya integraba su primera banda, The Elastic Band, con varios de sus amigos del colegio. Con esa agrupación interpretaba covers en bares de Arundel, en el condado de Sussex Occidental, y les pagaban con cervezas.
En 1991 cambió su vida al convertirse en guitarrista y voz principal de Son Miserables, una banda de rock panameña conformada por amigos, como siempre dijo.
Proyectos musicales
Aparte de ‘Son Miserables’, Horacio Valdés participó en otras agrupaciones musicales, entre ellas, ‘Post’, junto con Nano Alemán; y ‘Nave’, con Nano Alemán, Juanri Della Togna y José Manuel Correa. También tuvo proyectos en solitario, como su disco ‘Viajar liviano’.
Junto con Lionel Alemán (batería y percusiones), David Bianco (bajo y voces), Ibon Gamecho (guitarra rítmica y voces), Javier Antelo (guitarra principal, acústica y eléctrica) y Ricky Ramírez (piano, teclado y secuencia), se presentaron por primera vez en un concurso de talentos del Club Unión.
Esa primera noche sería el inicio de un viaje de aventuras y música, en el que incluiría a todo un país. Ese día nacería la banda que marcó a toda una generación en la década de 1990.
Son Miserables
En 1996, grabaron su primer álbum homónimo, del que se desprende su primer gran éxito, Ganas de verte, tema que, junto a otros dos más de la agrupación, el cantautor panameño Rubén Blades incluiría en su álbum La rosa de los vientos (1996).
En 1999, lanzan su segundo disco, El álbum negro, y fue el tema Marchita la flor la que los consolidó como una banda que había llegado para hacer historia en el ámbito musical del istmo.
Pero también llevaron su música al plano internacional y se presentaron en países como Venezuela, Puerto Rico y Estados Unidos.
Inclusive, llegaron a ser teloneros en conciertos de famosos cantantes o agrupaciones como Soda Stereo, Ricardo Arjona, Cristina Aguilera, Danilo Pérez, entre otros.
En 2000, graban un álbum en vivo, en el que hicieron recopilación de sus éxitos de los dos discos anteriores; y en 2002 lanzan su último álbum de estudio: Vida Nueva.
Al año siguiente, la banda se disolvió oficialmente, pero los lazos de amistad entre sus integrantes y de estos con el público hicieron que tuvieran pequeños reencuentros en el escenario.
El 10 de octubre de 2020 fue la última vez que la banda se unió, junto con Valdés, para tocar sus temas más icónicos, entre ellos, Ganas de verte, Mírame, Marchita la flor, Solo las estrellas bastarán, Mujer de Piedra y La última oportunidad. Lo hicieron en una presentación virtual debido a la pandemia de la Covid-19.
Vestidos de negro y alineados en un semicírculo, aunque con años reflejados en sus rostros y manos, hicieron sonar sus instrumentos y acompañaron al país por el recorrido de toda una década de éxitos.
Fuera del escenario
Como buen artista, Horacio Valdés nunca tuvo otro camino que la música, pero supo llevar su pasión y sus estudios de la mano.
Se inclinó por el derecho, más que todo por un ejercicio de descarte, ya que como declaró una vez: “No me gusta la sangre y no soy bueno en la matemática. Lo que quedaba por ahí era abogado o psicólogo”.
Pero la música siempre estuvo allí y sus dos hijas Victoria y Natalia se lo recordaban cada día. Ambas nacieron con el talento de su padre, aunque él confesaba que ellas lo superaban.
Precisamente, cuando los tres se unían, la música, sus hijas y él, eran sus momentos más felices. Esos y cuando veían películas de terror juntos, aunque nunca le dio vergüenza admitir que ellas se reían de él por gritar de miedo al verlas.
En una entrevista para este diario, Valdés confesó que la mayor satisfacción que le dio la música fue “poder hacer sentir a la gente que escucha mis canciones y poder enriquecer la vida de esas personas. Compartir con músicos locales y de muchas partes. Todos los músicos son personajes sensibles, inteligentes y, por lo general, felices. Son demasiado importantes para la sociedad”.
Actualmente, Valdés trabajaba en la puesta en escena del musical Solo las estrellas bastarán, con Aaron Zebede (director) y Diego de Obaldía (escritor), cuyo estreno estaba previsto para mediados de este año.
Murió la noche del pasado miércoles, dejando 51 años de historias, música y las puertas abiertas para todo aquel que se atreva a soñar.
Su público y su país lo recordarán y lo llevarán en su corazón de la única forma en que saben hacerlo: así, en español.
